Cuando muera otro dictador
Resulta bastante curioso el tratamiento informativo que dan los medios de comunicaci¨®n espa?oles a la muerte de los dictadores que no fueron nuestros, la facilidad con que luego los espa?oles olvidamos detalles de los hechos que rodearon a los que s¨ª fueron nuestros dictadores, como Franco, por ejemplo.
Yo fui uno de tantos soldados que estaba haciendo la mili el d¨ªa que muri¨® Franco, concretamente en el cuartel de Infanter¨ªa de Marina de Arturo Soria, y picado por el morbo y la curiosidad no quise perderme la oportunidad de verlo y me apunt¨¦ voluntario para ir al siguiente d¨ªa a hacer guardia al palacio Real. No se tiene todos los d¨ªas la ocasi¨®n de ver a un dictador muerto, convencerse de que verdaderamente est¨¢ muerto. Entre guardia y guardia -creo que me tocaron dos turnos-, observ¨¦ a la gente que se acercaba a la cola inmensa que se form¨® en la calle de Bail¨¦n. ?Cu¨¢nto dar¨ªa ahora por ver un buen reportaje de aquellos momentos interminables, o¨ªr otra vez los comentarios an¨®nimos y ver las caras entrecruzadas de fr¨ªo y miedo!
Que los espa?oles vieran lo que se dec¨ªa en aquella fila que parec¨ªa que no ten¨ªa fin, los improperios que se lanzaron contra algunos medios de comunicaci¨®n extranjeros de los que se sospechaba hostilidad al r¨¦gimen y que se acercaban con la intenci¨®n de captar para sus espectadores aquellos momentos hist¨®ricos, las alabanzas espont¨¢neas que algunas personas echaban al dictador ya muerto. No recuerdo ninguna manifestaci¨®n de la oposici¨®n antifranquista por las calles, como ha pasado en Chile, m¨¢s bien silencio, mucho silencio, y todos a esperar a ver qu¨¦ pasaba.
Ahora vamos por el mundo dando lecciones de democracia a todo el que se cruza con nosotros; no est¨¢ mal, pero tampoco estar¨ªa mal que no perdi¨¦ramos la memoria y que cada vez que muere un dictador empez¨¢ramos el d¨ªa acord¨¢ndonos de que nosotros tuvimos el nuestro propio por mucho tiempo: 36 a?os. Se llamaba Francisco Franco Bahamonde y muri¨® en la cama. Todos debemos algo a quienes a lo largo de su vida se opusieron a la brutalidad de su r¨¦gimen, sobre todo, antes de verle muerto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.