La ca¨ªda de la 'hiperpotencia'
Escuchemos con atenci¨®n lo que dicen en estos d¨ªas israel¨ªes y surcoreanos. Lo que dan a entender podr¨ªa calificarse sin exageraci¨®n de movimiento tect¨®nico dentro del sistema internacional, es decir, de paso de un mundo unipolar a otro multipolar. Los israel¨ªes est¨¢n descubriendo Europa. Perciben intuitivamente que ya no pueden confiar ¨²nicamente en las absolutas garant¨ªas de seguridad que representa Estados Unidos con su combinaci¨®n de apoyo activo y pasivo. La guerra en el L¨ªbano, tan frustrante para Israel, ha acelerado este cambio sutil. Ahora Europa y sus diversos contingentes est¨¢n teniendo un papel destacado en la recuperaci¨®n de la normalidad en la zona.
Evidentemente, Estados Unidos sigue siendo el seguro de vida de Israel, pero los diplom¨¢ticos israel¨ªes, cuando no la propia sociedad del pa¨ªs, est¨¢n empezando a considerar que el proceso de ampliaci¨®n y diversificaci¨®n de las alianzas diplom¨¢ticas es igualmente crucial. Antes el Cuarteto (EE UU, Rusia, la Uni¨®n Europea y la ONU) se ve¨ªa como "uno m¨¢s tres", pero ya no es as¨ª. Europa y Rusia ya no se consideran a s¨ª mismos actores de segunda fila, porque EE UU, por no hablar de Israel, los necesita.
En cuanto a los surcoreanos, cuentan con China para enfrentarse a la crisis nuclear con Corea del Norte. Ellos tambi¨¦n ven el mundo a trav¨¦s de un prisma que sigue mostrando a EE UU como algo esencial, pero ya no determinante. Hace poco, un alto funcionario surcoreano clasific¨® por orden de importancia los pa¨ªses m¨¢s relevantes para la crisis nuclear con Corea del Norte. China encabezaba la lista, seguida de EE UU, Rusia, Jap¨®n y Corea del Sur, pero Europa no figuraba.
?stos son s¨®lo algunos de los muchos indicios que se observan. Tambi¨¦n se podr¨ªa mencionar la cumbre chino-africana celebrada en Pek¨ªn o el fortalecimiento de las relaciones entre Venezuela e Ir¨¢n. Todos esos procesos apuntan sutilmente la existencia de una importante tendencia que podr¨ªa sintetizarse en una frase: el momento unipolar de EE UU, iniciado en 1991 cuando se produjo el derrumbamiento del imperio sovi¨¦tico, ha llegado a su fin.
Por supuesto, no debemos enterrar tan pronto a EE UU, que es mucho m¨¢s flexible de lo que sus cr¨ªticos creen. Cuenta con una capacidad de recuperaci¨®n ¨²nica y controla recursos militares, intelectuales, econ¨®micos e incluso pol¨ªticos sin parang¨®n. La derrota republicana en las elecciones legislativas parciales del mes pasado indica que los estadounidenses han querido penalizar a sus dirigentes por sus defectos estrat¨¦gicos y ¨¦ticos, y que lo han hecho con energ¨ªa.
No obstante, esa flexibilidad no deber¨ªa ocultar una evoluci¨®n m¨¢s profunda. EE UU ya no est¨¢ solo, aunque a¨²n est¨¢ lejos de ser una potencia normal, ya no es posible calificarlo, si es que alguna vez lo fue, de hiperpotencia, utilizando el t¨¦rmino acu?ado por el ex ministro de Asuntos Exteriores franc¨¦s Hubert Vedrine.
La involuntaria "pasividad" de EE UU en la ¨¦poca de Clinton y las err¨®neas directrices de los a?os de Bush coincidieron con el ascenso de China y la India, y tambi¨¦n con la renovada influencia internacional de Rusia, consecuencia del alza en los precios del crudo. Estos procesos fueron reintroduciendo, de forma lenta e imperfecta, un sistema multipolar desequilibrado. Puede que el mundo en el que vivimos avance hacia la multipolaridad deseada por el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, pero no necesariamente de manera eficaz y estable.
Dos razones pueden explicar que, en contra de la visi¨®n gaullista tradicional, la multipolaridad no est¨¦ generando estabilidad sino caos. En primer lugar, los principales actores emergentes -China, Rusia y la India- no est¨¢n dispuestos, deseosos y ni siquiera son capaces de desempe?ar funciones estabilizadoras en el ¨¢mbito internacional. O bien contemplan el mundo con demasiado cinismo o poquedad, o bien tienen otras prioridades, o las dos cosas a la vez. Probablemente observan con placer apenas disimulado las dificultades que atraviesa en la actualidad Estados Unidos en Irak y otros lugares, pero en modo alguno sienten que tengan una responsabilidad compensadora en la estabilidad mundial. El bien com¨²n no es santo de su devoci¨®n. Su orgullo y su inter¨¦s nacionales tienen demasiadas cosas pendientes como para que ellos puedan preocuparse de los dem¨¢s.
En segundo lugar, la Uni¨®n Europea es el ¨²nico aliado natural de Estados Unidos desde el punto de vista de los valores. Si desempe?a su papel positivamente, la UE es la fuerza que puede conseguir que funcione el multilateralismo. Pero si parece m¨¢s preocupada por descubrir de qu¨¦ manera puede evadir mejor las responsabilidades que le pueden caer encima a consecuencia del nuevo y forzoso recato de EE UU, la multipolaridad, en lugar de crear una mayor estabilidad, generar¨¢ -por defecto, no deliberadamente- un mundo m¨¢s ca¨®tico.
Si Europa quiere demostrar que puede incidir en este momento post-unipolar estadounidense, tiene una oportunidad ¨²nica, que comienza ahora mismo en Oriente Pr¨®ximo. Nos estamos acercando al mundo que Europa reivindicaba, que puede malograrse estrepitosamente sin la UE o mejorar sus contornos gracias a ella.
Hasta cierto punto, el fin del mundo unipolar podr¨ªa ser realmente la "hora de Europa". Pero eso s¨®lo ocurrir¨¢ si la UE recupera su confianza y asume un papel positivo junto a Estados Unidos, no contra este pa¨ªs.
Dominique Mo?si, fundador y consejero del Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales, es profesor en el Colegio de Europa de Natolin, Varsovia. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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