Avestruz
AGOBIADA POR los embates amorosos de su marido, el nunca mejor dicho "noble bruto" conde de Mascaret, el cual, en tan apenas diez a?os de vida conyugal le hab¨ªa hecho siete hijos, la todav¨ªa joven y hermosa Gabrielle decidi¨® no ser ya m¨¢s una buena yegua de parto, sobre todo, cuando comprendi¨® que la desatada concupiscencia de su esposo era fruto de su celosa ansiedad por mantener su hermosura al resguardo de la mirada de hipot¨¦ticos rivales, que, seg¨²n conjeturaba, deber¨ªan desanimarse con la deformante ingravidez de constantes embarazos. La insidia que se le ocurri¨® a Gabrielle para terminar de una vez con la insoportable situaci¨®n demostr¨® no poco arrojo, porque, cuando el insaciable y violento conde volvi¨® a las andadas al poco de ella haber dado a luz al ¨²ltimo de sus hijos, y tras certificar que cualquier razonamiento al respecto era ocioso, le hizo bajo juramento la terrible confidencia de que uno de sus v¨¢stagos, sin naturalmente identificarlo, hab¨ªa sido fruto del adulterio. Aunque, nada m¨¢s hecha la confesi¨®n, Gabrielle se temi¨® lo peor, el conde de Mascaret no se atrevi¨® a matarla, porque de esta manera cegar¨ªa para siempre la fuente de informaci¨®n sobre cu¨¢l de sus hijos no era, en realidad, suyo.
Esta historia, algo truculenta y bastante perversa, la escribi¨®, en forma de cuento, Guy de Maupassant (18501893), con el t¨ªtulo La belleza in¨²til (Artemisa), pero su intr¨ªgulis dram¨¢tico no se limita en absoluto a la descripci¨®n de un pat¨¦tico y elemental marido celoso, justamente castigado, sino de la dolorosa transformaci¨®n moral de ¨¦ste en un amante viable, que s¨®lo es aquel que comprende que el otro no es una propiedad a buen recaudo. M¨¢s: Maupassant aprovecha la turbulenta an¨¦cdota conyugal para se?alar el er¨®ticamente precario l¨ªmite del procreativo amor tradicional, pero no porque estuviera asustado por la entonces nada preocupante ascendente tasa de natalidad, sino por dar al amor y a la paternidad un sentido m¨¢s elevado que el meramente funcional de su rasero biol¨®gico. En suma: que Maupassant pensaba que el emancipado hombre contempor¨¢neo ten¨ªa m¨¢s obligaciones espirituales que el m¨¢s "animalizado" de anta?o, como, entre otras, la moral de apreciar la libertad del otro y la est¨¦tica de disfrutar con su belleza precisamente por ser in¨²til.
Es cierto que la ¨¦tica y la est¨¦tica andan en nuestra ¨¦poca muy confundidas y revueltas, como no pod¨ªa ser menos en un momento hist¨®rico de tan tremenda volatilidad de los valores y del valor, pero ser¨ªa humanamente terrible, en medio del inevitable vendaval que nos sacude, querer enterrar la cabeza, como el avestruz, en el lecho de lo elemental y biol¨®gico, en vez de elevar la mirada bien alto, conscientes del excepcional don de la existencia, en absoluto intercambiable. Es lo que parece comprender al final del breve cuento moral de Maupassant, uno de sus protagonistas, el atribulado conde de Mascaret, al contemplar con otros ojos a su mujer y verla ya, no s¨®lo como un ser destinado a perpetuar su raza, "sino tambi¨¦n como el producto extra?o y misterioso de todos nuestros complicados deseos, amontonados en nosotros por los siglos, apartados de su fin primitivo y divino, errando hacia una belleza m¨ªstica, entrevista e inalcanzable".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.