'La nostalgia como espect¨¢culo
El Liceo de Barcelona despide el a?o con un espectacular montaje de Manon Lescaut procedente de la Scala de Mil¨¢n, firmado esc¨¦nicamente por la famosa cineasta italiana Liliana Cavani y con escenograf¨ªa de Dante Ferretti. Espect¨¢culo de gran lujo y oropel esc¨¦nico, tradicional hasta la m¨¦dula, fiel al libreto y a la suntuosa partitura de Giacomo Puccini. Cavani, que debuta en el Liceo, juega sin recato la carta del derroche de medios y hace ¨®pera con los mismos planteamientos est¨¦ticos que admiramos hace tres d¨¦cadas en el antiguo Liceo. Ni rastro de la Cavani transgresora: en sus incursiones oper¨ªsticas, la directora del que en su d¨ªa fue escandaloso filme Portero de noche defiende con u?as y dientes el realismo esc¨¦nico, sin cambios de ¨¦poca ni otras innovaciones, y lo hace con toda sus consecuencias. Montaje tradicional, de los de antes, necesario para equilibrar una balanza teatral que en el Liceo suele inclinarse hacia propuestas m¨¢s modernas y radicales. Ya soplar¨¢n aires transgresores en enero con el montaje de Don Carlos dirigido esc¨¦nicamente por Peter Konwitschni. Pero de momento, la tradici¨®n muestra sus mejores galas en una Manon Lescaut que convierte la nostalgia en un brillante espect¨¢culo.
El despliege esc¨¦nico es apabullante, especialmente en la recreaci¨®n del lujoso palacio de Geronte en Par¨ªs, donde est¨¢ situado el segundo acto, y de los l¨²gubres muelles del puerto de Le Havre, donde transcurre el tercero. El vestuario, de Gabriella Pescucci, y la iluminaci¨®n, de Gianni Mantovanini, son tambi¨¦n de gran impacto. La ¨²nica pega es que la ¨®pera, que dura unas dos horas, tiene cuatro actos y los cambios de decorado obligan a efectuar tres descansos que se hacen interminables. De hecho, pasas casi tanto tiempo en los pasillos como en la sala.
Hubo un tiempo en que los largu¨ªsimos entreactos eran moneda corriente en el Liceo, pero hasta los que a?oran ¨¦pocas pasadas se aburrieron con tanta espera. Menos mal que, en otro ejercicio de nostalgia, se puede aprovechar tan larga espera para ver la excelente exposici¨®n de homenaje a Renata Tebaldi organizada por Amics del Liceu, que en el vest¨ªbulo, el balc¨®n del foyer y el Sal¨®n de los Espejos re¨²ne vestidos, fotograf¨ªas, joyas de escenario, objetos y recuerdos de la inolvidable soprano italiana.
El director de orquesta Renato Palumbo acredit¨® en su debut en el foso lice¨ªsta un fabuloso dominio del estilo pucciniano. Sac¨® extraordinario partido de la orquesta, en especial de unas cuerdas que lucieron un sonido carnoso y un intenso y c¨¢lido fraseo. Quiz¨¢ deber¨ªa pulir m¨¢s la respuesta de los metales y la percusi¨®n en algunas escenas, pero que nadie se llame a enga?o: la escritura pucciniana es opulenta y no todas las voces han nacido para hacerse o¨ªr entre las ardientes temperaturas sinf¨®nicas que suele marcar el term¨®metro pucciniano. Por suerte, el Liceo presenta un reparto de muy notable calidad. La soprano Daniela Dess¨¬ y el tenor Fabio Armiliato, pareja en la escena y en la vida real, estuvieron magn¨ªficos. Ella es una Manon muy l¨ªrica, de exquisito fraseo, elegante y musical. ?l tambi¨¦n juega con bazas l¨ªricas, y compensa la falta de peso dram¨¢tico con una sana emisi¨®n y un preciso control de sus medios. Adem¨¢s, no se arruga ni en los momentos de m¨¢ximo voltaje pucciniano. Como feliz pareja que son, no tuvieron problema a la hora de mostrar en escena la ardiente pasi¨®n que caracteriza a los grandes personajes puccinianos.
Estupendo en su debut lice¨ªsta el bar¨ªtono franc¨¦s Ludovic T¨¦zier, un Lescaut de c¨¢lida, bella y potente voz, muy bien cantado. Y magistral en su certera caracterizaci¨®n de Geronte el bajo bar¨ªtono Carlos Chausson. Buen trabajo del coro y solventes actuaciones de Israel Lozano (Edmondo), Agata Bienkowska (un m¨²sico), Alberto Feria (el hostalero y un comandante), Josep Ruiz (un farolero), Riccardo Ferrari (un sargento) y, en otra puerta abierta a la nostalgia, Ren¨¦ Kollo, gran tenor wagneriano en el pasado y reciclado ahora para dar lustre al breve papel de maestro de baile. Los calurosos aplausos dejaron claro que el ba?o de nostalgia que se ha dado el Liceo para despedir 2006 ha tenido un saludable efecto bals¨¢mico en la parroquia lice¨ªsta. Ya vendr¨¢ Don Carlos.
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