La causa europe¨ªsta
De tiempo en tiempo, casi de modo c¨ªclico, asoma la cabeza en los medios de comunicaci¨®n alguna noticia sobre manifestaciones, o huelgas, de estudiantes que protestan por la incorporaci¨®n de sus universidades al Espacio Europeo de Educaci¨®n Superior (EEES). Cuando menos, los j¨®venes se inquietan por si detr¨¢s de esta transformaci¨®n hay alguna voluntad pol¨ªtica o econ¨®mica de privatizar una parte de sus estudios, de aumentar el coste de sus matr¨ªculas sin contrapartidas apetecibles en la calidad educativa o en la equidad del sistema. Crecen las actitudes esc¨¦pticas sobre el cambio que se avecina cuando no se manifiesta la disconformidad de forma violenta.
Ante la subida de la marea de las posiciones negativas, apenas se escuchan voces a favor de la Europa de las universidades. En diversos foros se ha reclamado un argumentario europe¨ªsta. Se echa en falta una proclama de fe en la meta hacia la que se avanza, en el porqu¨¦ del camino andado o por andar. El cambio anunciado no est¨¢ hu¨¦rfano de argumentos favorables, al contrario, le sobran para espantar los fantasmas o los miedos injustificados, para recuperar la emoci¨®n consustancial con el proyecto de integraci¨®n educativa europea. El sue?o europeo, tambi¨¦n para las universidades, hunde sus ra¨ªces mucho tiempo atr¨¢s. Lo simboliza la conocida frase de Ortega de que "Espa?a es el problema, Europa la soluci¨®n" y lo personifica entre los universitarios Juan Negr¨ªn -al que Juan Marichal califica como uno de los j¨®venes espa?oles m¨¢s enteramente y m¨¢s normalmente europeo de su ¨¦poca-, que sintetizaba magistralmente ese deseo en su art¨ªculo La democratizaci¨®n de la universidad, publicado en El Socialista en 1929.
La historia cuenta, pero en las cuestiones europeas el acento ahora debe ponerse en el significado del ma?ana compartido, en la explicaci¨®n de los problemas y en el modo de superar las dificultades. Hay que espantar los miedos que sienten las nuevas generaciones o, al menos, afrontarlos en su justa medida entre todos los pa¨ªses. Tzvetan Todorov en su art¨ªculo Relancer l'Europe en 23 pages, publicado recientemente en Le Monde, alude a que ninguna de nuestras naciones se puede permitir el lujo de permanecer aislada.
No faltan las dificultades ni las inseguridades en amplios colectivos sociales cuando oyen hablar de inmigraci¨®n o de directivas comunitarias referidas a reconversiones industriales o a limitaciones en la producci¨®n agr¨ªcola y el sector pesquero. Pero, a la par, deben reconocer que gracias a su incorporaci¨®n a la UE el PIB crece en Espa?a un 1% adicional cada a?o y que la mano de obra extranjera ha saneado con sus impuestos el d¨¦ficit que se anunciaba en el pago futuro de las pensiones.
Todas las iniciativas europeas son complejas. La complejidad es un inconveniente de la diversidad, tan querida por la mayor¨ªa de los europeos, como recuerda Miguel ?ngel Villena en el libro Universidad y Econom¨ªa en Europa, donde la contrapone al r¨ªgido monoling¨¹ismo y la exclusi¨®n social de todos aquellos que no son wasp, sustento de la hegemon¨ªa americana.
?Cu¨¢les son las razones para seguir creyendo en el proyecto de construcci¨®n de una universidad europea? En primer lugar, la continuidad hist¨®rica que, si cinco o seis siglos atr¨¢s caracterizaba las instituciones universitarias por la movilidad de las personas de uno a otro conf¨ªn del continente, hoy consiste en la circulaci¨®n de las ideas, promovida y estimulada por las redes europeas de educaci¨®n superior, de investigaci¨®n, de tecnolog¨ªa o de innovaci¨®n. La eliminaci¨®n de barreras nacionales en estos flujos agrandar¨¢ las sinergias acad¨¦micas y la capacidad de abordar programas cient¨ªficos complejos, en igualdad con los norteamericanos. La presencia conjunta con los otros europeos en los circuitos internacionales de docencia e investigaci¨®n tiene un efecto de "arrastre" evidente para los centros espa?oles.
La ampliaci¨®n de las expectativas laborales que conlleva un modelo compartido de formaci¨®n para los europeos es otra poderosa raz¨®n. La movilidad laboral s¨®lo puede construirse s¨®lidamente, en clave de equidad y de vocaci¨®n redistributiva de la riqueza generada, si se sustenta sobre la movilidad acad¨¦mica. El incremento del nivel formativo de la poblaci¨®n espa?ola se garantiza por la aproximaci¨®n de los intereses de su educaci¨®n superior a la de los pa¨ªses europeos m¨¢s avanzados. La OCDE estima que un a?o adicional de formaci¨®n aumenta a medio plazo la productividad entre un 3% y un 6%.
La participaci¨®n del sistema universitario espa?ol en la construcci¨®n del EEES tiene, adem¨¢s, el valor a?adido de la adopci¨®n de un sistema homologado de garant¨ªa de calidad. La implantaci¨®n de la acreditaci¨®n europea aumentar¨¢ la transparencia y el atractivo de oferta educativa. Todo ello facilitar¨¢ la compleja, pero inevitable, sustituci¨®n de los actuales mecanismos de control previo por la evaluaci¨®n a posteriori y rendici¨®n de cuentas de los resultados obtenidos, con consecuencias en la financiaci¨®n p¨²blica. La eficiencia del sistema se beneficiar¨¢, se "forzar¨¢" y reforzar¨¢, por las exigencias europeas de evaluaci¨®n sistem¨¢tica de las actividades universitarias y la vinculaci¨®n de los recursos a su buen empleo.
Un cuarto argumento que puede esgrimirse a favor de la europeizaci¨®n universitaria se refiere a la valoraci¨®n de la cuant¨ªa de los recursos disponibles para el funcionamiento de las instituciones. En los dos ¨²ltimos a?os, la Comisi¨®n Europea ha reflexionado sobre las causas del incumplimiento de los objetivos de la Agenda de Lisboa, y el negro balance que aguarda el a?o 2010. Los expertos y responsables de las cuestiones universitarias en los organismos de la UE han dado la voz de alarma respecto a los d¨¦ficit de financiaci¨®n que padecen las universidades en Europa, si son comparadas con las estadounidenses, las canadienses... o las coreanas. Hay una corriente de opini¨®n, innegable, a favor de una mejor dotaci¨®n de recursos para la educaci¨®n superior y la investigaci¨®n. De aqu¨ª se puede derivar otro efecto de "emulaci¨®n" en el ¨¢mbito espa?ol para la revisi¨®n al alza de la financiaci¨®n privada, con la inclusi¨®n de las empresas y otros actores econ¨®micos que se benefician de una buena formaci¨®n superior.
La causa europe¨ªsta no puede ser ganada contando s¨®lo con la voluntad de los profesores, los estudiantes y la generalidad de los ciudadanos; tampoco con el dise?o de horizontes lejanos, por m¨¢s bellos que parezcan. La credibilidad la gana el europe¨ªsmo con medidas a corto plazo, efectivas, concretas en los objetivos perseguidos.
No se pretende aqu¨ª hacer un listado exhaustivo de ellas, sino esbozar alg¨²n ejemplo. Uno pod¨ªa consistir en la elaboraci¨®n de un conjunto de indicadores de eficiencia, consensuados, orientados a la rendici¨®n p¨²blica de cuentas sobre las tasas de abandono en la educaci¨®n superior, la implantaci¨®n de los nuevos m¨¦todos de aprendizaje, los sistemas de atenci¨®n y orientaci¨®n de los estudiantes, etc¨¦tera. La publicaci¨®n peri¨®dica de tales datos acercar¨ªa las universidades a los ciudadanos y eliminar¨ªa injustas valoraciones que a veces se hacen de la labor de los docentes de las actitudes de los estudiantes.
Otra actuaci¨®n que cabr¨ªa emprender en breve consistir¨ªa en el inicio de la reforma del sistema de ayuda a los estudiantes -mediante becas, pr¨¦stamos renta y aval de cr¨¦ditos para el estudio- coincidiendo con la implantaci¨®n de las nuevas titulaciones adaptadas al esquema de grado y m¨¢ster. Al mismo tiempo, se podr¨ªa iniciar el desarrollo de un plan plurianual de renovaci¨®n de las metodolog¨ªas educativas y formaci¨®n pedag¨®gica del profesorado. Para una y otra se necesitan recursos adicionales, pero este esfuerzo econ¨®mico ser¨ªa acorde con la voluntad del actual Gobierno de seguir incrementando sus presupuestos educativos, como prev¨¦ de manera notable en el presente a?o. El presidente Zapatero ha manifestado en varias ocasiones su apoyo a que Europa hable con una sola voz, y que preserve su unidad de acci¨®n. Todorov tambi¨¦n alude a que los europeos aspiran a convertirse en una "potencia tranquila" que se imponga al resto del mundo por sus valores m¨¢s que por sus armas. Uno de los m¨¢s destacados de esos valores ser¨¢ el buen hacer de sus universidades. La causa europe¨ªsta apunta hacia ese fin.
Francisco Michavila es catedr¨¢tico y director de la C¨¢tedra UNESCO de Gesti¨®n y Pol¨ªtica Universitaria de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.