"Me exijo como autor lo mismo que exijo a los dem¨¢s autores como lector"
Hay, como poco, dos Juan Goytisolo. El primero naci¨® en Barcelona en 1931, public¨® su primera novela, Juegos de manos, con 23 a?os, se exili¨® en Par¨ªs con 25 y disfrut¨® de cierta fama como novelista social y disidente. El segundo Goytisolo vio la luz narrativamente en 1966. Ese a?o public¨® Se?as de identidad, una novela que romp¨ªa con el realismo anterior y daba paso a una etapa de experimentaci¨®n nacida, lo cuenta ¨¦l mismo en sus memorias, de su reci¨¦n asumida homosexualidad y de su desencanto respecto a las ortodoxias ideol¨®gicas y culturales. Ese segundo Goytisolo acaba de ser empaquetado ahora en el tercer tomo de sus obras completas, que viene precedido del volumen que re¨²ne sus primeros libros de viaje.
"En Marruecos hay desigualdades y corrupci¨®n, s¨ª, pero es muy dif¨ªcil hablarles de corrupci¨®n con la que est¨¢ cayendo en Espa?a"
"La inmigraci¨®n es un movimiento imparable. Las leyes de extranjer¨ªa son a la vez injustas e inaplicables"
PREGUNTA. Ha retocado sus novelas para esta edici¨®n. ?Hasta cu¨¢ndo se puede seguir corrigiendo un libro?
RESPUESTA. Bueno, no creo que vuelva a releer estas novelas. De hecho, esta vez las he le¨ªdo como si el autor fuese otro. Ha sido un trabajo de orfebre, excepto en Juan sin Tierra, donde he actuado de cirujano. He cortado casi sesenta p¨¢ginas.
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque no a?ad¨ªan nada. Era andarse por las ramas. Esto, claro, puede hacerse dentro de la obra de creaci¨®n, en los ensayos ser¨ªa una estafa modificar posteriormente las ideas que uno ten¨ªa en un momento determinado.
P. Sus ideas sobre la revoluci¨®n cubana han cambiado mucho desde 1961, cuando escribi¨® Pueblo en marcha. ?Por qu¨¦ ha tardado tanto en reeditarlo?
R. Lo he reeditado ahora porque me hubiera parecido deshonesto no incluirlo en estas obras completas. Eso s¨ª, el entusiasmo pol¨ªtico que expresa el libro dej¨¦ de compartirlo tres o cuatro a?os despu¨¦s de escribirlo.
P. ?Conserva alg¨²n valor?
R. S¨ª, la recreaci¨®n de la fon¨¦tica cubana. Yo disfrutaba en Cuba con el habla de la gente. Fui muy criticado all¨ª porque dec¨ªan que les hac¨ªa hablar mal. Tuve que explicar que no se habla bien o mal sino de forma distinta. No hay un c¨®digo penal para los acentos.
P. ?El contenido no tiene ya valor para usted?
R. Hace tanto que no voy a Cuba que no puedo hablar de forma directa. De todos los amigos que ten¨ªa, casi ninguno queda en Cuba, emigraron o murieron en el exilio.
P. ?Cu¨¢ndo fue por ¨²ltima vez?
R. En 1967.
P. ?Qu¨¦ vio?
R. Hab¨ªa una gran represi¨®n de las religiones afrocubanas, aunque lo cubano es una mezcla de lo cubano y lo espa?ol y decir afrocubano es una forma de discriminarlo. En 1961 y 1962, cuando escrib¨ª el reportaje de Pueblo en marcha, me hab¨ªa interesado mucho la santer¨ªa. Cuando volv¨ª en 1967 todo eso hab¨ªa sido prohibido. Adem¨¢s, Virgilio Pi?era me cont¨® que hab¨ªa decenas de millares de homosexuales presos.
P. ?C¨®mo ve ahora aquellos a?os de compromiso?
R. Era inevitable para los que rompimos con el franquismo. Yo tuve la gran suerte de no ingresar nunca en el partido comunista. Esto me ha evitado ser anticomunista y volverme de extrema derecha, como la mayor parte de mis antiguos camaradas.
P. ?Y el compromiso como escritor?
R. En realidad los escritores cumpl¨ªamos nuestro deber de ciudadanos con respecto a la censura: informar de lo que la prensa no informaba. ?se era nuestro objetivo. Cuando desaparece la situaci¨®n hist¨®rica a la que va ligada, lo que se ha escrito tiene un valor relativo. Es muy interesante releer ahora la poes¨ªa de la Guerra Civil. Es puramente partidista. Ya no hablo de la del lado nacional, que era execrable, en el bando republicano los poemas de propaganda ten¨ªan un impacto en aquel momento, pero lo han perdido para el lector de ahora... ?nicamente Luis Cernuda tuvo la inteligencia de hablar desde el dolor y no desde la propaganda. Y ese dolor nos afecta y nos interesa ahora.
P. Pero cuando usted public¨® Se?as de identidad, en 1966, todav¨ªa no hab¨ªa muerto Franco.
R. Hab¨ªa cambios que est¨¢n reflejados en algunos de los relatos que escrib¨ª por entonces: la llegada del turismo, la emergencia de una burgues¨ªa nueva que no ten¨ªa nada que ver con el r¨¦gimen... Me di cuenta de que hab¨ªa llegado a un punto en el que ten¨ªa que hacer algo nuevo o repetirme. Se?as de identidad surge del descontento con mi propio trabajo. Tambi¨¦n hab¨ªa un desenga?o pol¨ªtico. Y un cambio de estatus personal. Me refiero a mi relaci¨®n con Monique Lange [su mujer]. El libro fue fruto de todo eso.
P. Usted suele decir que la altura de un libro se mide menos en la lectura que en la relectura. ?Valdr¨ªa el paralelismo para la escritura y la reescritura?
R. Siempre he dicho que me interesa la lectura como aventura, es decir, los libros que me descubren algo, que me sorprenden, los que me oponen alguna resistencia. Me interesa el placer activo como lector. Me exijo a m¨ª mismo como autor lo que exijo a los dem¨¢s autores como lector. Por eso a partir de Se?as de identidad cada obra es una propuesta distinta. Adem¨¢s, desde Don Juli¨¢n empiezo cada libro sin saber ad¨®nde voy. En ese caso empezaba con una imagen de la costa espa?ola vista desde ?frica y el libro se desarroll¨® por su cuenta.
P. Hace veinte a?os, retrat¨® en Paisajes despu¨¦s de la batalla la inmigraci¨®n en el barrio del Sentier, en el centro de Par¨ªs. ?El barrio ha cambiado?
R. Ahora es mucho m¨¢s turco, hind¨² y paquistan¨ª. Lo que me pareci¨® siempre admirable es que jud¨ªos y ¨¢rabes conviv¨ªan all¨ª. Lo mismo que los armenios con los turcos, los turcos con los kurdos, los paquistan¨ªes con los indios... Los enfrentamientos de cada pa¨ªs nunca se trasladaban al barrio.
P. En algunos barrios de Madrid empiezan a aparecer pintadas en ¨¢rabe, como las que abren su novela...
R. Un corresponsal espa?ol en Rabat me llam¨® un d¨ªa asustado y me dijo: "Han hecho una pintada en mi casa". Fui a verle. Pon¨ªa, en ¨¢rabe: "Aisa, te quiero". ?sa era la "amenaza".
P. ?C¨®mo interpreta los disturbios en la periferia de Par¨ªs?
R. Son en parte fruto de esa especie de limpieza ¨¦tnica que hicieron Giscard, y Chirac como alcalde, sacando poblaciones modestas del Magreb o del ?frica subsahariana y envi¨¢ndolas a las ciudades-sat¨¦lite. Cuando estaban en el centro no hab¨ªa ning¨²n problema. En el extrarradio se vuelven delincuentes o islamistas radicales.
P. Usted ha escrito libros sobre Cuba, Almer¨ªa, Argelia, Bosnia o Chechenia, ?nunca ha pensado escribir un libro de viajes sobre Marruecos?
R. La lectura del espacio en Xema¨¢-el-Fn¨¢, en Makbara, es creo, sin vanidad alguna, lo mejor que se ha escrito sobre la plaza. En Makbara est¨¢ Marraquech, T¨¢nger est¨¢ en Don Juli¨¢n. En De la Ceca a La Meca hay varios textos sobre Marruecos: sobre las cofrad¨ªas, el culto popular a los santos... Me interesa mucho la religiosidad popular. El dogma me horroriza, pero manifestaciones populares como El Roc¨ªo me parecen muy bien. Y hay muchos roc¨ªos en Marruecos.
P. Yo me refer¨ªa m¨¢s a la parte pol¨ªtica. Hay quien dice que, viviendo Marruecos y siendo un escritor tan cr¨ªtico, tendr¨ªa mucho que criticar all¨ª.
R. Todo el mundo sabe lo que pienso, y de mi ayuda para salvar la plaza en contra de la municipalidad de Marraquech. Pero hay unos l¨ªmites. Cuando Hemingway volvi¨® a Espa?a no fue por simpat¨ªa hacia el r¨¦gimen de Franco sino por su afinidad con el pueblo espa?ol. Gerard Brenan, tambi¨¦n. A m¨ª me pasa lo mismo. Tengo una gran simpat¨ªa por el pueblo marroqu¨ª. Es un pueblo al que quiero, no hay otra forma de decirlo.
P. ?Lo que le hizo marcharse de Espa?a no le impide vivir en Marruecos?
R. Lo que pasa es que la muerte de Franco lleg¨® demasiado tarde para m¨ª. Es como estar enamorado de alguien y que la persona que quieres te d¨¦ el s¨ª cuando t¨² ya has dejado de quererla. Me sent¨ªa mejor en Par¨ªs o en Marruecos que en Madrid o Barcelona. Cuando regres¨¦ a Espa?a al morir Franco me encontr¨¦ con una sociedad muy homog¨¦nea. Me dije: "Es terrible, s¨®lo veo espa?oles". Estaba acostumbrado a la mezcla, que siempre ha sido para m¨ª un est¨ªmulo creador. Ahora, sin embargo, voy por La Rambla, en Barcelona, y soy feliz. Se oyen todos los idiomas europeos, el urdu, el ¨¢rabe. ?se es mi ambiente.
P. ?Ve usted una perspectiva de cambio hacia una mayor democracia en Marruecos?
R. Ha habido mejoras sectoriales, por ejemplo, un cambio muy positivo del estatus de la mujer desde el punto de vista de la ley. Tambi¨¦n respecto a la libertad de prensa. En el ¨¢rea franc¨®fona hay dos semanarios que hablan de la monarqu¨ªa con un sentido cr¨ªtico que no he visto en ning¨²n peri¨®dico espa?ol. Lo que pasa es que el desnivel econ¨®mico entre los ricos y los pobres... Es tambi¨¦n el problema de Am¨¦rica Latina. Lo que veo en Marruecos lo veo tambi¨¦n en M¨¦xico.
P. ?Hay espacios para el laicismo en el mundo ¨¢rabe?
R. Hab¨ªa laicismo en Irak y hay laicismo en T¨²nez. La dictadura de Sadam Husein era horrible y T¨²nez es un pa¨ªs con un nivel de vida aceptable y un estatus de la mujer que est¨¢ bien pero que cay¨® en la paranoia de un dictador. Yo hice una lectura en el Instituto Ibn Jald¨²n de T¨²nez y fueron a o¨ªrme los opositores que no estaban en la c¨¢rcel, una docena. Al final les dije: "Menos mal que hab¨ªa p¨²blico normal". Ellos me contestaron: "No, no. Todos eran polic¨ªas vestidos de civil". En un pa¨ªs as¨ª es imposible vivir. En Marruecos hay desigualdades y corrupci¨®n, s¨ª, pero es muy dif¨ªcil hablarles de corrupci¨®n con la que est¨¢ cayendo ahora en Espa?a.
P. ?Cree que Marruecos est¨¢ a salvo de los radicales?
R. Puede que en unas elecciones enteramente libres ganaran islamistas moderados. Simplemente porque la gente conf¨ªa en que ser¨ªan m¨¢s honrados que los partidos pol¨ªticos tradicionales, desacreditados desde la ¨¦poca de Hassan II. Se repart¨ªan de antemano los diputados.
P. ?Y c¨®mo ve la inmigraci¨®n en Espa?a?
R. Es un movimiento imparable. Las leyes de extranjer¨ªa son a la vez injustas e inaplicables. Lo triste es haber pasado de ser un pa¨ªs de emigrantes a ser un pa¨ªs que recibe la emigraci¨®n sin haber tenido la cultura ni el tiempo de asimilar el nuevo estatus econ¨®mico. A?adir tres metros a la valla de Melilla no soluciona nada. Es horrible. Es lo mismo que el tel¨®n de acero, el muro de Gaza o el que separa Estados Unidos de M¨¦xico. ?En qu¨¦ mundo vivimos?
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