Muerte en la Patagonia
Las Heras es un pueblo de Santa Cruz, la provincia patag¨®nica de la que el actual presidente argentino, N¨¦stor Kirchner, fue gobernador entre 1991 y 2003. Uno de tantos pueblos perdidos en la inmensidad del sur argentino que viv¨ªa de la modesta explotaci¨®n lanar hasta que, en los a?os sesenta, se supo plantado sobre uno de los principales yacimientos petrol¨ªferos del Cono Sur. Durante los a?os ochenta la poblaci¨®n de Las Heras se duplic¨®, se pavimentaron las calles y se abrieron negocios, sobre todo diversos locales nocturnos destinados a los empleados de YPF que estaban all¨ª sin familia. "Pero en 1991 comenz¨® el proceso de privatizaci¨®n de YPF a manos de Repsol y el para¨ªso empez¨® a tener algunas fallas", escribe Leila Guerriero (Jun¨ªn, Buenos Aires, 1967). El hecho es que entre marzo de 1997 y diciembre de 1999 doce personas, casi todas ellas muy j¨®venes, se quitaron la vida en Las Heras. Guerriero viaj¨® al lugar para averiguar la ra¨ªz de esa peculiar epidemia suicida. Este libro, publicado originalmente en Buenos Aires en septiembre de 2005, es el resultado de esa investigaci¨®n.
LOS SUICIDAS DEL FIN DEL MUNDO. Cr¨®nica de un pueblo patag¨®nico
Leila Guerriero
Tusquets. Barcelona, 2006
231 p¨¢ginas. 16 euros
La autora es periodista de La Naci¨®n, uno de los principales diarios argentinos. Pero no viaj¨® all¨ª en representaci¨®n de ese medio; de hecho, est¨¢ presente en su libro el desinter¨¦s tradicional de la prensa de Buenos Aires por lo que sucede en el interior profundo del pa¨ªs. Guerriero llega al pueblo patag¨®nico bastante despu¨¦s de la ola suicida, a mediados de 2002, para entrevistar a familiares y amigos de los j¨®venes muertos, muchos de ellos inmigrantes de otras zonas del pa¨ªs atra¨ªdas por la prosperidad del petr¨®leo. Las sospechas de acciones de sectas, la multitud de iglesias -adem¨¢s de cat¨®licos, testigos de Jehov¨¢, evangelistas, mormones- surgidas durante el auge del hidrocarburo y en la que muchas familias buscaron consuelo tras la desgracia, y los piquetes de los empleados despedidos por Repsol que aislaban a¨²n m¨¢s el pueblo patag¨®nico est¨¢n en el trasfondo de la historia. El relato se descubre en una zona de intersecci¨®n entre el mapa de las peculiaridades hist¨®rica y sociol¨®gica del lugar -su inesperada fortuna y su fulminante decadencia- y un crudo muestrario de algunas miserias humanas sempiternas: alcoholismo, mujeres golpeadas, ni?as violadas en su propia casa, familias destrozadas por la pobreza y la brutalidad.
Guerriero encuentra un g¨¦ne
ro que incorpora herramientas del relato de ficci¨®n pero se atiene a las reglas de la investigaci¨®n period¨ªstica. Es dif¨ªcil no pensar en el antecedente de Truman Capote, desde la misma posici¨®n del autor, que parte de la gran ciudad a la localidad provinciana para escribir el crimen, movi¨¦ndose en un campo cargado de recelos y de laboriosas complicidades. Desde una semejante sangre fr¨ªa, que no es s¨®lo la de los personajes sino tambi¨¦n la de quien se hace cargo de narrarlos. Hay asimismo una referencia m¨¢s cercana: las novelas de Manuel Puig, en su formulaci¨®n original y en su trasfondo cl¨¢sico, donde la estrecha idiosincrasia pueblerina asfixia todo intento de distinci¨®n. Puig es evocado en el excelente o¨ªdo de Guerriero para el registro oral de los testimonios: la inflexi¨®n popular del habla argentina canta con amplia modulaci¨®n en estas p¨¢ginas.
El material es m¨¢s que interesante, aunque su disposici¨®n tiende a repetir una misma f¨®rmula, basada en la reconstrucci¨®n de las ¨²ltimas horas de cada suicida y la escenificaci¨®n de las entrevistas con sus allegados. Aun as¨ª, la estrategia parece se?alar un camino alternativo a la compulsi¨®n actual a convertirlo todo en novela. La autora no inventa una consciencia detr¨¢s de los actos o las declaraciones de cada personaje: deja que se representen por sus palabras y por la exposici¨®n de los hechos. Prefiere, as¨ª, una actitud semejante a la que, en el cine, observamos en el auge del documental: no un rutinario reparto de caracteres ficticios sino una documentaci¨®n del argumento elegido. Por esa sagaz estrategia narrativa Los suicidas... est¨¢n vivos en el enigma tenso de sus destinos tr¨¢gicos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.