"Para muchos el ilustrador es un se?or que rellena huecos"
Para evaluar el estado de salud de la ilustraci¨®n en Espa?a valga como ejemplo el camino recorrido por Una casa para el abuelo, ilustrado por Isidro Ferrer con texto de Grassa Toro. El cuento, un homenaje del dibujante a su padre y una historia sobre c¨®mo enfrentarse a la muerte de un ser querido, fue editado en Francia en 2001, pero en nuestro pa¨ªs ninguna editorial se interes¨® entonces por ¨¦l porque trataba uno de esos temas tab¨² en la literatura juvenil, hasta que el pasado a?o fue rescatado por la editorial Sins Entido. Isidro Ferrer y Una casa para el abuelo han recibido ahora el Premio Nacional de Ilustraci¨®n.
La muerte sigue siendo un tema sin resolver en la literatura infantil, pero ?qu¨¦ ha cambiado en este tiempo? "La pelota sigue del lado de las editoriales que son las que marcan la pauta y el momento", asegura Isidro Ferrer en el curso de una conversaci¨®n telef¨®nica desde Huesca. "Se deja mayor libertad a los autores, pero nos hemos instalado en un nivel de calidad alta aunque sin asumir demasiados riesgos". Con todo, llegar hasta aqu¨ª no ha sido tarea f¨¢cil. En los a?os setenta se vivi¨® un auge del ¨¢lbum ilustrado y se sacaron adelante proyectos muy novedosos, pero "el editor, con la excepci¨®n de las peque?as editoriales que se arriesgan m¨¢s, tiende a moverse por el n¨²mero de ventas y al final lo que ha prevalecido es el miedo y la prudencia a todos los niveles, tanto desde el punto de vista de la tem¨¢tica como del estilo". Las cosas no van mucho mejor si se piensa en la consideraci¨®n de los autores. "Todav¨ªa se sigue calificando al ilustrador como un se?or que rellena huecos, pero que no influye en la cultura. Normalmente, el ilustrador y el traductor son los grandes desconocidos del libro", a?ade Ferrer. La excepci¨®n ser¨ªan casos como el de El Roto o Chumy Ch¨²mez.
Con consideraci¨®n o sin ella
se han dado pasos de gigante. Hace unos a?os hubiera sido impensable un premio nacional a una obra como Una casa para el abuelo, un ¨¢lbum de car¨¢cter experimental donde se mezcla el lenguaje objetual con el volum¨¦trico. "Quer¨ªa un dibujo muy plano donde se resaltara la dimensi¨®n de la memoria", a?ade Ferrer, que ha mezclado elementos reales, como un agujero sobre la tierra, con materiales como maderas, hierros, cartones y fotograf¨ªas.
La idea de Ferrer, tambi¨¦n cartelista y dise?ador, es que el ¨²nico mercado que no se mueve con esa tendencia a la prudencia y a la contenci¨®n es el franc¨¦s. En el pa¨ªs vecino el ilustrador ha alcanzado cierta repercusi¨®n social y el libro infantil tiene categor¨ªa de libro. "En los suplementos literarios se publican todas las semanas secciones dedicadas a las historietas, y debido a esa normalizaci¨®n el mercado evoluciona de otra forma". Las excepciones en la Espa?a de las nacionalidades ser¨ªan Catalu?a, Galicia o Valencia, donde "la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica ha obligado a crear nuevas historias en su propia lengua". Lo ideal para este creador, que lleg¨® a la ilustraci¨®n de manera casual tras un accidente que le alej¨® de la interpretaci¨®n y la escenograf¨ªa, pasa porque se alcance una situaci¨®n en la que se acorten las distancias entre el producto dirigido al ni?o y al adulto, una distancia que ya ha comenzado a acortarse. "El ¨¢lbum infantil se deber¨ªa llamar simplemente ¨¢lbum ilustrado", asegura tajante. "Al fin y al cabo son con esos ¨¢lbumes con los que aprendemos a ver el mundo; en mi caso, con autores tan diferentes como Julio Verne o Gustavo Dor¨¦. Personalmente creo que los ni?os tienen la capacidad enorme de llenar los espacios vac¨ªos y llevarse las cosas a su terreno. Si ilustramos para ni?os mermamos su capacidad, a los peque?os hay que proporcionarles argumentos para que desarrollen sus ideas". Ferrer, que suele elegir sus proyectos m¨¢s por el lado emocional que por el econ¨®mico, asegura que le tiene sin cuidado la factura de los libros: "No me gustan los libros tramposos. Prefiero recuperar el producto al servicio de un buen libro a que est¨¦ bien encuadernado o bien impreso. Eso no es una garant¨ªa".
Una casa para el abuelo. Isidro Ferrer. Sins Entido. Madrid, 2005. 32 p¨¢ginas. 11,44 euros.
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