La belleza de la fealdad
Raimond Hoghe sobrecoge con su versi¨®n de 'El lago de los cisnes'
Espeluznante para el espectador ballet¨®mano y estimulante para el espectador de vanguardia. As¨ª es la versi¨®n que el core¨®grafo alem¨¢n Raimond Hoghe ha realizado del famoso ballet El lago de los cisnes de Marius Petipa con m¨²sica de Chaikovski. Ver en escena a un hombre peque?o, casi enano y con joroba, encarnando al cisne protagonista cala hondo en la sensibilidad del p¨²blico, al que provoca repulsi¨®n o ternura, seg¨²n el caso. Ese cisne maltrecho es el propio Hoghe. Swan Lake, 4 acts es un espect¨¢culo dif¨ªcil de olvidar que acompa?ar¨¢ durante semanas a la mayor¨ªa del p¨²blico que acudi¨® el jueves al Mercat de les Flors de Barcelona, en donde tambi¨¦n se ha presentado estos d¨ªas su particular versi¨®n de La consagraci¨®n de la primavera.
Hoghe fue dramaturgo de Pina Bausch entre 1980 y 1990. En la actualidad, crea espect¨¢culos de teatro-danza que se caracterizan por sus austeras puestas en escena, su movimiento minimalista y la poes¨ªa conceptual que encierran. Son espect¨¢culos corrosivos, con pinceladas de ternura y humor. El baile es escaso y su fuerza reside en la carga emocional del gesto.
La deformidad de Hoghe no le ha intimidado a la hora de subir a un escenario; al contrario, la utiliza para manipular al p¨²blico a su antojo estrangul¨¢ndole el coraz¨®n con las im¨¢genes que crea. Estamos ante un hombre valiente, que en este espect¨¢culo encarna a un cisne herido de amor. Sobrecogedora la imagen en que se le ve en escena con la joroba al desnudo, mientras sus cortos brazos se ci?en en triste aleteo al comp¨¢s de la m¨²sica de Chaikovski. Ante esta imagen, el espectador queda clavado en su butaca y le cuesta tragar saliva. Su movimiento, tierno y grotesco a la vez, es una reflexi¨®n sobre el amor y el odio. ?l desea ser bello como un cisne, ama esa forma, pero tambi¨¦n la odia porque su cuerpo no se lo permite. Sin embargo, hay un momento en este fragmento en que se llega a ver a Hoghe como un ser bello.
El otro pilar del espect¨¢culo es Ornella Balestra, la bailarina fetiche de B¨¦jart. Esta hermosa mujer con unas condiciones t¨¦cnicas que rayan en el virtuosismo emana en su rostro una vida y una fuerza que ilumina el espect¨¢culo. Su bello movimiento de brazos es genial, incluso mejor que el de la propia Maya Plis¨¦tskaya. Tanto en tut¨² como en gabardina est¨¢ majestuosa. Su solo bailando la variaci¨®n del cisne negro estirada en el suelo es genial. El resto de los int¨¦rpretes -Brynjar Bandlien, Lorenzo de Brabandere y Nabil Yahia-Aissa- cumplen de comparsas, pero no son necesarios en la obra.
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