Emprender
El panorama de las organizaciones e instituciones empresariales valencianas afronta la proximidad de un cambio que se avecina. El acceso de Jos¨¦ Vicente Gonz¨¢lez a la presidencia de la Confederaci¨®n Empresarial Valenciana (CEV) y el relevo en la c¨²spide de la Confederaci¨®n Empresarial de Alicante (Coepa) aportan, desde hace m¨¢s de un a?o, elementos plenamente diferenciados con respecto a etapas anteriores.
En la CEV han ocurrido dos acontecimientos necesarios y decisivos. El primero, es la normalidad patrimonial interna que se consigue al plantear, resolver y liquidar las deudas contra¨ªdas para devolver y pagar las cantidades pendientes por actividades de formaci¨®n que no contaban con los requisitos necesarios.
Las instituciones no pueden ni deben gestionarse como empresas, precisamente porque no lo son
Esta situaci¨®n de desfase entre el debe y el haber ven¨ªa prolong¨¢ndose a lo largo de m¨¢s de una d¨¦cada sin que nadie se atreviera a ponerle el cascabel al gato. Unos porque se sent¨ªan ajenos en aquel desequilibrio y otros, porque prefer¨ªan dejar pasar el tiempo, de tal forma que la lejan¨ªa permitiera olvidarse de tan escabroso asunto.
Esa situaci¨®n de inestabilidad financiera se ha comenzado a corregir para zanjar las deudas dentro de un plan establecido de ajuste econ¨®mico. Es evidente que la CEV est¨¢ en una etapa de reorganizaci¨®n y por fin va camino de recuperar la normalidad econ¨®mica, y la suficiente independencia para defender los intereses de las empresas, que es el primer objetivo de las entidades empresariales de representaci¨®n.
El segundo reto se vislumbra en el logro de la unidad empresarial para recuperar el sentido de pertenencia a un conjunto asociativo, donde se integran las organizaciones empresariales que operan en un determinado territorio. Tambi¨¦n en este cometido de conseguir la reconciliaci¨®n entre CEV, Pymev y Cepymev entran algunos aspectos delicados donde ha de primar la inteligencia, la generosidad y la capacidad de renunciar a ciertas posiciones de privilegio personal, frente a la perseguida meta de que los empresarios valencianos tengan imagen unificada y una sola voz.
Aunque no falta quien piensa que Jos¨¦ Vicente Gonz¨¢lez, presidente de CEV, se muestra excesivamente discreto, lo cierto es que el acuerdo previo de reconciliaci¨®n se ha formalizado y todos los s¨ªntomas permiten augurar que podr¨ªa llegar a buen fin. Un presidente avanza sin necesidad de hacer ruido.
Los gestores de las entidades e instituciones empresariales tienen el compromiso de saber, a ciencia cierta, cu¨¢ntos son y qu¨¦ representan sus organizaciones. Al mismo tiempo, deben tener muy claro su cometido y los mecanismos que pueden utilizar para cumplir sus objetivos. No tiene sentido el exceso de mercantilizaci¨®n de su actividad. Las organizaciones y las entidades empresariales no fueron creadas para desarrollar el papel que ya realizan los empresarios y mucho menos para competir con ellos, cuando, en muchos casos, pueden ser asociados suyos a los que se les cobra una cuota libre u obligatoria.
Los excesos economicistas, a menudo ejercidos por quienes no saben lo que es una empresa por experiencia propia, conducen a menudo a contradicciones y a justificar la rentabilidad de una instituci¨®n en base al dinero que se ahorra o en hipot¨¦ticos beneficios que nadie podr¨ªa explicar. Pero a¨²n es m¨¢s grave, cuando el ahorro y los beneficios tienen el alto coste de perder la independencia y el control sobre los medios de producci¨®n. Es la mediocre cultura de lo baratito.
Las instituciones no pueden ni deben gestionarse como empresas, precisamente porque no lo son. No deben competir con ellas, porque a ellas se deben. Fueron creadas para desarrollar aquellas acciones que no realizan las empresas, en aras al inter¨¦s general de la econom¨ªa. Las organizaciones han de prestar servicios a las empresas con el dinero que estas les pagan y con los fondos que obtienen con el argumento de representar intereses empresariales. En ning¨²n caso se explica el incumplimiento de los fines primordiales de las instituciones ni el atesoramiento de recursos econ¨®micos que deber¨ªan estar dedicados a facilitar servicios a las empresas. Mercantilizar el funcionamiento de las instituciones es una tentaci¨®n y un error cometidos por quienes las desconocen y las ignoran. Es una forma de acabar con ellas. No es la m¨¢s sutil, pero s¨ª parece la m¨¢s eficaz, si se cuenta con los compa?eros de viaje adecuados.
Este proceso se mueve entre dos fechas destacadas que marcan dos eventos empresariales de gran repercusi¨®n en la Comunidad Valenciana: las Cumbres de Orihuela (1989) y la m¨¢s reciente de Pe?¨ªscola (2005). Recientemente se han alzado voces para reclamar el apaciguamiento de las tensiones pol¨ªticas que previsiblemente se podr¨ªan incrementar ante la proximidad de la campa?a electoral.
No hay que olvidar que cuando las organizaciones e instituciones no acaban de cumplir adecuadamente sus fines y cometidos, surgen otras entidades e interlocutores, que ocupan su espacio de representaci¨®n. Es un riesgo que no hay que menospreciar.
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