La ¨²ltima confesi¨®n de Robert Altman
"S¨®lo he hecho el cine que he querido", declar¨® al terminar su ¨²ltima pel¨ªcula
La edad o el trasplante de coraz¨®n recibido 11 a?os antes de morir tan s¨®lo le variaron el andar, m¨¢s lento y pesado, porque su mente mantuvo hasta el final la misma agilidad, inteligencia y agudeza de sus pel¨ªculas, desde M.A.S.H., Buffalo Bill, Nashville, El juego de Hollywood o Gosford Park. ?stos s¨®lo son algunos de los t¨ªtulos por los que le gustar¨ªa ser recordado, lo mismo que por Los vividores, Vidas cruzadas o incluso Popeye, porque Altman nunca dej¨® ninguno atr¨¢s. "S¨®lo he hecho el cine que he querido hacer", afirm¨® con convicci¨®n antes de a?adir eso de "y siempre he estado al cargo de todo lo que he hecho. Lo ¨²nico que lamento es que un d¨ªa dejar¨¦ de hacer cine, pero hasta entonces seguir¨¦ trabajando porque me aburro de muerte cuando no ruedo. No hay nada m¨¢s que cautive mi inter¨¦s. Pienso morir con las botas puestas", sentenci¨® el realizador de un deseo que hizo realidad.
"A prairie home companion' es un filme sobre la muerte, y eso no es malo; todos tenemos la misma cita"
"Veo todas mis pel¨ªculas como cap¨ªtulos de una sola obra, un ¨²nico filme del que nunca me he cansado"
"Meryl Streep es una de nuestras mejores actrices. Y dicho esto, me arruin¨® el rodaje. No me necesita"
"Fue un placer recibir el Oscar. No tuve la ansiedad de si me dar¨ªan o no la estatuilla. Era m¨ªa, y lo sab¨ªa"
Hacia el final, sus reflexiones sobre la muerte se hicieron m¨¢s habituales, pero siempre con un toque muy personal. Porque mientras que el director que comenz¨® rodando pel¨ªculas industriales antes de pasar al campo de la televisi¨®n describi¨® su ¨²ltimo filme, de nuevo una obra coral, en este caso con Meryl Streep, Kevin Kline, Woody Harrelson, John C. Relly y Lindsey Lohan en el reparto, adem¨¢s de sus habituales Lily Tomlin, Sue Scott y Tim Russell, como una pel¨ªcula sobre la muerte, pocas cintas estrenadas este a?o dan tantas ganas de vivir como A prairie home companion. "Eso es lo que insisten en decir todos mis actores, pero de nuevo es lo que me dicen. Para m¨ª sigue siendo un filme sobre la muerte y eso no es malo, lo que ocurre es que ninguno desea verse con ella aunque todos tenemos la misma cita", explic¨®.
Altman la tuvo bien presente tom¨¢ndose cada d¨ªa como uno m¨¢s y enfrent¨¢ndose a su irreverencia y a esa subversi¨®n que lleva consigo "en cada momento, en cuanto abro los ojos". Pero de alguna forma as¨ª es como se tom¨® diariamente su carrera. "Siempre ha sido un despertarse a diario y lidiar con lo que se me ocurre en esa jornada siguiendo mis instintos. Por eso veo todas mis pel¨ªculas como cap¨ªtulos de una sola obra, un ¨²nico filme del que nunca me he cansado", dijo de su trabajo.
En esa lucha, Altman gan¨® la fama de pele¨®n a pulso, al menos con los ejecutivos de una industria que teme a los que tienen opini¨®n propia. "Pero tampoco hay que cre¨¦rselo todo porque no le pego un pu?etazo a nadie desde que ten¨ªa siete a?os. Tirar a alguien a la piscina puede, pero tuvo que ver con el montaje de California Split", se ri¨® recordando el incidente aunque desmintiendo muchas otras de sus historias ap¨®crifas.
Es cierto que le despidieron de Ragtime, algo que lament¨®, porque su productor Dino de Laurentiis perdi¨® la confianza en Altman tras el fracaso econ¨®mico de Buffalo Bill. "Y si M.A.S.H funcion¨® fue por error. La pel¨ªcula les importaba un pimiento porque hab¨ªa otras de guerra como Patton o Tora, Tora, Tora que les preocupaban m¨¢s. Y Dick Zanuck fue a San Francisco con la excusa de ver el primer pase con p¨²blico, pero su verdadera raz¨®n era ver un partido de f¨²tbol americano. As¨ª que no escuch¨® las cr¨ªticas de una audiencia que acaba de ver Dos hombres y un destino y no encontraban l¨®gica a lo que estaban viendo. Afortunadamente, el Zanuck senior (al frente de los estudios Fox, productores de la cinta) estaba acompa?ado por dos jovencitas francesas a las que les encant¨® el filme, as¨ª que todo se lo debo a esas chiquitas", cont¨® divertido.
Hubo muchas m¨¢s peleas con los estudios que alejaron a Altman del juego de Hollywood desde hace unos 20 a?os, m¨¢s dado en ese tiempo a buscar financiaci¨®n de forma independiente. El ¨²ltimo rebelde se sent¨ªa mucho m¨¢s c¨®modo de esta manera, un trabajo para el que se rodeaba de un reparto plural y lo ¨²ltimo en tecnolog¨ªa digital, que adem¨¢s de abaratar los costes le permiti¨® rodar con mayor libertad. "As¨ª me siento muy c¨®modo", explic¨® de sus ¨²ltimas obras, trabajos en los que los di¨¢logos se cruzan y siempre hay m¨¢s de una historia en pantalla. "Ll¨¢malo vagancia, pero as¨ª estoy seguro de que si una escena no funciona no me tengo que preocupar porque hay otra en marcha. Y al rodar con tres c¨¢maras puedo captar esa reacci¨®n justo un instante despu¨¦s de que ocurra y no anticiparme a la acci¨®n, el efecto que voy buscando", afirm¨® ilusionado ante los avances t¨¦cnicos.
Incluso en este para¨ªso de actores y tecnolog¨ªa, el rodaje de A prairie home companion le sumi¨® en una profunda depresi¨®n por culpa de la persona en el centro de su admiraci¨®n: Meryl Streep. "Antes que nada dir¨¦ que es una de nuestras mejores actrices. Y dicho esto, me arruin¨® el rodaje. Porque, como le dije diariamente a mi esposa Kathryn, Meryl no me necesita. Daba igual que estuviera o que no estuviera. Me hizo sentir que sobraba. Y encima, de alguien as¨ª esperas a una diva pu?etera pero es la mejor de las personas".
A diferencia de muchos otros directores, Altman era un enamorado de la interpretaci¨®n convencido de que el cine es un medio donde los actores son los que mandan. "Ellos son los creadores y los que son capaces de traer a la obra esa otra dimensi¨®n. ?Si ocurre hasta en las pel¨ªculas de ping¨¹inos! Son ellos los que crean el filme. El director no hace m¨¢s que captar lo que le dan y montarlo de la mejor forma. Y si sirve para ping¨¹inos sirve a¨²n mejor con actores", explic¨®.
Altman tuvo que esperar al final de su carrera para recibir ese Oscar que hasta ahora le hu¨ªa, una estatuilla que obtuvo este a?o como premio de honor a toda su carrera. "Sobre todo me gust¨® por mi familia", dijo agradecido y jocoso. "Adem¨¢s, fue un placer recibirlo de esa forma porque no tuve la ansiedad de si me dar¨ªan o no la estatuilla. Era m¨ªa y lo sab¨ªa", a?adi¨®.
La idea de la muerte fue en los ¨²ltimos a?os constante, recordada a diario con la presencia en sus rodajes de directores suplentes "por si las moscas", como dec¨ªa. Stephen Frears acudi¨® a diario en Gosford Park y Paul Thomas Anderson en A prairie home companion. Pero al igual que sus pel¨ªculas, sus planes hablaron de vida hasta el final, que le pill¨® trabajando en su pr¨®ximo proyecto, basado en el documental Hands on a hard body, sobre un concurso para ganar una camioneta que le devolvi¨® a la mente el sentimiento de opresi¨®n y futilidad de Bailad, bailad malditos. Pensaba contar con Billy Bob Thornton y Hillary Swank pero ahora el futuro de este proyecto es incierto. Al igual que en su proyectada cinta, donde los concursantes deb¨ªan mantenerse en pie, Altman se mantuvo en pie hasta el final. Sus planes a corto plazo eran despertarse ma?ana, y a largo plazo, lo mismo, despertarse ma?ana. "Y seguir trabajando. Me siento tan afortunado de poder hacerlo porque s¨¦ que no es tan f¨¢cil. As¨ª que seguir¨¦ adelante", concluy¨®.
Babelia
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