V¨ªctimas
Las v¨ªctimas del terrorismo han tardado mucho en aparecer a la luz p¨²blica no s¨®lo en el campo de la realidad social sino tambi¨¦n en la literatura o el cine. La mayor¨ªa de las novelas y pel¨ªculas centradas en este prolongado horror tienen como protagonistas a etarras, amigos de etarras o familiares de etarras: con mejor o peor fortuna (en general peor, la verdad sea dicha) cuentan los problemas de conciencia, arrepentimientos o reafirmaciones ideol¨®gicas de estos voluntariosos criminales. Por lo visto todos tienen mucha "vida interior", aunque al tratarles se les note m¨¢s bien poco, y desde luego mayor inter¨¦s dram¨¢tico que quienes les padecen. En tales narraciones pasa como en los films de Tarantino, donde los pistoleros est¨¢n llenos de colorido pasional y los liquidados forman parte todo lo m¨¢s del mobiliario urbano. Seg¨²n mi criterio, y no quisiera ser injusto con nadie por olvido o desconocimiento, hasta ese admirable pu?ado de relatos que son Los peces de la amargura (ed. Tusquets), de Fernando Aramburu, las v¨ªctimas del terrorismo no hab¨ªan encontrado un reconocimiento art¨ªstico de su humilde calvario a la altura exigible. Dejando aparte, por supuesto, las dos grandes novelas de Ra¨²l Guerra Garrido, Una lectura ins¨®lita del capital y sobre todo La carta, pioneras en el tema. Por cierto, Ra¨²l, felicidades por el Premio de las Letras y no permitas que las insidias de alg¨²n maledicente profesional enturbien tu merecida fiesta.
Las v¨ªctimas han recorrido un significativo trayecto, sin duda muy revelador de los vaivenes de la opini¨®n p¨²blica en nuestras sociedades actuales: han pasado del desconocimiento y el desinter¨¦s al reconocimiento fervoroso y de ¨¦ste al recelo pol¨ªtico por un lado y a la sacralizaci¨®n medi¨¢tica por otro. La propia noci¨®n de "v¨ªctima del terrorismo" es equ¨ªvoca porque en la inmensa mayor¨ªa de los casos se trata m¨¢s bien de familiares de v¨ªctimas que de v¨ªctimas en carne propia. En otros casos no existe esta ambig¨¹edad: nadie llama "v¨ªctima de la circulaci¨®n" a la madre o al marido de quien sufri¨® un choque o atropello, sino s¨®lo a la propia persona damnificada. Claro que los accidentes de tr¨¢fico o laborales no est¨¢n intencionalmente orientados contra la comunidad democr¨¢tica en cuanto tal y los cr¨ªmenes terroristas s¨ª. Entre las v¨ªctimas de ETA hay de todo, puesto que la propia ETA ha golpeado a la sociedad en sus m¨¢s diversos grupos y clases: vascos y ciudadanos de otras partes de Espa?a, funcionarios y simples particulares, personas destacadas por su lucha de a?os contra el terrorismo y gente que se enter¨® de que exist¨ªa esa lacra s¨®lo cuando les toc¨® sufrirla a ellos, etc... En cualquier caso, tienen cosas en com¨²n: necesitan apoyo social tanto en lo an¨ªmico como en los problemas materiales y exigen estricta justicia, es decir, que se aplique a sus agresores el rigor de la ley y no el oportunismo de la pol¨ªtica. Quieren que la justicia de todos les ampare, puesto que renuncian a tom¨¢rsela por su mano: ?c¨®mo no darles la raz¨®n? Cuando les oigo reivindicar "memoria, dignidad y justicia" entiendo muy bien la primera y la tercera de estas exigencias, no tanto la segunda: en efecto, ninguna v¨ªctima ni pariente de v¨ªctima ha visto nunca en cuesti¨®n su dignidad por serlo. Al contrario, los indignos son los asesinos, sus c¨®mplices, sus justificadores te¨®ricos, quienes se aprovechan del terror causado por otros o quienes se han despreocupado de las v¨ªctimas hasta que les ha sido pol¨ªticamente rentable mostrarles estent¨®rea veneraci¨®n.
Cada una de las v¨ªctimas propiamente dichas y de sus familiares o herederos tienen sus propias ideas pol¨ªticas, ni mejores ni peores por ser suyas que las del resto de los ciudadanos. Ser v¨ªctima del terrorismo, en cualquiera de los sentidos, no es haber hecho un m¨¢ster en filosof¨ªa pol¨ªtica. Sus opiniones en ese campo no son "respetables" sino "discutibles", como las de usted o las m¨ªas: lo respetable, en todo caso, ser¨¢n las personas que las sostienen. De modo que es in¨²til insistir en que las v¨ªctimas est¨¢n pol¨ªticamente manipuladas cuando no dicen lo que quisi¨¦ramos o¨ªrles. Son mayores de edad y aciertan o se equivocan solas, sin necesidad de que ning¨²n pol¨ªtico les coma el tarro. Al contrario, suelen ser los pol¨ªticos (y no digamos los hooligans medi¨¢ticos, aplicados a la rentabilidad del estruendo) quienes se arriman a su sombra para promocionarse a s¨ª mismos mientras parecen jalearles a ellos. Bueno, ?y qu¨¦? As¨ª es la democracia. A m¨ª me parece que el truculento mensaje sobre "traiciones" y "rendiciones" que maneja la AVT -por no hablar de la mezcla del llamado "proceso de paz" con la bazofia rid¨ªcula e inconsistente de la supuesta conspiraci¨®n del 11-M- es una actitud equivocada, que da?a la causa que pretende defender. Pero no supongo que al se?or Alcaraz le tengan hipnotizado Acebes o Zaplana para decir lo que dice.?Acaso alguien manipula, por ejemplo, a Suso de Toro cuando asegura sin dudar que Ciutadans representa "el m¨¢s rancio espa?olismo"? No, de ning¨²n modo, seguro que lo piensa de veras; bueno, si la palabra "pensar" resulta en este caso exagerada, digamos que lo cree de veras. ?Que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas conf¨ªa m¨¢s en la derecha que en la izquierda? As¨ª parece y la culpa -si culpa hay- no es s¨®lo suya. Recordemos que en este pa¨ªs est¨¢ vigente la absurda superstici¨®n de que los nacionalismos separatistas y ¨¦tnicos son de izquierdas... ?y hasta forman mayor¨ªas de progreso! Hace poco, Santiago Carrillo dec¨ªa p¨²blicamente: "La paz merece que, por un momento, nos olvidemos de las leyes". No hay mejor s¨ªntesis de lo que muchos temen, con raz¨®n, que el "proceso de paz" sea o pueda llegar a ser. Y como tienen a Carrillo o a Javier Madrazo por gente de izquierdas, pues prefieren a la derecha. Algunos lo sentimos mucho, pero as¨ª est¨¢ el patio.
Sin embargo, la verdadera y peor manipulaci¨®n pol¨ªtica de las v¨ªctimas sigue sin ser denunciada. Porque no consiste en aprovecharse de tales o cuales personas sino del concepto mismo de v¨ªctimas del terrorismo. Hoy se prodigan los reconocimientos y las condolencias a las v¨ªctimas para hacer creer que la cuesti¨®n de ETA es un asunto que fundamentalmente se polariza entre terroristas y v¨ªctimas de atentados. Es decir, que se trata de resolver un problema "humanitario": no m¨¢s sufrimiento, ni m¨¢s muerte, no m¨¢s viudas ni hu¨¦rfanos, enjuguemos las l¨¢grimas de los dolientes y evitemos que se derramen m¨¢s, etc... Por eso se habla de "paz", pese a la evidencia de que no estamos en ninguna guerra: porque ese t¨¦rmino se presta m¨¢s a los servicios de la Cruz Roja que la palabra "libertad". Cuando se dise?a el acuerdo de convivencia que culminar¨¢ el proceso de paz, nunca se olvida mencionar el debido respeto y homenaje a las v¨ªctimas. Y los representantes m¨¢s altos del Gobierno vasco acuden a pedir perd¨®n por su desinter¨¦s del pasado a las v¨ªctimas (sobre todo a las andaluzas: las v¨ªctimas son tanto m¨¢s respetables cuanto m¨¢s lejanas). Pero en cambio nunca har¨¢n el mismo acto de contrici¨®n respecto a quienes han sido el objetivo ideol¨®gico de ETA todos estos a?os: los no nacionalistas y sus representantes pol¨ªticos.
No les he o¨ªdo nunca decir en p¨²blico que los no nacionalistas merecen una reparaci¨®n pol¨ªtica y social por la marginaci¨®n y acoso que han sufrido durante el per¨ªodo de la peor violencia. Tampoco he o¨ªdo que admitan las ventajas que han obtenido sobre ellos los partidos nacionalistas gracias al terror -lamentable pero ¨²til- impuesto por ETA. Ni lo m¨¢s importante: que yo sepa, nadie ha reconocido que cuando ETA desaparezca, la convivencia y el fair play democr¨¢tico pasar¨¢ por dar cancha a la opci¨®n no nacionalista en los campos en que hasta ahora ha sido hostilizada o excluida, no en apretar las tuercas del nacionalismo como pago al cese de la violencia. Porque el problema no est¨¢ entre ETA por un lado y las v¨ªctimas por otro, sino entre el nacionalismo violento y quienes han padecido su agresi¨®n por no ser nacionalistas. No se trata de buscar un remedio humanitario, sino de defender derechos constitucionales conculcados.
Los sabios posmodernos que hoy abundan nos aseguran que el asunto es muy complejo y que las interpretaciones var¨ªan. No tanto, no tanto... Cuando a Clemenceau le preguntaron qu¨¦ cre¨ªa ¨¦l que dir¨ªan los historiadores sobre la Primera Guerra Mundial, repuso: "Seguro que no dicen que B¨¦lgica invadi¨® a Alemania". Por muy flexibles que sean los criterios de interpretaci¨®n, nadie sostendr¨¢ ma?ana que Irene Villa o Eduardo Madina mutilaron a Txapote o Valent¨ªn Lasarte. Ni suscribir¨¢n la versi¨®n de Ortuondo en Estrasburgo, seg¨²n la cual la violencia terrorista proviene de la frustraci¨®n sufrida por algunos nacionalistas ante sus reivindicaciones desatendidas. Nadie dir¨¢ que durante los pasados treinta a?os los no nacionalistas han controlado a su gusto el Pa¨ªs Vasco, mientras los nacionalistas viv¨ªan en una hostigada semi-clandestinidad. Sin duda hay que "normalizar" pol¨ªticamente Euskadi. Pero hoy lo anormal es la hipertrofia nacionalista entre una ciudadan¨ªa en la que tanto abundan quienes piensan de otro modo. En este conflicto no s¨®lo ha habido muchas v¨ªctimas, sino que la principal v¨ªctima ha sido la libertad de muchos. ?Cu¨¢ntas veces m¨¢s habr¨¢ que volver a decirlo?
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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