Mefisto y los arquitectos
Estos d¨ªas se ha comentado mucho el proyecto Gazprom City, un complejo arquitect¨®nico culminado por un rascacielos de 320 metros que deber¨¢ edificarse junto al r¨ªo Neva, en San Petersburgo. Los comentarios han sido de ¨ªndole est¨¦tica, aunque no han faltado tampoco los que alud¨ªan a las circunstancias pol¨ªticas y econ¨®micas. En contra del proyecto se han manifestado algunas de las principales instituciones culturales petersburguesas y muchos ciudadanos, algunos de los cuales han protestado con pancartas: "Un rascacielos para cada imb¨¦cil" o "una torre para cada idiota".
El motivo esencial de la protesta es la destrucci¨®n del perfil hist¨®rico de San Petersburgo en el caso de que se erija Gazprom City, al menos en el proyecto actual. Quien conozca San Petersburgo tender¨¢ a creer, desde luego, que un rascacielos de 320 metros en pleno centro puede ser un atentado definitivo a la armon¨ªa de la ciudad. Pero en la pol¨¦mica se mezclan otras razones. El historiador Daniel Kotsiubinsky ha resumido algunas de ellas con la afirmaci¨®n de que, con el nuevo conjunto arquitect¨®nico, Putin construir¨¢ su pir¨¢mide de Keops.
Al parecer, Vlad¨ªmir Putin, petersburgu¨¦s de origen, est¨¢ trasladando muchas sedes de empresas a su ciudad natal. Naturalmente la joya de la corona no es otra que Gazprom, el imponente monopolio de la energ¨ªa sobre el que cabalga el nuevo poder ruso. Trasladando la sede de Gazprom desde Omsk, en la lejana Siberia, a San Petersburgo Putin estar¨ªa realizando una jugada con m¨²ltiples connotaciones simb¨®licas. Adem¨¢s de construir su "pir¨¢mide de Keops" edificar¨ªa el icono del nuevo poder para advertencia de propios y extra?os, es decir, de sus conciudadanos y de los ciudadanos de los pa¨ªses europeos dependientes, como es sabido, de la energ¨ªa que Gazprom puede proporcionar o negar en el inmediato futuro. La "mazorca de ma¨ªz" y el "falo camale¨®n", como los petersburgueses, con sorna, denominan al rascacielos proyectado, es, adem¨¢s, un fetiche pol¨ªtico perfectamente calculado.
No obstante, lo que en esta pol¨¦mica -y en otras pol¨¦micas semejantes que afectan tambi¨¦n al equilibrio urban¨ªstico de las ciudades- me llama la atenci¨®n es la actitud de los arquitectos que participan en los concursos, generalmente restringidos, que se convocan por parte de las autoridades pol¨ªticas. En el caso de San Petersburgo todos eran de renombre mundial: Rem Koolhaas, Jean Nouvel, Daniel Liebeskind LLC, Herzog & De Meuron y el estudio RMJM London Limited, ganador del concurso. No s¨¦ la reacci¨®n de los perdedores pero me ha resultado curiosa la de un representante del estudio ganador que, seg¨²n los peri¨®dicos, ha calificado a los petersburgueses que protestaban como "un lastimoso grupito". Hay que recordar que entre el "lastimoso grupito" se hallan los presidentes de la Sociedad de Conservaci¨®n de los Monumentos y del Colegio de Arquitectos y el director del Museo Ermitage.
Visto en fotograf¨ªa el proyecto Gazprom City de RMJM London Limited no me parece ni bueno ni malo. Es un ejemplar m¨¢s de la actual arquitectura espectacular que, basada en una sofisticada tecnolog¨ªa y en imponentes efectos especiales, propone una suerte de t¨®tems a las ciudades ricas del mundo con independencia de su ubicaci¨®n en el planeta. El t¨®tem sirve por igual para norte, sur, este y oeste y morfol¨®gicamente acostumbra a ser provocativo, estilizado y "bonito", sobre todo si se toma como una escultura para ver desde los aviones o para mostrar en las postales destinadas a turistas.
Lo m¨¢s discutible de estos bonitos t¨®tems -los hay tambi¨¦n fe¨ªsimos- es que muy pocas veces tienen en cuenta la singularidad del territorio en el que van a ser incrustados. El mismo t¨®tem sirve para un lugar y para otro. Sorprendentemente, los constructores de t¨®tems a gran escala tampoco tienen demasiadas man¨ªas a la hora de elegir al patr¨®n ni aparentar estar muy preocupados para calibrar el alcance destructivo de sus obras. La impresi¨®n que uno tiene es que ciertos estudios internacionales de arquitectos contemplan los paisajes urbanos con la misma alegr¨ªa ¨²nica y depredadora con que las gigantescas empresas multinacionales observan los paisajes econ¨®micos del mundo.
Incluso hay cierta simetr¨ªa de conductas. Si la empresa deslocaliza industrias y puestos de trabajo sin tener para nada en cuenta lo que melanc¨®licamente Graham Greene llamaba el factor humano, atenta tan s¨®lo al abstracto sism¨®grafo de los beneficios, el estudio multinacional de arquitectura localiza sus iconos de poder, siempre adecuados al simbolismo que exigen los poderosos, con similar despreocupaci¨®n con respecto a las consecuencias concretas para los habitantes de una ciudad.
Quiz¨¢ sea injusto con alguno de los arquitectos antes citados, participantes en el concurso de San Petersburgo, pero creo que en general se echa en falta una visi¨®n cr¨ªtica de la arquitectura que ellos -y tantos otros- pasan por alto y que, en alg¨²n caso, s¨ª exist¨ªa con anterioridad. La arquitectura contempor¨¢nea, volcada en el aprovechamiento m¨¢ximo del espect¨¢culo y de la globalizaci¨®n carece, salvo contadas excepciones, de una reflexi¨®n s¨®lida sobre la relaci¨®n entre el h¨¢bitat y los habitantes, el paso imprescindible para llegar a una construcci¨®n equilibrada, aquella conciencia de la dimensi¨®n humana de la arquitectura que no s¨®lo han reclamado los maestros modernos sino que dej¨® ya muy claro, en el siglo XV, Leon Battista Alberti.
Con sus t¨®tems erigidos aqu¨ª y all¨¢ algunos arquitectos aupados al estrellato, y que significativamente se apoderan de gran parte de los encargos a lo largo y ancho del planeta, han vuelto a una concepci¨®n arcaica de la arquitectura por m¨¢s que se vanaglorien de la tecnolog¨ªa empleada en sus propuestas. Lo arcaico y lo reaccionario pueden perfectamente cubrirse con las m¨¢s vistosas m¨¢scaras tecnol¨®gicas. Es, de nuevo, el arquitecto del rey al servicio de los rituales del poder.
?Y qu¨¦ puede importarle al arquitecto del rey la vivienda del ciudadano! ?Cu¨¢ntos edificios de viviendas dignas en una ciudad digna son pensados en los grandes estudios de arquitectura? El arquitecto del rey est¨¢ mucho m¨¢s interesado en servir a su se?or y en sacar r¨¦ditos y fama de su servilismo. Ofrece sus fetiches al mejor postor: ah¨ª ten¨¦is la vistosa sede de banco, el hotel m¨¢s elevado, el rascacielos que certificar¨¢ el dominio de tal o cual corporaci¨®n. Nada nuevo bajo el sol porque siempre ha habido arquitectos dispuestos a ser el arquitecto del rey. Acaso lo novedoso es que ahora en los medios de comunicaci¨®n aparentan ser los ¨²nicos que hay y, adem¨¢s, sus productos se esparcen por todas las ciudades del mundo siempre que haya un cliente dispuesto a pagar.
Es posible que, como dijo el representante de RMJM London Limited, los manifestantes que protestaban en San Petersburgo contra el Proyecto Gazprom City fueran "un lastimoso grupito"; unos pobres diablos. Y, no obstante, aparte de estos pobres diablos hay en todos estos alg¨²n demonio de envergadura que anda suelto comprando almas. Sabe que no pocos est¨¢n dispuestos a venderlas a cambio de un buen encargo.
Rafael Argullol es escritor.
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