La persistencia del problema
Los esc¨¢ndalos urban¨ªsticos son proporcionales al dinero que ha generado el delito contra la ordenaci¨®n del territorio y, desde luego los m¨¢s frecuentes, est¨¢n vinculados a la especulaci¨®n inmobiliaria que, no es sino la aplicaci¨®n distorsionada de la libertad de precios en una econom¨ªa de mercado. Siempre ha existido y no puede desaparecer; sus causas son m¨²ltiples y, su ¨¢mbito de aplicaci¨®n es flexible, din¨¢mico.
Entre 1853 y 1870, Haussmann en Paris, la evidenci¨® en la Reforma Interior, pero, la control¨® a favor del Estado. Cuando en Alemania, a principios del siglo XX, se hizo por primera vez un plano de usos (clasificaci¨®n), la especulaci¨®n se dirigi¨® al suelo. En Nueva York, Moses la utiliz¨® como instrumento de modernidad (v¨ªas, parcelas y rascacielos). En la Habana, antes de la revoluci¨®n, sirvi¨® para sustituir chales por bloques en altura (edificabilidad). En Espa?a, sostuvo la edificaci¨®n sin recato y sin norma por todo el territorio nacional, de tal forma que escandaliz¨® al mism¨ªsimo Franco quien, molesto, orden¨® preparar y luego promulg¨® la primera Ley del Suelo (1956), imponiendo as¨ª el derecho del Estado para ordenar el desarrollo urban¨ªstico y participar en las plusval¨ªas.
Pero, como la especulaci¨®n segu¨ªa como si nada, en 1975 se reform¨® la Ley, justo, en la d¨¦cada cuando comenzaba la actual revoluci¨®n industrial y con ello, el neoliberalismo econ¨®mico y la pol¨ªtica des-regularizadora del urbanismo. En Europa adquirieron vigencia con la se?ora Thatcher. Ella ten¨ªa el convencimiento de que las leyes de ordenaci¨®n urban¨ªstica s¨®lo serv¨ªan para restar libertad al mercado y por lo tanto, distorsionarlo. A?os despu¨¦s, esa pol¨ªtica la adopt¨® Aznar. Inmediatamente, su primer vicepresidente, ?lvarez Cascos, se encarg¨® de justificar el escandaloso encarecimiento de la vivienda: "si se venden viviendas caras es porque hay demanda y gente con dinero para pagarlas a esos precios. Espa?a va bien", dijo. Como el problema segu¨ªa aumentando, Rato, vicepresidente de Econom¨ªa, anunci¨® la reforma de la Ley del Suelo vigente de 1992. Tuvo la finalidad de crear las condiciones para incorporar al mercado toda la extensi¨®n de suelo urbano que fuere necesaria para rebajar y estabilizar el precio de la vivienda. Todo "suelo es urbanizable si no est¨¢ protegido", sentenci¨® en una memorable frase, cual receta m¨¢gica. No se ha cumplido y ahora se comienza a comentar la barbaridad que ha supuesto esa decisi¨®n. Incluso el Gobierno actual ya ha propuesto reformas a la Ley.
En los pa¨ªses europeos, el Estado no debe ser reducido a su m¨ªnima funci¨®n, no puede convertirse en mero espectador y coordinador de la econom¨ªa (neoliberal) como sucede en Estados Unidos. En Espa?a existen derechos sociales reconocidos que all¨¢ son borrosos y discutibles.
Houston es una ciudad que crece con Dios (iglesias para 46 religiones), pero sin Ley (del suelo). All¨ª, pagando las tasas, se puede construir donde y como se quiera. Sus habitantes han aceptado las claras reglas del juego: someterse al mercado de la especulaci¨®n inmobiliaria libre. Las empresas mayores concentran sus actividades en las infraestructuras en cuya financiaci¨®n participa el Estado. La ciudad, conforme se expande, m¨¢s construcci¨®n de infraestructuras necesita. Ese es el negocio de las empresas pero, al mismo tiempo, esa es la desgracia para los dem¨¢s. Houston es una de las ciudades m¨¢s insostenibles del planeta: Huella Ecol¨®gica de 9,8 hect¨¢reas por persona, poblaci¨®n de cuatro millones dispersos en un ¨¢rea similar a la de B¨¦lgica, sin calles, pero con muchas y enormes autopistas porque la movilidad se la hace en coche. Un escandaloso despilfarro energ¨¦tico. Lamentable ejemplo al que inconscientemente (??) quieren aproximarse las inmobiliarias, no solamente en Sevilla (Aljarafe, El Garrobo), sino hasta en las aldeas de Espa?a como Villanueva de G¨®mez, Cuevas del Becerro, Casas Viejas o Rubite.
La Ley de Ordenaci¨®n Urban¨ªstica de Andaluc¨ªa (LOUA, 2002), fue consecuencia de la sentencia del Tribunal Supremo que consagr¨® la competencia de las Autonom¨ªas sobre el sistema urban¨ªstico y planificador del territorio. Los cambios positivos vinculados a ella resultan imperceptibles. Los esc¨¢ndalos urban¨ªsticos cada d¨ªa son m¨¢s frecuentes, numerosos y de gran magnitud e implican a todos los partidos pol¨ªticos. El urbanismo no solamente se ha utilizado como instrumento t¨¦cnico para hacer planes, sino que tambi¨¦n se ha manipulado para financiar los presupuestos municipales a trav¨¦s de convenios.
Como el problema cada d¨ªa es mayor, una vez m¨¢s se piensa en reformar la ley. Y como se pod¨ªa anticipar, todos los partidos han decidido incorporar en sus programas de la pr¨®xima campa?a electoral el compromiso para desarrollar las ciudades con un urbanismo sostenible.
Incluso la Consejer¨ªa de Obras P¨²blicas ha actualizado su pol¨ªtica. El Plan de la Ordenaci¨®n de la Aglomeraci¨®n Metropolitana de Sevilla, que se hab¨ªa ordenado terminar en 1995, se ha reemplazado por otro similar, pero distinto. M¨¢s vale tarde que nunca. Algo es algo; peor es nada. Por su parte, la Consejer¨ªa de Medio Ambiente ha condicionado los nuevos desarrollos a la financiaci¨®n de las infraestructuras y soluci¨®n de los futuros residuos Mientras tanto, el Parlamento ha impuesto un referente para que la expansi¨®n urbana en ocho a?os "no suponga incrementos de suelo urbanizable superiores al 40 % del suelo urbano existente ni los crecimientos supongan incrementos de poblaci¨®n superiores al 30 %".
?Hab¨ªa que esperar tanto? ?Las medidas ser¨¢n suficientes? ?C¨®mo, cu¨¢ndo se producen y por qu¨¦ persisten los esc¨¢ndalos urban¨ªsticos?
Jorge Benavides Sol¨ªs es Profesor Titular del Departamento de Urban¨ªstica de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Svilla.
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