Mirando las calles del olvido
La mexicana Maya Goded retrata a las prostitutas, delincuentes y seres marginales del barrio de la Merced en M¨¦xico DF
"El otro d¨ªa le contaba mi vida a mi hija, para que no pase por lo mismo". La madre de Violeta -la protagonista de la foto-, la peina mientras le relata que a los 12 a?os, los mismos que tiene Violeta en la foto, fue obligada a prostituirse. Maya Goded (M¨¦xico, 1970) ha retratado durante los ¨²ltimos 11 a?os la vida en el barrio de La Merced, en la Ciudad de M¨¦xico; el mismo que fotografi¨® Henri Cartier-Bresson en 1933. All¨ª conviven meretrices, chulos, delincuentes, narcotraficantes, drogadictos y polic¨ªas. El resultado es la exposici¨®n Todas a la calle que se exhibe, hasta el pr¨®ximo 14 de enero, en la Casa de Am¨¦rica de Madrid.
Goded, fot¨®grafa de la Agencia Magnum, comenz¨® su serie de servidoras del sexo cuando estaba embarazada. Un d¨ªa se aproxim¨® a una prostituta, tambi¨¦n pre?ada, y "con el aspecto m¨¢s maternal de la plaza" y le pag¨® para ir a una habitaci¨®n: "La mujer que eleg¨ª me condujo al cuarto, dejando atr¨¢s a la mujer maternal y transform¨¢ndose en una puta. En el cuarto le tom¨¦ fotos. Gracias a ese impulso inici¨¦ lo que habr¨ªa de ser un largo recorrido, tanto dentro de m¨ª como por esa contundente realidad en la que ahora me adentraba".
Las mesalinas ejercen su oficio en este barrio desde hace 400 a?os. Hoy trabajan all¨ª 3.000, de entre 12 y 85 a?os. 800 de ¨¦stas son menores de edad. La tasa de analfabetismo ronda el 70%, seg¨²n el libro La vida desde nuestros ojos, mujeres de La Merced. (Lunwerg) Adentrarse en este mundo, por lo tanto, no es una tarea sencilla. "Me gan¨¦ su confianza quiz¨¢s por estar embarazada. Ellas pactaron con los ladrones para que no me atracaran cuando iba. Hubo de todo al principio. Algunas pensaban que yo era tratante de blancas y que les tomaba fotograf¨ªas para venderlas. Otros pensaban que era una lesbiana", narra Goded, que logr¨® entrar a ese cerrado mundo para ofrecer, con su lente, una mirada desde dentro.
"A los 12 a?os volv¨ª a ver al pap¨¢ de mis hijos; ah¨ª mismo en el pueblo. Lo vi m¨¢s grande y m¨¢s guapo. Lleg¨® as¨ª nom¨¢s, me subi¨® a un coche y me trajo a la Ciudad de M¨¦xico, pero ni siquiera me dijo 'v¨¢monos, te voy a llevar'. Entonces me trajo al hotel Soledad. Me meti¨® con unas muchachas y me dijo: 'Aqu¨ª te vas a quedar a vivir conmigo", cuenta la madre de Violeta en una entrevista recogida en el libro de Goded, Plaza de la Soledad. "Fui madrina de los 15 a?os de Violeta y me gustaba mucho la relaci¨®n que ten¨ªa con su madre. Por eso le tom¨¦ esa foto cuando le contaba c¨®mo se hizo prostituta", relata Goded.
La exposici¨®n, a la que los menores de 18 a?os s¨®lo pueden entrar con sus padres, consta de 53 fotograf¨ªas en blanco y negro y 4 v¨ªdeos. "Faltaba la mirada del hombre sobre la prostituci¨®n", narra Goded. En La Merced, pornograf¨ªa y prostituci¨®n van de la mano. Existe un negocio paralelo, en el que se graba lo que acontece en el interior de hoteles y habitaciones, en ocasiones sin el consentimiento de los actores, y que despu¨¦s se vende en puestos callejeros por cinco pesos (unos veinte c¨¦ntimos de euro). "Un chulo me dio una pel¨ªcula porno porque crey¨® que pod¨ªa interesarme Me pareci¨® muy emocionante y bello el juego de c¨¢maras", relata Goded, que ha quitado las escenas de sexo y exhibe, en cuatro cap¨ªtulos, lo que pasa en el interior de las habitaciones.
Los padrotes [chulos] mandan en La Merced. "Casi no tuve trato con ellos. Muchas veces son polic¨ªas y a m¨ª me dan mucho miedo, as¨ª que intent¨¦ evitarlos en la medida de lo posible. Sab¨ªa que me segu¨ªan y vigilaban cuando estaba con las muchachas pero tuve poco trato". En una de sus fotograf¨ªas se observa a una chica, de unos 20 a?os, descansando en una cama junto a una mujer de unos 50, su madame. Goded recuerda que la chica le pidi¨® ayuda para escapar y accedi¨®, aunque poco despu¨¦s regres¨® con la madame. "Los siguientes meses estuve evit¨¢ndola, porque me daba miedo lo que podr¨ªa decir o hacer". El encuentro se produjo finalmente y se sald¨® con un reproche, y nada m¨¢s: "Eso no se hace, no se mete en las relaciones de pareja", narra.
La mayor¨ªa de los chulos son hombres y su iniciaci¨®n comienza a los 12 a?os: "El d¨ªa de muertos se hace una fogata y se mata a un chivo, se acuesta al ni?o con la sangre y se dibuja en el torso una l¨ªnea con una cruz y un c¨ªrculo en el ombligo. Se les escoge por su car¨¢cter, por su f¨ªsico. Tienen que ser simp¨¢ticos, guapos, caritas, tener facilidad de palabra", explica un chulo en el libro de Goded. "El padre comienza a instruirlo, a formarlo, y a la edad de 17 o 18 a?os ya est¨¢ preparado: como un hombre. Se les ense?a primero a conocer a la mujer. En segunda el labio: c¨®mo verbearlas, c¨®mo enga?ar a aquella persona, engatusarle. A prometerles cosas que no existen, para que as¨ª ellas den el s¨ª", explica uno de los chulos de La Merced.
El nombre de la exposici¨®n, Todas a la calle, apunta a que solamente es all¨ª, en la calle, donde somos aut¨¦nticos. En palabras de una de ellas: "Me siento m¨¢s a gusto en la calle porque las muchachas me conocen como soy. Aqu¨ª no tengo que fingir. Muchas juntan un dinero y se van, jurando que jam¨¢s van a volver, y regresan. No es simplemente la necesidad del dinero, sino de la compa?¨ªa, el af¨¢n de no estar solas, porque la soledad es muy fea".En el barrio de La Merced trabajan 3.000 prostitutas, de 12 hasta 85 a?os
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