"La m¨²sica cl¨¢sica debe tener un componente dionisiaco"
M¨¢s que a Sissi emperatriz y a japoneses de esos que pagan un ojo de la cara por conseguir una entrada para el Concierto de A?o Nuevo, estos valses que Miguel Baselga ha trasladado a su piano inquieto y provocador huelen a caf¨¦, a humo de cigarrillo y a licor. De ah¨ª que tengan un balanceo y un ritmo trastocado y caprichoso, producto m¨¢s de cierto esp¨ªritu iconoclasta que de algo estirado y pomposo. Estos valses que Baselga ha adaptado a su piano guas¨®n con mucha retranca, iron¨ªa y ganas de juerga resultan en el mundo de la m¨²sica cl¨¢sica toda una sana provocaci¨®n, m¨¢s cuando vacilan el casposo clich¨¦ de algunas de las m¨²sicas m¨¢s trilladas y manoseadas de la historia con un aire rejuvenecido y heterodoxo.
Lo ha hecho en su disco Vals Caf¨¦ (Columna M¨²sica), en un descanso de esa operaci¨®n tit¨¢nica y concienzuda que est¨¢ haciendo desde hace m¨¢s de seis a?os y que es grabar toda la integral de la obra de Isaac Alb¨¦niz para piano en nueve vol¨²menes. Ahora est¨¢ preparando el sexto, que incluye los conciertos para piano y orquesta. Toda una novedad que se espera con ansia. Pero mientras, ha parado para tomarse este caf¨¦ vien¨¦s m¨¢s que perfumado: "Lo he hecho sin ning¨²n rigorismo, imponi¨¦ndome como int¨¦rprete, cambiando cosas a mi gusto, por puro placer", afirma Baselga.
A fe que cuando se le mete
algo en la cabeza lo suele conseguir. Puede ser insistente hasta la extenuaci¨®n y va por libre en un mundo donde funcionan mucho los clanes. As¨ª ha sido desde que decidi¨® irse a B¨¦lgica con 14 a?os, ahora ya tiene 40, a estudiar su carrera, y as¨ª ha sido desde que hace 12 a?os vive del piano en este pa¨ªs suyo. Toda una haza?a para la que no le han faltado conciertos y grabaciones de discos por todo el mundo, muy centrados en el repertorio espa?ol. "Es lo que m¨¢s me piden", afirma quien tambi¨¦n ha grabado la integral de obras de Manuel de Falla para piano.
Aunque no le hace ascos a nada. "La m¨²sica, para m¨ª, es como la comida, pico de todo. M¨²sica contempor¨¢nea tambi¨¦n, pero siempre que est¨¦ hecha para los sentidos, no como ejercicio intelectual, ¨¦sa no me interesa. No me van los extremos extremistas, para m¨ª, la m¨²sica debe tener un componente dionisiaco".
Por eso le fascina Alb¨¦niz: "Es sensual, er¨®tico, terrenal. Se le puede masticar. Tiene un genuino componente y sabor mediterr¨¢neo". Lo que Baselga quiere demostrar adem¨¢s respecto al compositor es que no estaba equivocado en su romanticismo, "y que dio en el clavo cuando invent¨® una forma de nacionalismo musical", dice, "entre otras cosas".
Le gusta hasta esa fama de mentiroso, de hombre fantasioso que tiene el m¨²sico que naci¨® en Camprod¨®n (Girona). "Toda esa leyenda inventada de que fue alumno de Liszt es estupenda. Aunque ya no se sabe muy bien por qu¨¦ se la invent¨®. Si para justificar ante su padre que hab¨ªa aprovechado el dinero que le dejaba para su formaci¨®n o porque s¨ª".
?ltimamente hay un gran esfuerzo de recuperaci¨®n de aristas de Alb¨¦niz desconocidas por parte de music¨®logos e int¨¦rpretes: desde el espa?ol Jacinto Torres, que ha limpiado su m¨²sica de contaminaciones imperdonables, o Aaron Clark, que escribi¨® una gran biograf¨ªa publicada en Espa?a por Turner, hasta directores de orquesta como Jos¨¦ de Eusebio que han recuperado sus ¨®peras, o cantantes y pianistas que han sacado a la luz sus magn¨ªficas canciones, como han hecho Ant¨®n Card¨® y Elena Grajera, por un lado, y Rosa Torres-Pardo y Marina Pardo, por otro. Pero es el p¨²blico quien no entra todav¨ªa con demasiadas ganas dentro del mundo del compositor. "Me da la impresi¨®n de que no lo hacen, de que todav¨ªa es pronto, que los aficionados no le han otorgado todav¨ªa la justicia que merece", asegura Baselga. "La gente busca certezas, pero hay que ir al encuentro de ese otro sector que desea saborear cosas diferentes".
Si del tan rico como vapuleado compositor espa?ol se han dicho y hecho cosas tan acertadas como dispares, de los compositores que Baselga transforma con cierto expresionismo musical en Vals Caf¨¦, se ha teorizado tanto que corren el peligro de vaciarse en el camino. Por eso les viene bien cierta deconstrucci¨®n. M¨¢s si se trata de Johann Strauss, de Brahms, Schubert, Liszt, compositores presentes en este nuevo disco suyo, y no tanto de otros dos revitalizadores del vals como Debussy o Ravel, que dijeron la ¨²ltima palabra respecto a este tipo de m¨²sica en piezas como La plus que lente, del primero de ellos, o La valse. "?sta es una de las formas musicales que todo el mundo conoce. Si sabes contar hasta tres, sabes lo que es un vals", asegura el pianista.
Con esa voluntad de acerca
miento a un p¨²blico m¨¢s amplio ha hecho tambi¨¦n este Vals Caf¨¦, porque Baselga es de los pianistas que opina que los de su casta deben de salir del gueto: "Hay que aflojarse la corbata, descalzarse y quitarse la ropa. Disfrutar de la vida y quitarnos esa imagen sesuda que nos han puesto encima a algunos m¨²sicos. La culpa es nuestra por habernos dejado".
Aunque el p¨²blico tambi¨¦n debe hacer su trabajo. "Deber¨ªan perder el miedo a aplaudir a destiempo y a silbar y protestar si no les gusta. Necesitamos m¨¢s espontaneidad en este mundo sino nunca nos quitaremos de encima ese sambenito conservador que no hay en otros pa¨ªses donde se acude a los conciertos con m¨¢s naturalidad".
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