Pamuk desentra?a el arte de escribir
El escritor turco explica ante la Academia Sueca las dificultades y la grandeza de la literatura
La descripci¨®n, por momentos dram¨¢tica, del itinerario de la creaci¨®n literaria en un entorno y un tiempo en el que el arte de escribir y la cultura en general no eran bienes estimados ni estimulados, centr¨® el discurso pronunciado por el premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk (Estambul, 1952) en la Academia Sueca. Se trata de una tradici¨®n que se repite cada a?o con renovada expectaci¨®n, porque cada escritor trae consigo una experiencia intransferible. La maleta de mi padre fue el t¨ªtulo que el escritor turco dio a su disertaci¨®n, una maleta con sus escritos que el padre le dio dos a?os antes de su muerte, que se produjo hace cuatro, como quien deja algo sin mayor importancia, y que acompa?¨® de unas palabras dichas como al pasar: "T¨² ver¨¢s, si algo de lo que est¨¢ ah¨ª sirve para algo. Tal vez t¨² puedes hacer una selecci¨®n y publicarlo".
"Ser escritor significa describir la persona secreta que cada uno alberga"
El padre hab¨ªa sido un hombre culto, proclive a vivir bien con sus amigos, con los que compart¨ªa puntos de vista sobre casi todas las cosas, lo que le permit¨ªa eludir controversias. En busca de su bienestar personal, hab¨ªa sacrificado su relaci¨®n con la familia, a la que dejaba por largos periodos para viajar a Par¨ªs -entre otros lugares-, donde adquir¨ªa libros, asist¨ªa a espect¨¢culos, se reun¨ªa con gente interesante. No era s¨®lo la huida del mundo familiar sino de un ambiente, el de Estambul, que significaba aislamiento. Fruto de esos viajes, seg¨²n pudo comprobar su hijo m¨¢s tarde, era en parte el contenido de esa maleta de cuero negro con un perfume peculiar que evocaba los tiempos de su ni?ez y juventud, y que lo enfrentaba a la relaci¨®n con su padre, una larga relaci¨®n de atracci¨®n y rechazo.
El recuerdo de una gran biblioteca, de una primera vocaci¨®n de su padre de convertirse en poeta, de sus traducciones de Val¨¦ry al idioma turco, en un pa¨ªs pobre donde la profesi¨®n de literato no justificaba el esfuerzo que ese camino significaba. Fue eso lo que disuadi¨® al padre de perseverar en su vocaci¨®n y optar por los negocios, siguiendo una tradici¨®n heredada de su padre.
Los temores de abrir la maleta ten¨ªan varias vertientes, desde la que el contenido no fuera de su agrado hasta de que resultara que su padre hab¨ªa sido un buen escritor. De haber ocurrido esto significaba para Orhan Pamuk descubrir una faceta de su padre que no conoc¨ªa y que le causaba cierta desaz¨®n.
A partir de estas an¨¦cdotas, Pamuk describi¨® el proceso de la creaci¨®n literaria. "Despu¨¦s de muchos a?os de trabajo, pienso que ser escritor significa descubrir la persona secreta que uno alberga y el mundo interno que hace posible esa persona". La literatura no evoca en m¨ª inicialmente ni novela ni poes¨ªa, afirm¨® Pamuk, sino a una persona que en la soledad de su habitaci¨®n emprende la tarea de reconstruir su mundo interior con palabras, y hacerlo visible para los dem¨¢s.
Y compar¨® esa tarea con la de un alba?il que ladrillo a ladrillo, piedra sobre piedra, construye un puente o una c¨²pula. Una tarea que exige una enorme dosis de paciencia y tambi¨¦n de esperanza. Algo que expresa muy bien, seg¨²n el escritor, una expresi¨®n popular turca, "cavar un pozo con una aguja".
Y que de alguna manera rescata en su novela Mi nombre es Rojo con la descripci¨®n de los pintores persas de miniaturas. Para poder describir la propia vida, as¨ª como la de otros y sentir la fuerza de la creaci¨®n, el escritor debe pacientemente consagrar todos sus esfuerzos a esa tarea. La literatura se convierte entonces, seg¨²n Pamuk, en un conjunto de las cosas m¨¢s valiosas creadas por el hombre para comprenderse a s¨ª mismo.
El escritor que inicia ese viaje comprende, con el transcurso de los a?os, que escribir es el arte de presentar su historia como si fuera la de los otros y la de estos como si fuera la nuestra. Esa vinculaci¨®n de la literatura con los mejores valores de la humanidad indica que la quema de libros y el desprecio a los escritores son el presagio de tiempos oscuros e irracionales.
A los 23 a?os, Pamuk decidi¨® consagrar su vida a la creaci¨®n literaria. No fue ajena a esa elecci¨®n, la complicada relaci¨®n con su padre, que, contrariamente a su madre, lo alent¨® a ser fiel a su vocaci¨®n. Tal vez para ver realizada en el hijo la aventura que ¨¦l no se hab¨ªa animado a emprender. Fue despu¨¦s que el escritor le mostrara el manuscrito de su primera novela, porque confiaba en su juicio pero lo tem¨ªa al mismo tiempo, cuando le dijo, tras abrazarlo, que un d¨ªa recibir¨ªa el Premio Nobel. No porque lo creyera, cont¨® Pamuk, sino como un padre turco le dice a su hijo, para darle confianza, que alg¨²n d¨ªa va a recibir el t¨ªtulo de pacha. "Me hubiera gustado que mi padre estuviera hoy entre nosotros", finaliz¨®.
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