Una apuesta por la paz
El mi¨¦rcoles 22 de marzo, hace tan s¨®lo ocho meses, parec¨ªa un d¨ªa como tantos otros. Pero ese d¨ªa tra¨ªa algo nuevo: ETA hizo p¨²blica su decisi¨®n de decretar un "alto el fuego permanente". Una sensaci¨®n de alivio se hizo patente de inmediato, los ciudadanos de buena voluntad empezamos a vislumbrar un horizonte de esperanza.
Desde entonces han aflorado dos corrientes de opini¨®n: por un lado, ha habido una importante acumulaci¨®n de muestras de apoyo, procedentes de multitud de instituciones p¨²blicas y privadas, para que el Gobierno, con las condiciones conocidas ya por todos -cese de cualquier tipo de violencia, respeto a la ley y ausencia de "precio pol¨ªtico"- pudiera abordar un proceso para el fin dialogado de la violencia. La Uni¨®n General de Trabajadores se sum¨® a esta corriente, en la que se encuentran jefes de Estado y de Gobierno, los principales organismos internacionales, todos los partidos pol¨ªticos espa?oles excepto el Partido Popular, organizaciones sindicales, empresariales y sociales de diversa ¨ªndole. Si leemos los indicadores, esta corriente es mayoritaria, y con ella parecen identificarse siete de cada diez espa?oles que est¨¢n a favor del proceso de paz.
Retirar la confianza al Gobierno cuando no ha habido concesi¨®n alguna es injusto
Con esta primera corriente convive una segunda que, aun siendo minoritaria, est¨¢ produciendo unos efectos negativos sobre el clima pol¨ªtico general, sin afectar en apariencia hasta el momento -pero podr¨ªa hacerlo- al clima laboral y econ¨®mico.
Seg¨²n esta segunda corriente, existe ya de hecho una negociaci¨®n pol¨ªtica entre el Gobierno y ETA -incluso una rendici¨®n, se dice, del Estado ante los terroristas-. Aunque no haya ning¨²n indicio de tal negociaci¨®n secreta, se repite tantas veces que s¨ª la hay, que el argumento -amplificado cada d¨ªa- termina por generar desconfianza en la ciudadan¨ªa y crispaci¨®n en la vida pol¨ªtica. Esta corriente tambi¨¦n defiende que la supuesta claudicaci¨®n del Gobierno ante ETA obedece a oscuras cesiones que comprometer¨ªan a Navarra, la reforma de la Constituci¨®n, la escisi¨®n de la Comunidad Aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco e incluso, para los m¨¢s recalcitrantes, el sacrificio de 192 personas en el atentado m¨¢s terrible de nuestra historia.
Quiz¨¢ haya llegado el momento de contribuir, en la medida de nuestras posibilidades y reclamando siempre al Gobierno que respete sus propios compromisos con los ciudadanos, a que la primera de estas corrientes -la que tiene el apoyo de la mayor¨ªa de los ciudadanos, la que quiere asentar la paz definitivamente en el Pa¨ªs Vasco y en el resto de Espa?a- adquiera el protagonismo que merece. Sus objetivos no son otros que el cese definitivo del ruido de las armas, un siniestro ruido demasiado frecuente en la historia de nuestro pa¨ªs.
A fin de cuentas, el Gobierno actual est¨¢ actuando con una transparencia que no pueden de ninguna manera esgrimir quienes estuvieron en el Gobierno anterior, durante la tregua de 1998. El Gobierno actual cuenta con un aval parlamentario que tampoco tuvo, porque no lo pidi¨®, el Gobierno de Aznar. Y el Gobierno actual ha dejado claras decenas de veces cu¨¢les son las condiciones para un di¨¢logo. Me parece justo reconocer que, aunque hubiera algunas concesiones aparentes como el traslado de presos, el Gobierno de Aznar dio por roto el di¨¢logo cuando se exigieron contraprestaciones pol¨ªticas.
Fue m¨¦rito de Aznar y es justo reconocerlo. En la misma medida, parece justo reconocer al presidente del Gobierno actual que est¨¦ defendiendo unas condiciones y unos principios inquebrantables. Nuestra obligaci¨®n como ciudadanos y como representantes de las organizaciones sociales es exig¨ªrselo. Pero retirar la confianza al Gobierno cuando las condiciones se nos explican, cuando hay un acuerdo parlamentario previo y cuando no ha habido concesi¨®n alguna es, en mi opini¨®n, injusto y negativo para el futuro de nuestro pa¨ªs.
Tenemos ante nosotros una oportunidad hist¨®rica para avanzar en el largo y exigente camino de la convivencia democr¨¢tica, que no deber¨ªamos desperdiciar. Porque de ese futuro en paz que quisi¨¦ramos conseguir, tambi¨¦n nos beneficiaremos los trabajadores. La paz es una garant¨ªa no suficiente pero s¨ª necesaria para que haya estabilidad empresarial, optimismo econ¨®mico y buenas perspectivas sociales y laborales.
Los ciudadanos y las organizaciones que creemos sin restricciones en la democracia y en la justicia -que somos la inmensa mayor¨ªa- debemos seguir exigiendo al Gobierno que act¨²e desde los postulados de nuestro Estado de derecho, para concluir con ¨¦xito este proceso. Pero tambi¨¦n es necesario el consenso leal, no partidista, de todas las fuerzas democr¨¢ticas en torno al Gobierno y al Parlamento, que son quienes deben tener la iniciativa en sus ¨¢mbitos respectivos.
UGT seguir¨¢ comprometida, como hasta ahora, con la b¨²squeda de soluciones justas que permitan una convivencia democr¨¢tica y sin violencia en nuestro pa¨ªs. Los trabajadores, los ciudadanos, las j¨®venes generaciones que nos suceder¨¢n, nos merecemos que concluya con ¨¦xito esta apuesta por la paz.
C¨¢ndido M¨¦ndez es secretario general de UGT
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