Jonathan Littell da la cara por Politk¨®vskaya
El autor de 'Les Bienveillantes' rompe su aislamiento en Barcelona para acudir a un acto p¨²blico en homenaje a la periodista
Sorpresa en Barcelona. Jonathan Littell (Nueva York, 1967), el escritor estrella de la temporada, autor del ¨¦xito Les Bienveillantes (Gallimard, 250.000 ejemplares vendidos en Francia), la tremenda novela protagonizada por un Obersturmbannf¨¹hrer de las SS activo participante en el Holocausto, rompi¨® ayer su voluntario alejamiento de las miradas p¨²blicas en Barcelona, donde reside, para acudir a un homenaje a la periodista rusa Ana Polikt¨®vskaya, asesinada el pasado 7 de octubre en Mosc¨². Littell concentr¨® miradas y fotograf¨ªas en el acto y su presencia eclips¨® incluso la del venerable Nobel nigeriano Wole Soyinka, que tambi¨¦n participaba en el homenaje.
Jonathan Littell, escritor estadounidense que ha escrito su primera obra literaria en franc¨¦s y ha ganado con ella el premio Goncourt, el pasado d¨ªa 6, ha optado tras su ¨¦xito por rehuir cualquier acto o entrevista, actitud que s¨®lo depone en muy contadas ocasiones en la consideraci¨®n de que lo que ha de interesar a la gente es su obra no ¨¦l.
"El Gobierno ruso planific¨® un f¨¦rreo control sobre la informaci¨®n"
De hecho, ayer fue la primera oportunidad para conocer en persona al esquivo autor. Tuvo lugar en el marco del Sal¨®n del Libro de Barcelona, en un acto que no cont¨® con una audiencia muy numerosa. La organizaci¨®n ya hab¨ªa avisado de que Littell se limitar¨ªa a hablar de Ana Politk¨®vskaya y el conflicto checheno, en su calidad de conocedor del tema por sus visitas al pa¨ªs como miembro de una organizaci¨®n humanitaria, y no contestar¨ªa preguntas. As¨ª fue.
Con su aire de adolescente de Retorno a Brideshead y cierta pose de languidez airada, el novelista tomo asiento entre los otros protagonistas del homenaje: Soyinka, el escritor de Zimbabwe Chenjerai Hov¨¦, el periodista marroqu¨ª Ali Lamrabet -tres personajes que han sufrido persecuci¨®n en sus respectivos pa¨ªses-, y los periodistas catalanes Carles Torner (moderador del acto) y Llibert Ferri. Littell, que sufri¨® varios ataques de bostezos hasta que lleg¨® su turno de intervenir, se mostr¨® seguro de s¨ª mismo y habl¨® con voz fuerte y clara. Traz¨® una panor¨¢mica del contexto pol¨ªtico en que se mov¨ªa Ana Politk¨®vskaya en Chechenia y explic¨® los proleg¨®menos de la guerra y las dos fases de esta, con pr¨¢cticamente ninguna referencia personal. "La guerra se volvi¨® muy dif¨ªcil para los periodistas. El Gobierno ruso planific¨® un f¨¦rreo control sobre la informaci¨®n hasta que se hizo imposible trabajar. S¨®lo era posible hacer visitas guiadas de la mano del ej¨¦rcito. Te llevaban en helic¨®ptero a donde quer¨ªan y te volv¨ªan a traer. El New York Times, por ejemplo, hizo reportajes vergonzosos, rid¨ªculos por lo limitado. Hab¨ªa miedo. Se empez¨® por atacar el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la informaci¨®n, los corresponsales locales. A un amigo casi lo mataron, luego fueron a por su familia. De manera que cuando Politk¨®vskaya empez¨® en 2001 hab¨ªa un vac¨ªo.Trabaj¨® en un entorno muy dif¨ªcil. Cometi¨® el error de nombrar a unos testigos en un juicio y las fuerzas rusas los mataron, a ellos y a sus familias, como escarmiento; eso la asust¨® mucho". Littell expres¨® su admiraci¨®n por la periodista pero no mencion¨® si la la lleg¨® a conocer. "Ella habl¨® del efecto de la guerra en la sociedad civil, de c¨®mo gangrenaba los fundamentos de la sociedad. Y de c¨®mo luego la polic¨ªa rusa, al regresar, usaba los mismos m¨¦todos en su pa¨ªs que en Chchenia. No luchaba por una idea abstracta, luchaba por el futuro de su pa¨ªs".
Littell consider¨® que a Politk¨®vskaya la mataron "no por ser quien era sino seguramente por algo muy concreto, que nunca sabremos". El novelista acab¨® se?alando ir¨®nicamente que "lo admirable de Rusia es que es el ¨²nico lugar en que se toma lo suficientemente en serio a los escritores como para matarlos". Algo que, reflexion¨®, tiene que ver con el peso de la tradici¨®n estalinista. Y acab¨® pese a todo con un toque de optimismo, citando la c¨¦lebre frase de Mijail Bulgakov: "Los manuscritos no arden".
La propuesta de Soyinka
El Nobel nigeriano de Literatura Wole Soyinka lanz¨® ayer en el acto de homenaje a Anna Politk¨®vskaya la propuesta de que Mijail Gorbachov "lidere el proceso para revelar el misterio de su asesinato". Soyinka, que explic¨® c¨®mo conoci¨® al ex l¨ªder sovi¨¦tico en un encuentro de premios Nobel, consider¨® a Gorbachov la persona indicada para encabezar el esclarecimiento de un crimen "con m¨¦todos de Ner¨®n" que no dud¨® relacionar con "los aparatos del Estado". Liddell consider¨® la propuesta de Soyinka muy acertada y record¨® que Gorbachov fue presidente de la revista para la que trabajaba Politk¨®vskaya. De todas formas, record¨® que el margen de movimiento de Gorbachov es hoy limitado en Rusia.
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