Oriente Medio, tras el fracaso de Estados Unidos
La situaci¨®n en esa inmensa zona que se extiende entre el valle del Indo y el Mediterr¨¢neo oriental es muy preocupante. La intenci¨®n de Estados Unidos cuando intervino en Irak en 1991 era efectuar cambios fundamentales en esa regi¨®n. Es evidente que esa pol¨ªtica de intervenci¨®n ha sido un fracaso. Incluso el ¨¦xito relativo de las elecciones en Irak amenaza con dividir a¨²n m¨¢s al pa¨ªs, en lugar de unirlo.
Oriente Medio ha sufrido desde la intervenci¨®n en Irak cambios radicales, pero no en el sentido de una democratizaci¨®n paulatina. Lejos de ello, lo que tenemos es la amenaza de un efecto domin¨® de ca¨ªda en el caos.
La decisi¨®n de entrar en guerra con Irak para liberar Kuwait en 1991 marc¨® el inicio del papel de Estados Unidos como fuerza militar hegem¨®nica en la regi¨®n. Con la decisi¨®n de entrar en guerra con Irak por segunda vez, seguida por la de ocupar el pa¨ªs en marzo de 2003, Estados Unidos pas¨® de fuerza hegem¨®nica a responsable directo del futuro de Oriente Medio.
Este papel de potencia decisiva en Oriente Medio que se atribuy¨® Estados Unidos pod¨ªa tener dos consecuencias. De dar resultado el uso de la fuerza militar, un Oriente Medio nuevo y democr¨¢tico. Pero si fracasaba, un vac¨ªo de poder y mayor desestabilizaci¨®n de la zona. Esta segunda posibilidad -predecible desde el principio- es hoy una realidad. En el propio Irak, Estados Unidos ya s¨®lo se intenta mantener el statu quo. Y a lo m¨¢s que puede aspirar es a una retirada que salve las apariencias.
Las recientes elecciones legislativas estadounidenses constituyeron un refer¨¦ndum sobre la guerra de Irak. Su resultado estableci¨® una agenda para la iraquizaci¨®n del conflicto y la retirada de EE UU antes de las pr¨®ximas elecciones presidenciales.
Detr¨¢s del final, totalmente predecible, de la misi¨®n de Estados Unidos, acecha una guerra civil en Irak, que amenaza con convertirse en una guerra ¨¢rabe-iran¨ª encubierta por el dominio en Irak, en el Golfo, en L¨ªbano, en los territorios palestinos y en otras zonas. Es m¨¢s, existe un grave riesgo de que el vac¨ªo de poder creado en Irak termine fundiendo el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª, el de Irak y el de Afganist¨¢n en una ¨²nica mega-crisis regional.
En vista de la inminente retirada de Estados Unidos, las potencias regionales han empezado a revaluar sus intereses y sus objetivos. Ir¨¢n, Siria, Arabia Saud¨ª, Egipto, Jordania, Pakist¨¢n, Turqu¨ªa e Israel ser¨¢n los principales actores.
Con la guerra de Irak, Estados Unidos ha perdido su posici¨®n de fuerza unilateral no s¨®lo en Oriente Medio, sino tambi¨¦n en el resto del mundo. En el futuro, ser¨¢n varias las potencias mundiales que jugar¨¢n un papel en Oriente Medio, principalmente, Estados Unidos, Rusia, China e India. Esperemos que Europa se encuentre entre esas potencias, porque de ello depende su propia seguridad.
As¨ª que no s¨®lo est¨¢ en juego el futuro de Irak, sino el de toda la regi¨®n. Podemos darnos por contentos si logramos contener en Irak el caos emergente.
Washington se ha dado cuenta, tal vez demasiado tarde, de que Irak no se puede ganar, ni siquiera estabilizar, a no ser que cambie el marco regional. Estados Unidos tendr¨¢ que llegar a un acuerdo con sus aliados y participar en negociaciones directas con el resto de las partes a fin de intentar alcanzar un nuevo consenso en la regi¨®n.
Si este giro en la pol¨ªtica de Washington hubiera tenido lugar hace un a?o, las perspectivas habr¨ªan sido mejores. La posici¨®n de Estados Unidos en la regi¨®n se debilita de d¨ªa en d¨ªa, y las posibilidades de una nueva estrategia pol¨ªtica se hacen cada vez m¨¢s remotas.
El mayor peligro reside en Ir¨¢n, al que beneficia claramente el vac¨ªo de poder iraqu¨ª. Ir¨¢n abriga ambiciones hegem¨®nicas, que intenta hacer realidad mediante su potencial militar, sus reservas de gas y petr¨®leo, su programa nuclear, su influencia en los chi¨ªes de toda la regi¨®n y sus esfuerzos para alterar el statu quo en el seno del mundo ¨¢rabe musulm¨¢n.
Sin embargo, Ir¨¢n tambi¨¦n est¨¢ relativamente aislado. Sus ¨²nicos aliados en la regi¨®n son Siria y Hezbol¨¢. Y adem¨¢s se ve amenazado por una coalici¨®n de facto del resto de las potencias de la regi¨®n, unidas en su temor a una supremac¨ªa iran¨ª.
Si Occidente -Am¨¦rica y Europa- act¨²a unido, con rapidez y decisi¨®n, todav¨ªa quedar¨ªa alguna posibilidad de estabilizar la regi¨®n. Esto entra?a una estrategia basada en la influencia pol¨ªtica y no en la amenaza de intervenci¨®n militar o de cambio de r¨¦gimen. Para llevarla a efecto, esta estrategia requiere una amenaza realista de aislamiento a quienes sigan socavando la estabilidad regional y un progreso sustancial en la resoluci¨®n del conflicto ¨¢rabe-israel¨ª.
Una nueva pol¨ªtica en Oriente Medio tendr¨¢ que centrarse en cuatro aspectos: 1) una oferta a Siria para que se emancipe de Ir¨¢n; 2) una oferta a Ir¨¢n de negociaciones directas encaminadas a una normalizaci¨®n total de las relaciones; 3) una iniciativa realista y firme para resolver el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª, y 4) un marco de seguridad regional que tenga como prioridad la estabilizaci¨®n de Irak y Afganist¨¢n.
Joschka Fischer fue ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller de Alemania entre 1998 y 2005. Hoy es profesor visitante en la Universidad de Princeton. Traducci¨®n de Pilar V¨¢zquez. ? Project Syndicate, 2006.
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