La 'nueva' pasi¨®n por la seguridad
En pocos d¨ªas se han ido dando un conjunto de coincidencias que nos indican que la seguridad, o mejor dicho, una determinada concepci¨®n de la seguridad, se est¨¢ convirtiendo en uno de los temas estrella en Europa. Si Sarkozy en Francia ha hecho del tema uno de los elementos m¨¢s claramente identificadores de su campa?a para alcanzar la presidencia, ahora Blair en Gran Breta?a y el Partido Popular entre nosotros tratan de seguir caminos paralelos. En el ¨²ltimo discurso de la Corona, pronunciado por la Reina Isabel, se anunciaron hasta 29 nuevos proyectos de ley. Algunos muy bien recibidos, como los dedicados a facilitar el acceso gratuito de las personas mayores a todo el sistema nacional de autobuses, o los referentes a la ampliaci¨®n de la autonom¨ªa de los gobiernos locales o las medidas contra el cambio clim¨¢tico, proyectos todos ellos que, por cierto, buena falta nos har¨ªan por aqu¨ª. Pero el grueso del paquete legislativo (8 leyes de 29) anunciado por el gobierno de Blair se quiere dedicar a reforzar las medidas de seguridad y a endurecer las medidas cautelares y penales. No es ninguna novedad, ya que Blair lleva a?os afirmando que la seguridad y el orden p¨²blico son una de las prioridades de la poblaci¨®n brit¨¢nica y ¨¦l, afirma, simplemente se limita a hacer caso a ese clamor, llenando las calles de sistemas de videovigilancia, alargando el periodo de detenci¨®n preventiva por presuntos delitos de terrorismo a 28 d¨ªas, considerando reuniones ilegales en la calle a grupos de tres personas o m¨¢s, o responsabilizando a las familias de los contratiempos que ocasione la mala conducta social de sus hijos. Ahora se quiere volver a ampliar la detenci¨®n preventiva (a pesar de que hace unos meses la pretensi¨®n de que alcanzara la incre¨ªble cifra de 90 d¨ªas fue bloqueada por los diputados de su propio partido), ampliar por ejemplo de dos a cuatro a?os la pena por llevar un cuchillo, reforzar los poderes de la polic¨ªa para combatir el delito y los comportamientos antisociales, y encerrar a enfermos mentales si se demuestra su culpabilidad en alg¨²n delito. Las medidas anunciadas han generado el rechazo o los comentarios cr¨ªticos de sindicalistas, especialistas en salud mental y defensores de los derechos civiles. Se advierte de los peligros de erosi¨®n de las libertades civiles y del riesgo de seguir llenando las c¨¢rceles brit¨¢nicas, que si en 1997 ten¨ªan 60.000 inquilinos, hoy superan largamente los 80.000. Se le recrimina tambi¨¦n que ya no se habla de las causas del aumento de la delincuencia, que muchos opinan residen en el claro aumento de las desigualdades en bienestar y poder generado en los ¨²ltimos a?os (http://politics.guardian.co.uk).
"No hay nada que alivie m¨¢s que encontrar a alguien a quien colgarle todo lo malo que nos sucede, aunque ese alivio dure bien poco"
En Espa?a, el Partido Popular ha decidido, asimismo, que uno de sus caballos de batalla en los meses que nos esperan hasta las elecciones municipales, auton¨®micas y generales ser¨¢ el notable deterioro de la seguridad en los ¨²ltimos a?os. Si vamos m¨¢s all¨¢ del error que supone el plantear una campa?a de impacto sobre el tema utilizando im¨¢genes de des¨®rdenes en los que los responsables del tema eran Mayor Oreja o el propio Rajoy, lo cierto es que los populares apuntan a m¨¢s polic¨ªas, m¨¢s videovigilancia en las calles, m¨¢s dureza en las leyes y a un incremento en las penas como la mejor respuesta a lo que consideran evidente falta de seguridad. Y todo ello lo ali?an bien con un poco de valores, de rearme moral y de familia, tras las huellas de lo que George Bush y su asesor Karl Rove han ido usando en las campa?as de los republicanos en Estados Unidos. Falta ver hasta que punto el resto de formaciones pol¨ªticas les seguir¨¢n en ese campo, y falta ver hasta qu¨¦ punto se dejar¨¢n arrastrar a esa l¨®gica de pol¨ªticas de final de ca?er¨ªa por la cual no son importantes las causas de los delitos, ni la precariedad de muchos de los que los cometen, sino la simple necesidad de apartarlos cuanto antes y por el mayor tiempo posible de la circulaci¨®n.
Veremos qu¨¦ efectos tiene todo ello en Catalu?a, precisamente en momentos en los que pobreza, inmigraci¨®n y criminalidad se mezclan con facilidad creciente. Y frente a esa mezcla que atemoriza nada mejor, consideran algunos, que una buena oferta de seguridad y tolerancia cero frente al desorden civil. No hay nada que alivie m¨¢s que encontrar a alguien a quien colgarle todo lo malo que nos sucede, aunque ese alivio dure bien poco. Los nuevos responsables de Interior en Catalu?a deber¨ªan recordar que en ciertos contextos la demanda de seguridad es m¨¢s dif¨ªcil de satisfacer que la de sanidad. Como toda construcci¨®n social, depende de qui¨¦n, en qu¨¦ situaci¨®n y en qu¨¦ entorno decide si podemos o no considerarnos seguros. Y f¨¢cilmente nos deslizamos a condenar a lugares concretos o a categor¨ªas enteras de individuos o grupos como inseguros. Mi impresi¨®n es que no falta gente en las c¨¢rceles catalanas. M¨¢s bien lo que tienen son problemas de saturaci¨®n. Evidentemente, no se trata de escurrir el bulto, ni de refugiarse en la literatura sobre las causas estructurales de las conductas delictivas, y dejar que las cosas fluyan. Pero tampoco cabe imaginar leyes o escobas milagrosas. Y, por tanto, sin dejar de trabajar en lo que com¨²nmente se denomina seguridad, no olvidemos tampoco el trabajar por el resto de seguridades que deber¨ªan protegernos de la degradaci¨®n ambiental, de la miseria de las pensiones, de la precariedad en el empleo convertida en norma, de la creciente inseguridad laboral generada por subcontratos y discontinuidades, de la violencia terrorista indiscriminada, de la agresi¨®n a mujeres, a adolescentes, a personas mayores, de las muchas ilegalidades del mercado desatado (como estamos viendo en el sector inmobiliario). Invitar¨ªa a la flamante consejer¨ªa en que se entremezclan relaciones institucionales, participaci¨®n ciudadana y temas de interior, a que aproveche esas interacciones para incorporar a la ciudadan¨ªa en la definici¨®n de seguridad y en sus procesos de implementaci¨®n, y para que se siga trabajando en la l¨ªnea ya emprendida en los ¨²ltimos a?os de vinculaci¨®n policial en planes comunitarios y de inserci¨®n territorial. Necesitamos m¨¢s seguridades locales que nos libren de las crecientes inseguridades globales, y de la perversi¨®n securitaria de los que quieren pescar en aguas turbulentas.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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