Turqu¨ªa y la Uni¨®n Europea
La reciente visita de Benedicto XVI a Turqu¨ªa ha resultado, bajo muchos aspectos, extremadamente innovadora e interesante. En primer lugar, porque subray¨® las diferencias entre el cardenal Ratzinger y el papa Benedicto XVI, diferencias con las que tendremos que acostumbrarnos a convivir -por lo que se ha visto- a lo largo de su pontificado. En efecto, la primera declaraci¨®n significativa del Papa, en suelo turco, fue: "No somos una autoridad pol¨ªtica , pero deseamos que Turqu¨ªa forme parte de la Uni¨®n Europea". ?Eureka! Turqu¨ªa, como Par¨ªs para Enrique IV, "bien vale una misa"... Una declaraci¨®n que contradice el pensamiento reiterado por el cardenal Ratzinger y la pol¨ªtica, en concreto, del Vaticano en un pasado reciente, pero al parecer no la del Papa.
?Por qu¨¦ lo hizo? Explicar semejante cambio por la necesidad, sentida por el papa Benedicto XVI, de enmendar la gaffe, o mejor dicho, la maliciosa insinuaci¨®n del te¨®logo Ratzinger, realizada en la Conferencia de Ratisbona, en septiembre pasado, cuando procur¨® sutilmente asociar el Islam con la violencia, sirvi¨¦ndose para ello de una cita de un emperador bizantino (?bizantino, adem¨¢s!) me parece demasiado f¨¢cil, incluso simplista. Por m¨¢s que la provocaci¨®n me parezca manifiesta y grave para el Papa, aunque no para el te¨®logo Ratzinger. La raz¨®n profunda de este viraje es otra y m¨¢s seria, a mi parecer. Se deriva de que las circunstancias internacionales han cambiado -o lo est¨¢n haciendo, aceleradamente- con una alteraci¨®n de las relaciones de fuerza en Oriente Medio. El estado de extrema debilidad de la coalici¨®n angloamericana as¨ª como de Israel, despu¨¦s de la tr¨¢gica aventura del L¨ªbano, en esa zona del mundo -los americanos s¨®lo piensan, despu¨¦s de las elecciones del 7 de noviembre, en c¨®mo abandonar Irak, sin dejar el pa¨ªs en un completo caos-, aconseja vivamente no menospreciar a Turqu¨ªa. Se trata de un dato objetivo, indiscutible.
En efecto, la visita del presidente de Irak, Jalal Talabani, fundador y secretario general de la Uni¨®n Patri¨®tica del Kurdist¨¢n, al gu¨ªa supremo de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, el ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei, tiene un enorme significado. Hubiera sido realmente impensable pocos meses atr¨¢s. ?Despu¨¦s de siete a?os de una cruenta guerra entre Irak e Ir¨¢n y de la guerra del Golfo que sigui¨® a ¨¦sta, el jefe de Estado de Irak, aupado a ese cargo por George W. Bush, como consecuencia de la invasi¨®n americana y de las elecciones promovidas por ¨¦l, se atreve a presentarse en Ir¨¢n, uno de los m¨¢s peligrosos pa¨ªses del "eje del mal"...? Y no s¨®lo eso, debe escuchar adem¨¢s de labios del "gu¨ªa supremo" -cito literalmente- que "el abandono por parte de los norteamericanos del territorio iraqu¨ª es la primera condici¨®n para el restablecimiento de la situaci¨®n". Y conservar una promesa: "Si el Gobierno iraqu¨ª solicita la retirada americana, Ir¨¢n har¨¢ todo lo posible para ayudar al restablecimiento de la seguridad y de la estabilidad en Irak". En otras palabras, Ir¨¢n se postula como potencia regional hegem¨®nica, capaz de desafiar y sustituir a los Estados Unidos, no s¨®lo con palabras sino como salvador de un Estado como Irak, antes enemigo y ahora sumido en la guerra civil y en el caos. En comparaci¨®n con esta visita, del desayuno de Bush con el primer ministro iraqu¨ª, en Amman, apenas se deriv¨® una insignificancia: la promesa de Bush, en efecto, fue tan s¨®lo la de mantener las tropas en Irak... "hasta completar el trabajo".
Es eso lo que explica el radical cambio de pol¨ªtica del Vaticano -expresado por el Papa- en relaci¨®n con Turqu¨ªa. En efecto, Turqu¨ªa representa un puente esencial para el di¨¢logo entre el mundo cristiano y el mundo musulm¨¢n, est¨¢ comprometido con el relanzamiento de la Alianza de Civilizaciones, a la que el Papa tambi¨¦n se ha asociado ahora, es un miembro influyente de la OTAN y goza de una posici¨®n estrat¨¦gica privilegiada y de un conocimiento poco com¨²n de los pa¨ªses del C¨¢ucaso, de Ucrania y de Rusia. Pero adem¨¢s es un Estado laico, en el que rige la separaci¨®n entre Iglesia y Estado y, a pesar de que su poblaci¨®n sea abrumadoramente musulmana, respeta -o pretende respetar- "la libertad religiosa".
Resulta curioso que sea el Papa quien subraye la importancia del racionalismo laico para defender la oportunidad de laadhesi¨®n de Turqu¨ªa a la Uni¨®n Europea. A pesar de haber realizado una distinci¨®n sutilmente teol¨®gica entre laicismo y laicidad. Pero no es eso lo que cuenta. Lo importante es la revelaci¨®n del inter¨¦s del Papa por la adhesi¨®n de Turqu¨ªa a la Uni¨®n Europea y el hecho de que esto ocurriera el mismo d¨ªa en el que un ilustre miembro de la Comisi¨®n Europea anunciaba la suspensi¨®n de las negociaciones entre Turqu¨ªa y la Uni¨®n, por la falta de cumplimiento turco de su compromiso de apertura de los puertos de Chipre. La burocracia de Bruselas se revela, una vez m¨¢s, bastante distra¨ªda respecto a los grandes cambios que est¨¢n teniendo lugar en la pol¨ªtica planetaria. Pero llegado el momento, ya se corregir¨¢ el tiro.
N¨®tese que si el laicismo turco revel¨® su utilidad, a ojos del Papa, fue tambi¨¦n a causa de otro de los objetivos de su visita a Turqu¨ªa: el encuentro con el patriarca Bartolom¨¦ I, primado honor¨ªfico de la ortodoxia, para reanudar el di¨¢logo, interrumpido en 1054, entre Roma y Constantinopla. En tal sentido, el Papa retom¨® la f¨®rmula utilizada por Pablo VI, en una visita anterior, con el mismo objetivo: "La divisi¨®n entre cat¨®licos y ortodoxos es un esc¨¢ndalo para el mundo y un obst¨¢culo para la proclamaci¨®n del Evangelio".
A pesar de la infalibilidad papal y de la centralizaci¨®n romana, a las que los ortodoxos contin¨²an oponi¨¦ndose, el di¨¢logo entre las dos Iglesias cristianas es necesario para restablecer la senda de la paz y -como dicen en un comunicado com¨²n- para "combatir el rechazo a la fe cristiana en el continente europeo y renovar la conciencia de las ra¨ªces y valores cristianos de Europa".
Ser¨ªa el caso de preguntarse si el laicismo es uno de esos valores -tal y como yo pienso-, m¨¢s all¨¢ de su importancia para garantizar la libertad de la Iglesia ortodoxa, ultraminoritaria en Turqu¨ªa, como el Papa reconoce. Hay que a?adir que Benedicto XVI, mediante su di¨¢logo con el primado de Constantinopla, pretende llegar a Mosc¨² y allanar el entendimiento con el patriarca ruso Alexis II. Lo que, ha de reconocerse, ser¨ªa sin duda interesante y ¨²til.
Todo ello son se?ales muy serias para la Uni¨®n Europea, que parece ap¨¢tica y perdida en un mundo que la sobrepasa. Es necesario y urgente un golpe de tim¨®n. Tengo la esperanza de que ¨¦ste se produzca durante la presidencia alemana. ?Ser¨¢n capaces los dirigentes de la Uni¨®n de definir un nuevo rumbo estrat¨¦gico aut¨®nomo, para atajar, de esa forma, la decadencia hacia la que parecen encaminados? Bush arrastr¨® a Occidente hacia una crisis profunda, evidente hoy a ojos de quien quiera verlo. La Uni¨®n Europea, pecando de seguidismo y omisi¨®n, no ha sabido reaccionar hasta ahora. ?Es que no resultan lo suficientemente significativos los recientes movimientos pol¨ªticos en Latinoam¨¦rica? ?No es significativo que el presidente de Ir¨¢n, Mahmoud Ahmadinejad, se atreva a interpelar directamente a los americanos, alert¨¢ndoles de que -cito textualmente- "las ilegalidades y las inmoralidades de Guant¨¢namo y Abu Ghraib s¨®lo tendr¨¢n como efecto la propagaci¨®n del terrorismo"? ?No resulta significativo que Condoleeza Rice diga en Israel "que es preciso aliviar las humillaciones cotidianas que padecen los palestinos"? ?A qu¨¦ espera, pues, la Uni¨®n Europea para cambiar de pol¨ªtica y avanzar? Antes de que sea demasiado tarde...
M¨¢rio Soares es ex presidente y ex primer ministro de Portugal. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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