Coronar todas las cumbres
S¨¦gol¨¨ne Royal, la candidata socialista a la presidencia de la Rep¨²blica Francesa, tiene tres cumbres que coronar. Por el bien de Francia y de Europa -al resto del continente le interesa que Francia goce de salud y prosperidad- esperemos que tenga la energ¨ªa de un escalador en sus movimientos por los Alpes pol¨ªticos.
La primera de esas monta?as es Nicolas Sarkozy, su probable adversario en la derecha. Sarkozy es un adversario temible, aunque propenso a meter la pata, pero supongamos que Royal llegue a presidenta. Yo recibir¨ªa de buen grado ese resultado. Ser¨ªa la primera mujer en el cargo y aportar¨ªa un nuevo estilo a una presidencia que desde hace tiempo ocupan personajes conocidos por su aristocr¨¢tica forma de desempe?arla. Como pol¨ªtica de izquierdas, no s¨®lo conceder¨ªa atenci¨®n a la mejora de la titubeante situaci¨®n econ¨®mica de Francia, sino que tratar¨ªa de impedir que sigan aumentando las desigualdades existentes en el pa¨ªs.
No obstante, este resultado s¨®lo ser¨¢ posible si se calza los crampones y escala dos cimas a¨²n m¨¢s empinadas: ?c¨®mo desarrollar pol¨ªticas que aborden realmente los arraigados problemas a los que tiene que enfrentarse Francia?; ?y c¨®mo mantener unida a su propia coalici¨®n, trufada de considerables diferencias ideol¨®gicas?
Puede que tenga dificultades para presentar un frente unido ante los comicios, pero, de hecho, ¨¦sta es la parte sencilla. M¨¢s dif¨ªcil lo tendr¨¢ cuando tenga que cambiar realmente las pol¨ªticas. Hasta ahora, las iniciativas de su programa apenas se han desarrollado, casi todo es ret¨®rica.
En ocasiones Royal se ha referido con admiraci¨®n a Tony Blair, algo que constituye una especie de herej¨ªa para la izquierda francesa, que en su mayor¨ªa piensa que Blair est¨¢ sometido a los dictados del mercado y que no es en absoluto socialista. Pero Royal deber¨ªa reconocer que, pese a lo que digan muchos observadores, las victorias electorales de Blair no s¨®lo han tenido que ver con su atractivo personal.
Blair ha logrado lo que Royal tambi¨¦n deber¨ªa conseguir. En esencia, el Nuevo Laborismo nunca fue un giro sin sustancia, sino que contaba con un s¨®lido programa de pol¨ªticas, basado en el an¨¢lisis de un mundo en proceso de cambio y, sobre todo, del impacto de la globalizaci¨®n. Adem¨¢s, Blair consigui¨® aunar a gran parte de su partido en torno a este programa, que, a pesar de las disidencias, sigue vigente.
Francia es un ejemplo de lo que se podr¨ªa llamar "sociedad bloqueada". Es un pa¨ªs replegado sobre s¨ª mismo. En gran medida, la labor de Royal ser¨¢ abrirlo de nuevo, y no ser¨¢ f¨¢cil. En los ¨²ltimos sondeos, menos del 10% de los franceses considera positiva la globalizaci¨®n, lo cual arroja un porcentaje mucho menor que en cualquier otro pa¨ªs de la Uni¨®n Europea. Pero Francia no es un pa¨ªs inmutable, algunas de sus principales empresas, como Danon, se han hecho globales y han demostrado ser capaces de responder con eficacia a las demandas del nuevo mercado mundial.
Sin embargo, a la clase pol¨ªtica, de ambos lados del arco ideol¨®gico franc¨¦s, le cuesta mucho m¨¢s asumir los cambios. Los Gobiernos de Lionel Jospin y Jacques Chirac tienen algo en com¨²n: ninguno ha sido capaz de hacer una mella apreciable en los enormes problemas socioecon¨®micos a los que se enfrenta Francia. El desempleo sigue empe?ado en mantenerse; el paro juvenil y el de larga duraci¨®n son especialmente elevados; s¨®lo el 63% de la poblaci¨®n activa trabaja, frente a bastante m¨¢s del 70% en pa¨ªses con mejor situaci¨®n, como Suecia, Dinamarca y el Reino Unido. La consecuencia es que el sistema de bienestar franc¨¦s es insostenible, incluso a corto plazo.
Royal se ha pronunciado en contra de la semana laboral de 35 horas. Ha reconocido que hay que ocuparse aqu¨ª y ahora de la delincuencia y de los disturbios sociales, y, para lidiar con los delincuentes m¨¢s empedernidos, propugna la introducci¨®n de servicios comunitarios y de escuelas para padres y madres. Al mismo tiempo, ha defendido los derechos de las mujeres y de los ni?os y ha se?alado que est¨¢ a favor de legalizar los matrimonios homosexuales y su derecho a la adopci¨®n. Sin embargo, apenas hay indicios de que exista un programa econ¨®mico coherente. Al igual que Sarkozy, Royal habla de la necesidad de romper con el "estilo franc¨¦s", pero tambi¨¦n de la necesidad de proteger los empleos y de incrementar la seguridad frente a la globalizaci¨®n.
No estoy sugiriendo que Royal ni ning¨²n otro aspirante de centro-izquierda deba copiar el programa del Nuevo Laborismo. La historia y las necesidades de Francia y el Reino Unido son bastante diferentes. El Reino Unido se est¨¢ recuperando de 18 a?os de thatcherismo, durante los cuales los servicios p¨²blicos fueron abandonados. Por otra parte, la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs y su creaci¨®n de empleo mejoraron durante la ¨¦poca de Thatcher.
Royal, no obstante, puede aprender de algunas de las pol¨ªticas laboristas m¨¢s exitosas, y tambi¨¦n de las de Gobiernos de centro-izquierda de otros pa¨ªses.
Francia necesita remodelar su sistema asistencial, reformar los mercados de trabajo para ayudar a que se genere m¨¢s empleo, aprobar medidas de apoyo a las peque?as empresas y, sobre todo, reformar el Estado. En cuanto al mercado laboral franc¨¦s, lo que hay que erradicar es su propia fragmentaci¨®n, porque es econ¨®micamente ineficiente y hostil a la justicia social. Como demuestra la experiencia, no s¨®lo del Reino Unido sino de los pa¨ªses escandinavos, el ¨²nico principio compatible con esos dos objetivos es "proteger al trabajador, no el puesto de trabajo".
La principal dificultad es que esas pol¨ªticas ser¨¢n profundamente impopulares entre ciertos sectores de la coalici¨®n que Royal necesita mantener unida. Los intereses creados de algunos grupos, sobre todo de los sindicatos, que pretenden proteger los privilegios de los trabajadores con empleo estable, tienen un gran apoyo entre muchas personas de izquierda. Los desempleados, los j¨®venes y las minor¨ªas -los que en realidad sufren las inseguridades de la sociedad francesa- carecen de representaci¨®n organizada. Pero si no se mejoran sus condiciones de vida, no podr¨¢ haber un programa de izquierdas coherente.
Royal no s¨®lo tendr¨¢ que coronar sus cumbres, sino sortear los campos de minas que le aguardan en su ascenso.
Anthony Giddens es soci¨®logo brit¨¢nico, autor de La tercera v¨ªa: la renovaci¨®n de la socialdemocracia. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar.
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