Los tesoros salvados de la ira talib¨¢n
El Museo Guimet de Par¨ªs expone 220 piezas que concilian las tradiciones griega e india
Durante la primavera de 2001 los talibanes, los "estudiantes de religi¨®n", dinamitaron las gigantescas estatuas de Bamiyanque representaban a Buda. En ese momento nadie pod¨ªa hacerse la menor ilusi¨®n respecto a la supervivencia de los tesoros conservados en el museo de Kabul desde 1931, la mayor¨ªa de ellos descubiertos por arque¨®logos franceses. Es m¨¢s, se sab¨ªa tambi¨¦n que los talibanes hab¨ªan acabado a martillazos con 2.500 de las obras figurativas que aquel guardaba y en todos los pa¨ªses fronterizos era f¨¢cil comprar obras de arte que antes estaban expuestas en Kabul. El mayor misterio envolv¨ªa todo lo relativo a las excavaciones realizadas en Begram, Fullol, Tillia Tepe y Ai Khanoum, las m¨¢s recientes y en algunos casos sus resultados nunca expuestos al p¨²blico. Era un patrimonio que se daba por desaparecido, v¨ªctima de esa concepci¨®n de la cultura de los talibanes que funde fanatismo y avaricia.
No existe ninguna garant¨ªa de que la exposici¨®n pueda exhibirse en Kabul
Era un patrimonio que se cre¨ªa desaparecido, v¨ªctima del fanatismo y la avaricia
Doscientas veinte piezas -coronas, brazaletes, pendientes, platos, jarrones, estatuillas, bajorrelieves, anillos...- se exponen ahora en el museo Guimet de Par¨ªs hasta el 30 de abril. Es un conjunto extraordinario, de gran calidad y valor, en el que dominan el oro y el marfil y en el que se logra un maravilloso sincretismo entre la tradici¨®n griega y la india, no en vano el actual Afganist¨¢n, mal que le pese al islam intolerante, estaba en medio de esas dos grandes corrientes culturales y recibi¨® tambi¨¦n la influencia de los pueblos que habitaban lo que hoy es China. Esas 220 piezas -y otras muchas a¨²n no presentadas al p¨²blico- pasaron m¨¢s de diez a?os encerradas en las cajas fuertes del banco central de Kabul.
En 1988 el presidente prosovi¨¦tico Mohamed Najibul¨¢, ante la progresi¨®n de la rebeli¨®n afgana, decide sacar los tesoros m¨¢s preciosos del museo y guardarlos en los cofres del banco nacional, en los s¨®tanos del palacio presidencial de Arg. Las siete llaves necesarias para abrirlos son confiadas a siete personas distintas. Estamos pues en 1988, la guerra contra el ocupante sovi¨¦tico se acaba -Najibul¨¢ ser¨¢ ahorcado por los presuntos liberadores del pa¨ªs- y comienza otra guerra civil, ahora entre muyaidines y talibanes, entre distintos se?ores de la guerra.
La l¨ªnea de frente que separaba a las distintas facciones afganas pasaba por el museo construido por el rey Amanullah, como en su d¨ªa, en Beirut, el museo nacional, tambi¨¦n sirvi¨® de b¨²nker a la muchachada del Hezbol¨¢. El edificio fue saqueado, bombardeado e incendiado, todo lo que pudo venderse -40.000 monedas antiguas, por ejemplo- se vendi¨® y eso continu¨® a¨²n despu¨¦s de 1996, tras la victoria de los talibanes que a pesar de su dominio absoluto sobre el pa¨ªs, nunca pudieron resolver el problema que les planteaban los cofres infranqueables. Nadie confiaba en recuperar las 21.618 piezas -el 90% de las cuales de oro- que el arque¨®logo sovi¨¦tico V¨ªctor Sarianidi hab¨ªa descubierto en Tillia Tepe en 1978, al excavar cinco tumbas. Era un a?o antes de que empezase la invasi¨®n de los tanques de Mosc¨² y las malas lenguas dec¨ªan que los tesoros de Kabul estaban en el Kremlin.
En el a?o 2003 el presidente Amir Karzai, de la mano de una coalici¨®n occidental, accede al poder. Y en cuesti¨®n de pocos meses localiza las siete llaves. Los cofres son reabiertos y ah¨ª est¨¢ un patrimonio arqueol¨®gico que cubre siete siglos y cuatro grandes yacimientos, que cuenta una historia del pa¨ªs compleja, abierta, sujeta a influencias y verdades varias, algo inaceptable para los talibanes que, como los pretendidos arque¨®logos del Hezbol¨¢ en Beirut, s¨®lo admiten la isl¨¢mica como cultura fundadora y primera en el territorio.
La exposici¨®n que ahora se presenta en Par¨ªs y que ha de viajar por otras capitales europeas antes de regresar a Kabul, donde no existe ninguna garant¨ªa de que pueda ser mostrada al p¨²blico, es de primera magnitud y coincide en la capital francesa con otro acontecimiento arqueol¨®gico de importancia como es el que se exhiba en el Grand Palais lo rescatado del fondo del mar en los puertos de Alejandr¨ªa y de la desaparecida Heracli¨®n. Si aqu¨ª la tradici¨®n griega se encuentra con la de Egipto y permite erotizar el hieratismo de las diosas, en el museo Guimet el hermanamiento es m¨¢s vital, la mesura griega se contagia enseguida de la opulencia hind¨² y ¨¦sta encuentra un punto de elegancia nuevo. La religi¨®n cede el paso ante la belleza y la vida.
Franceses en Afganist¨¢n
?Por qu¨¦ Par¨ªs? ?Por qu¨¦ elegir la capital francesa en vez de una ciudad de EE UU para la premi¨¨re de Afganist¨¢n, los tesoros reencontrados?
Sencillamente, porque los servicios arqueol¨®gicos franceses empezaron a trabajar en Afganist¨¢n en 1922. La monarqu¨ªa de la ¨¦poca no confiaba en los brit¨¢nicos, antigua potencia colonial expoliadora y lleg¨® a un acuerdo por el que Francia pod¨ªa quedarse con la mitad de los hallazgos, que alimentaron el museo Guimet e hicieron que su colecci¨®n afgana sea la mejor del mundo, exceptuada la que exist¨ªa en Kabul. La f¨®rmula sigui¨® vigente hasta 1965. A partir de esta fecha y hasta 1982 -los sovi¨¦ticos ordenaron su expulsi¨®n- los arque¨®logos franceses siguieron trabajando en Afganist¨¢n, ahora como socios cient¨ªficos del Estado afgano. En 2002, a la ca¨ªda del talibanismo, los franceses emprendieron la reconstrucci¨®n del museo de Kabul y han vuelto a reavivar algunas excavaciones.
Una parte de los siete euros que el visitante paga por entrada se destina a financiar las obras en el citado museo.
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