El 'emperador' de la terminal
Ni las autoridades ni los servicios sociales pueden hacer nada con el supuesto et¨ªope que decidi¨® hace tres a?os 'reinar' en Barajas
Feld nunca cogi¨® aquel vuelo con destino a Los ?ngeles (California). Sencillamente no pudo tomarlo y se qued¨®: un d¨ªa, una semana, un mes, m¨¢s de tres a?os... en la terminal l del aeropuerto de Madrid-Barajas. Por supuesto no responde al nombre de V¨ªctor Navorski, ni le suena de nada, ni tiene el aspecto que ten¨ªa ese personaje de Tom Hanks en esa pel¨ªcula de Steven Spielberg (La Terminal), pero su caso bien podr¨ªa haber servido de inspiraci¨®n para los guionistas de ese filme de 2004.
Primero Etiop¨ªa, luego India, Rusia, Par¨ªs, California,... Y primero tambi¨¦n "emperador", y luego "rey" y despu¨¦s "m¨¦dico militar", y "profesor"... y transe¨²nte... La vida de Feld es un misterio para todo el mundo. Quiz¨¢ tambi¨¦n para s¨ª mismo. Capaz de conversar al menos en seis idiomas (espa?ol, ingl¨¦s, franc¨¦s, alem¨¢n, ruso y su lengua aut¨®ctona), que son la prueba de que es un ciudadano del mundo, hace a?os que apenas se mueve de un banco, al lado de la capilla de la terminal 1, en la zona de personal del aeropuerto madrile?o.
No se ha probado su origen, y Feld no puede ser devuelto a ninguna parte
"Deber¨ªas haber pedido audiencia. Por esta vez pase, pero la pr¨®xima vez procura hablar con el secretario", dice se?alando al vigilante que controla el paso a las oficinas de AENA en el aeropuerto, a escasos tres metros de su "banco-casa". "Puedes coger una silla de color naranja que encontrar¨¢s detr¨¢s de ese panel, a la vuelta, y sentarte", agregaba demostrando conocer todos los rincones de la terminal.
Hace unos d¨ªas "Feld Charles I", como ¨¦l mismo escribe su nombre, en caligraf¨ªa perfecta y seguido de todos los supuestos cargos de su historia, de unos 50 a?os, continuaba sentado en "su banco" del aeropuerto, leyendo el New York Times. Sus ropas andrajosas, su piel aceituna, su pelo rizado y cano encrespado, como los de un genio en el momento de mayor efervescencia mental; sus pies casi descalzos y sucios, su hedor, sus ojos negros y profundos, su mirada l¨¢nguida, que parece perdonarle la vida al mundo... Feld segu¨ªa sinti¨¦ndose el rey de su palacio:
-Esto no es un aeropuerto, es un palacio popular y lo estamos mejorando cada d¨ªa, asegura.
Este hombre que vive entre el delirio y la realidad, est¨¢ convencido de su misi¨®n: el destino no quiso que fuese a California y lo dej¨® all¨ª, en Barajas, para que cumpliera con su deber "de construir el Palacio Popular". Y eso cree hacer.
Lo mejor del caso es que nadie ha podido convencerle nunca de lo contrario. Es conocido por todo el personal del aeropuerto: vigilantes, polic¨ªas, personal de vuelo, camareros... Y todos aquellos que pasan por la cafeter¨ªa de los empleados de Barajas, junto a la que se encuentra ese banco en el que ¨¦l pasa los d¨ªas (y las noches).
Ha pasado a formar parte del mobiliario para unos; a ser la ¨²nica persona con la que pueden hablar otros a determinadas horas; a ser un quebradero de cabeza para los responsables del aeropuerto; a formar parte de las obras de caridad de otros muchos, aunque ¨¦l nunca acepta dinero (ni un c¨¦ntimo). "Yo le he visto tirar al suelo las monedas que a veces la gente le deja junto a su asiento", comenta el vigilante del puesto de AENA, el mismo al que Feld se?alaba como su secretario.
La historia pasada de Feld es indemostrable. No es ni cierta ni falsa. Nadie lo sabe. Alrededor de ¨¦l se han creado todo tipo de leyendas: que si era un diplom¨¢tico africano cuyo pa¨ªs entr¨® en guerra estando en Madrid y perdi¨® el rango que se le reconoc¨ªa hasta entonces; que si es un emperador hind¨², hijo de una conocida emperatriz de la India; que si ten¨ªa un reino en Etiop¨ªa, donde supuestamente naci¨®... La polic¨ªa no pudo encontrar entre las escasas pertenencias que acumula en su carrito ninguna documentaci¨®n.
"?l dice que es et¨ªope, pero la realidad es que no lo sabemos. Por eso, no podemos devolverlo a ning¨²n pa¨ªs. No tenemos constancia de que ning¨²n pa¨ªs lo reconozca como ciudadano despu¨¦s de nuestras investigaciones", comenta el responsable de la comisar¨ªa del aeropuerto. "Y, como no incumple ninguna ley, ni molesta y esto es una zona p¨²blica, pues no podemos hacer nada con ¨¦l, salvo poner al corriente a los servicios sociales", explica el comisario.
As¨ª que Feld no puede ser devuelto a "ninguna parte". Y permanece all¨ª porque quiere, porque prefiere ese sitio, "el m¨¢s tranquilo de la terminal 1", a ning¨²n otro. "No podemos hacer nada. No hace nada malo. Simplemente estar. Lo ¨²nico que hemos hecho es avisar al Samur Social para que lo atiendan", comenta el portavoz de AENA del aeropuerto.
Los servicios sociales, seg¨²n los datos de la directora general, Esperanza Garc¨ªa, lo visitan una vez a la semana. "Todos los viernes por la tarde se traslada una unidad hasta all¨ª y trabaja con ¨¦l. Lo llevan haciendo desde hace m¨¢s de un a?o. Hemos intentado derivarlo a los recursos normalizados para que tenga acceso a lo b¨¢sico: comida, un lugar donde dormir, asistencia sanitaria... Pero no ha sido posible, porque no quiere irse de all¨ª y nosotros no podemos obligarle".
As¨ª que, tal y como cree Feld, ¨¦l se ha convertido en una especie de intocable, en toda una autoridad en el aeropuerto m¨¢s importante de Espa?a. Justo all¨ª donde ¨¦l ha decidido construir su palacio y reinar. Su vida pasada sigue siendo un misterio para todos, y definitivamente guarda algunos (si no muchos) secretos.
-?Qu¨¦ echas de menos Feld? Sus ojos se cuajan de l¨¢grimas, enmudece durante unos segundos tap¨¢ndose la boca y, cuando retira la mano, s¨®lo alcanza a decir: "This conversation is over" ("La conversaci¨®n ha terminado").
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