El nuevo rostro de las Naciones Unidas
El 1 de enero de 2007, Ban Ki-Moon, ex ministro de Asuntos Exteriores de Corea del Sur, se convertir¨¢ en secretario general de Naciones Unidas, despu¨¦s de que Kofi Annan haya ocupado el puesto durante diez a?os. Adem¨¢s de desaf¨ªos de larga duraci¨®n como la pobreza, la proliferaci¨®n nuclear y la reforma de la ONU, Ban heredar¨¢ una larga lista de puntos conflictivos: Irak, Ir¨¢n, Afganist¨¢n, Palestina, L¨ªbano, Somalia, Myanmar, Sud¨¢n, Corea del Norte y otros. Las ¨²ltimas iniciativas tomadas para influir en la evoluci¨®n de esos pa¨ªses mediante amenazas y sanciones, y en ocasiones la guerra, han fracasado. La mayor¨ªa son menos estables hoy d¨ªa que hace cinco a?os. Est¨¢ claro que se necesita un nuevo enfoque.
Los principales pa¨ªses asi¨¢ticos, entre ellos la Corea del Sur de Ban, hace tiempo que son partidarios de combinar equilibradamente la diplomacia y los incentivos econ¨®micos para tratar de resolver desaf¨ªos complejos. En lugar de utilizar las sanciones y la amenaza del recurso a la fuerza, la idea es mantener la prosperidad a largo plazo en las regiones inestables del mundo de hoy. Este enfoque equilibrado es importante, porque los problemas de gran parte de las zonas conflictivas del mundo no s¨®lo se deben a la pol¨ªtica, ni siquiera principalmente, sino, como ocurre en Darfur, a desaf¨ªos subyacentes relacionados con el hambre, las enfermedades y las crisis medioambientales.
Desactivar la crisis de Darfur y las de otros lugares ser¨¢ uno de los principales desaf¨ªos de Ban. Sin embargo, es vital que la ONU no se limite a dar bandazos de un conflicto a otro. Las Naciones Unidas tienen un papel y una oportunidad ¨²nicos para liderar el desarrollo de un consenso global en torno a los vitales desaf¨ªos medioambientales y econ¨®micos de largo recorrido a los que se enfrenta el planeta.
De hecho, entre 1992 y 2002, los pa¨ªses miembros de la ONU firmaron varios tratados y acuerdos que pueden y deben constituir los cimientos de soluciones globales a largo plazo. Esos tratados surgieron en 1992 de la llamada Conferencia Medioambiental de R¨ªo, centrada en el cambio clim¨¢tico, la conservaci¨®n de la biodiversidad y la desertificaci¨®n. En 2000, los Estados miembros pactaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio y en 2002 el Consenso de Monterrey, comprometi¨¦ndose a realizar esfuerzos concretos para triplicar las ayudas a los pa¨ªses m¨¢s pobres, con el fin de alcanzar el objetivo mundial de que los m¨¢s ricos destinen a ese concepto el 0,7% de su PIB.
En consecuencia, la clave para la ONU de hoy d¨ªa no es la creaci¨®n de m¨¢s objetivos, sino la puesta en pr¨¢ctica de los ya fijados. Ban ha dejado clara su intenci¨®n de que las Naciones Unidas pongan en marcha los compromisos acordados por la comunidad mundial. Si no se aplican, todos los tratados del mundo no nos conducir¨¢n a nada.
Durante su mandato como secretario general, Ban se enfrentar¨¢ al desaf¨ªo de forjar un acuerdo global sobre el cambio clim¨¢tico para el periodo posterior a 2012, cuando deje de estar en vigor el Protocolo de Kioto. Del mismo modo, los Objetivos de Desarrollo del Milenio siguen estando muy lejos de lo deseable en los pa¨ªses m¨¢s pobres, y s¨®lo quedan nueve a?os. A pesar de que el mundo se ha comprometido a reducir considerablemente la p¨¦rdida de diversidad biol¨®gica antes de 2010, se siguen destruyendo enormes extensiones de selva tropical y de oc¨¦anos.
Si Estados Unidos se muestra m¨¢s cooperante dentro del marco de la ONU, encontrar¨¢ socios dispuestos entre las potencias asi¨¢ticas emergentes, que precisan de estabilidad mundial para sostener su desarrollo a largo plazo y que son muy conscientes de su creciente influencia mundial como inversores, socios comerciales y responsables, a la par que v¨ªctimas, del cambio clim¨¢tico. Entre bastidores, pueden ayudar a desactivar las crisis de Darfur, Corea del Norte, Myanmar y otros lugares. Y su participaci¨®n ser¨¢ esencial para forjar nuevas formas de abordar el cambio clim¨¢tico, la escasez de agua y asuntos similares desde la cooperaci¨®n.
Ban llega al cargo cuando el mundo anhela resolver problemas muy enquistados. Es importante que todav¨ªa exista un amplio consenso sobre los objetivos que compartimos. Se trata de objetivos factibles. El desaf¨ªo consiste en aplicarlos.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Econom¨ªa y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar. ? Project Syndicate, 2006.
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