Reinventar el proceso
Se han cumplido ocho meses desde la proclamaci¨®n por ETA de su "alto el fuego permanente". Desde entonces han pasado muchas cosas, la mayor¨ªa malas. La esperanza inicial ha dado lugar a m¨¢s escepticismo, los partidos democr¨¢ticos est¨¢n profundamente enfrentados entre s¨ª, y se ha recrudecido la actividad violenta: extorsi¨®n, terrorismo callejero, y, por ¨²ltimo, el robo (con secuestro) de un importante arsenal. La pregunta a formular es si merece la pena seguir por este camino, hay que abandonarlo formalmente, o conviene reorientarlo de forma radical.
La respuesta requiere analizar qu¨¦ es lo que est¨¢ fallando en el proceso, en su conceptualizaci¨®n, y en su ejecuci¨®n.
No sabemos ante qu¨¦ tipo de negociaci¨®n estamos. Part¨ªamos de un sobrentendido, el de que no se trataba de una negociaci¨®n pol¨ªtica, sino de una oferta de contrapartidas a la banda centradas en la situaci¨®n de presos y personas con causas pendientes, utilizando la discrecionalidad de que el Estado de derecho dispone para estas cuestiones. Es decir, paz por clemencia. O, como dijo Savater, el Gobierno jam¨¢s deber¨ªa preguntar "qu¨¦ se debe", porque no se debe nada.
El PSOE y el PP deben encajar la negociaci¨®n en un acuerdo expl¨ªcito y p¨²blico sobre sus l¨ªmites
Y, en cambio, lo que nos encontramos es que ETA (directamente o a trav¨¦s de Batasuna) plantea el proceso como una negociaci¨®n pol¨ªtica anclada en sus objetivos maximalistas de autodeterminaci¨®n y territorialidad.
Cierto es que el Gobierno no los ha admitido: no ha dado pasos visibles en ninguna de las direcciones pretendidas por la banda en el plano pol¨ªtico, ni se ha modificado la situaci¨®n de los presos.
Pero s¨ª ha alimentado la sospecha de que hay un trasfondo pol¨ªtico negociable: reuniones (p¨²blicas y secretas) con Batasuna, declaraci¨®n de Zapatero acerca del "derecho a decidir" y el "nuevo marco de convivencia", y, sobre todo, admisi¨®n de la mesa de partidos, incluso, en paralelo a las negociaciones para el abandono de las armas, olvidando el compromiso de "primero la paz, luego la pol¨ªtica".
Tambi¨¦n hay fallos en la ejecuci¨®n. Se transmite la impresi¨®n de que ETA gobierna los tiempos y marca la estrategia, con el Gobierno a remolque. Y algo quiz¨¢ peor: algunos gestos y gui?os desde el poder sugieren cierta legitimaci¨®n de Batasuna o hasta de alg¨²n terrorista de ETA favorable al "proceso". Gestos y gui?os a los que la otra parte, por cierto, ha correspondido con desd¨¦n, con provocaci¨®n, o hasta con gasolina.
Por debajo de estos fallos hay una carencia estrat¨¦gica grave. La pregunta es: ?cab¨ªa abordar este proceso sin tener acordado con el PP un marco de entendimiento sobre sus l¨ªmites y procedimientos? ?Cab¨ªa imaginar que el PP iba a prestar un asentimiento acr¨ªtico a cualesquiera acuerdos con ETA? La invocaci¨®n a los precedentes (el PSOE apoy¨® al Gobierno del PP en la anterior negociaci¨®n con ETA) tiene un alcance limitado: es verdad, pero tambi¨¦n lo es que las l¨ªneas rojas estaban claras y por eso la negociaci¨®n fracas¨®.
El PSOE ha subvalorado la importancia del apoyo del PP en este proceso. Puede que incluso haya estimado que la ruptura serv¨ªa para arrinconar al PP, a la vista de las grandes expectativas que suscita inicialmente el proceso de di¨¢logo. Error de bulto si es lo primero, y grave responsabilidad si es lo segundo. Porque la desasistencia del PP deja al Gobierno encerrado con un solo juguete, el que maneja ETA. O, tal vez, deja a los dos actores encerrados en un dilema del prisionero del que ninguno puede escapar.
Pues bien, volvamos a la pregunta original. ?Qu¨¦ hacer? La primera opci¨®n, business as usual, que es la que el presidente del Gobierno ampara con el ritornelo del camino "largo, duro y dif¨ªcil" cada vez que en el otro lado se mueven, no tiene futuro alguno. Su mejor expectativa es el ir tirando, en la esperanza (que no la seguridad) de que ETA no puede ahora volver a matar como hizo en 1999. Pero ya no se trata entonces de que el camino sea largo, duro y dif¨ªcil. Es que, tal y como se ha trazado, no lleva a ninguna parte.
En el extremo opuesto est¨¢ el abandono del proyecto de terminar con ETA. Tampoco me parece el camino. No ha habido mejor oportunidad hist¨®rica que ¨¦sta para acabar con esta pesadilla. Nunca ETA hab¨ªa sido tan d¨¦bil ni el terrorismo se hab¨ªa hallado tan desasistido socialmente como ahora.
Queda una tercera posibilidad, la de reinventar el proceso en curso. No es tan complicado. Bastar¨ªa un giro en su definici¨®n y en su ejecuci¨®n.
El giro consiste en encajar la negociaci¨®n en un acuerdo previo, expl¨ªcito, cerrado, y p¨²blico sobre sus l¨ªmites y procedimientos entre el PSOE y el PP, a trav¨¦s del cual la otra parte perciba que no puede esperar ninguna recompensa pol¨ªtica por dejar las armas. Que de pol¨ªtica se empieza y se termina de hablar en las instituciones, en el Parlamento vasco y en el Parlamento espa?ol, y no en mesas extraparlamentarias cuya mera existencia implica reconocer la insuficiencia del cauce institucional. Que s¨®lo en el marco del sistema constitucional caben las reformas y los procedimientos de ratificaci¨®n popular de las mismas. Que la alternativa al acuerdo es estrechar el cerco hasta que ETA, con m¨¢s coste, se muera sola. Simplemente dejando esto claro se est¨¢ en condiciones id¨®neas de abordar ese di¨¢logo.
Los dos partidos nos lo deben a los ciudadanos, a los que les hemos votado y a quienes no lo han hecho. Los dos tienen incentivos para hacerlo. El PSOE, porque es evidente que en solitario jam¨¢s podr¨¢ hacer avanzar el proceso con garant¨ªas de llegar a su cierre. El PP, porque moral, pol¨ªtica y hasta electoralmente est¨¢ obligado a contribuir a dar certeza y estabilidad a una soluci¨®n decente y democr¨¢tica para el fin definitivo de la violencia. A los dos incumbe reinventar el proceso y hacerlo ya. No es tan dif¨ªcil, si ambos se ponen a ello sin prejuicios.
Jos¨¦ Ignacio Wert es soci¨®logo y presidente de Inspire Consultores.
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