Perrer¨ªas de moda
Un bulldog m¨¢s un d¨¢lmata. O un labrador m¨¢s un caniche. O un schnauzer m¨¢s un caniche. Las mezclas extravagantes de perros con pedigr¨ª se han puesto de moda en Estados Unidos e Inglaterra. De la raza pura al h¨ªbrido de marca. Es lo m¨¢s. Lo m¨¢s actual y lo m¨¢s pol¨¦mico
Esta temporada, una nueva moda tiene encandilados a ricos y famosos: los perros de dise?o. No vaya a pensarse en engendros perge?ados por manipulaci¨®n gen¨¦tica; nada de eso, hablamos de canes concebidos por el m¨¦todo de toda la vida de perro monta a perra. La gran novedad radica en que se trata de mestizos. La gracia pasa por festejar lo que hasta no hace mucho tiempo se condenaba como m¨¢xima herej¨ªa: mezclar dos razas de pedigr¨ª. De la obsesi¨®n por los purasangre avalados por un ¨¢rbol geneal¨®gico remontable al Arca de No¨¦ se ha pasado al furor por el mestizaje m¨¢s extravagante.
El top ten de la nueva estirpe de h¨ªbridos lo encabeza el puggle, el cruce del beagle, un sabueso brit¨¢nico, con el pug, un perro chino de compa?¨ªa. Por uno de esos cachorros, en Nueva York pagan hasta 2.000 d¨®lares (m¨¢s de 1.600 euros). El cuzco se ha vuelto el favorito de las estrellas: A James Gandolfini, Sylvester Stallone y Julianne Moore les gusta mostrarse con uno de esos perros de juguete en brazos. A su fama han contribuido sus apariciones en la portada de The New York Post y en el programa de televisi¨®n Good Morning America. La reina Isabel II se ha apuntado a la tendencia con su dorgis, el fruto de los amores entre un corgi gal¨¦s y un dachshund llamado Pipkin.
Otro chucho fashion muy demandado, el labradoodle, desciende del labrador retriever y el caniche (en ingl¨¦s, poodle). Es el primer can hipoalerg¨¦nico: su pelambre, aseguran, no se despelucha ni da alergias. Hay m¨¢s: el dollie, que ha heredado la vivacidad del d¨¢lmata y la obediencia del collie; el schnoodle (cruce de schnauzer miniatura y caniche), el bullmatian (bulldog y d¨¢lmata), el pampug (pomerania y pug), el goldendoodle (golden retriever y caniche), el shorkie (shit-tzu y yorkie), el cavapoo (King Charles Cavalier Spaniel y caniche), el shepadoodle (pastor alem¨¢n y caniche), el boxador (boxer y labrador)? por citar algunos de los nombres anunciados en las tiendas de mascotas.
Como cualquier moda, el fen¨®meno tiene su motor en el esnobismo. No hay m¨¢s que o¨ªr hablar a David Barber, el due?o de Puppy Paradise, la tienda neoyorquina especializada en puggles: "Es como mezclar un bolso de Versace con uno de Coach. Obtienes lo mejor de ambos sin a?adir ning¨²n problema". Pero existen otras razones. Los vendedores juegan la baza de la salud; sus puggles son m¨¢s sanos, dicen, pues carecen de los defectos que afean a pugs y beagles, como ojos saltones y car¨¢cter terco.
El tama?o tambi¨¦n importa. La gente demanda chuchos de un peso inferior a siete kilos, que no coman mucho, que hagan poca caca y sean suaves como un osito Teddy. En ese segmento del mercado, cuanto m¨¢s peque?o el cachorro, m¨¢s le pedir¨¢n. Los animales grandes han pasado de moda. La alarma suscitada por los ataques a personas por pitbulls y rottweilers ha empujado a los compradores a decantarse por criaturas m¨¢s controlables. "Si sales a la calle con un perro grande, te miran como a un criminal", indica Enrique Pastor, un miembro del Club Espa?ol del Beagle. "Por eso, muchos criadores buscan ejemplares m¨¢s peque?os a trav¨¦s de cruces dentro de la misma raza". Por ahora, los criadores de h¨ªbridos, con las manos libres para experimentar, llevan las de ganar en la producci¨®n de perros menguantes.
Aparte de producir criaturas in¨¦ditas, las mezclas han generado un caluroso debate. En Estados Unidos, la popularidad de los mestizos de alto standing ha enfurecido a los amantes de los perros de pedigr¨ª. El Poodle Club of America ha lanzado una campa?a contra los h¨ªbridos y sus criadores, acus¨¢ndolos de ser los nuevos Frankestein. Los criticados han respondido con la apertura del American Canine Hybrid Club, un primer paso en pos de la respetabilidad canina. Su registro cuenta con m¨¢s de 200 razas h¨ªbridas. Incluso extienden certificados de autenticidad a quien pruebe que los padres de su mestizo poseen pedigr¨ª. Sinti¨¦ndose v¨ªctimas de una competencia desleal, las asociaciones tradicionales han puesto el grito en el cielo. Hay mucho dinero en juego.
En el centro de la pol¨¦mica figura la pureza racial canina, noci¨®n copiada de los purasangre de la h¨ªpica. Para los defensores del pedigr¨ª, el mestizaje dinamita las distinciones sobre las que se alza una pir¨¢mide de asociaciones, exposiciones, torneos, escuelas, criaderos, tiendas? Algunos especialistas, en cambio, juzgan falaz hablar de pureza en el caso del Canis lupus familiaris, una creaci¨®n humana obtenida del lobo y en constante evoluci¨®n. ?Acaso no derivan de mezclas las 400 razas puras reconocidas? Fij¨¦monos en el doberman pinscher, el rottweiler y algunos tipos de terriers surgidos en la Alemania del siglo XIX de la combinaci¨®n de varias razas; o en el boston terrier, nacido del cruce entre bulldog y terrier.
La plasticidad gen¨¦tica del perro admite much¨ªsimas variaciones, sin m¨¢s impedimento que el de su tama?o (a un gran dan¨¦s le dar¨ªa gran trabajo pre?ar a una chihuahua). De hecho, se trata del animal dom¨¦stico con la mayor diversidad de razas, el resultado de cruces orientados a la obtenci¨®n de l¨ªneas con determinados rasgos morfol¨®gicos y de car¨¢cter. La pureza conseguida a base de aparear padres e hijas, hermanos y hermanas tiene un precio: el aumento de las patolog¨ªas hereditarias. Entre los 500 defectos gen¨¦ticos catalogados destacan la displasia de cadera (azote del pastor alem¨¢n), la sordera (com¨²n en los d¨¢lmatas), la fractura de discos (habitual en el dachshund). Adem¨¢s de los trastornos ligados a la intensificaci¨®n de ciertos rasgos, como la cabeza desproporcionadamente grande del chihuahua; los ojos del pequin¨¦s, que tienden a salirse de sus ¨®rbitas; la hipertrofiada mand¨ªbula inferior de algunos terriers, responsable de su mala masticaci¨®n, o el hocico chato del boxer, fuente de problemas respiratorios.
?Tienen raz¨®n, entonces, los partidarios de los perros de dise?o al afirmar que ¨¦stos gozan de mejor salud que los linajes endog¨¢micos? En parte s¨ª, en parte no. Un h¨ªbrido se ver¨¢ libre de los defectos asociados a los genes recesivos legados por padres de la misma raza. "Pero dichos genes pueden reaparecer a la segunda o tercera generaci¨®n", alerta Miguel Ib¨¢?ez, profesor de etolog¨ªa y protecci¨®n animal de la Universidad Complutense de Madrid. Se corre el riesgo de que un labradoodle transmita a sus descendientes los genes defectuosos de sus progenitores caniche y labrador.
Las mezclas novedosas tampoco poseen mayor estabilidad; sus rasgos no se han fijado de modo permanente, cosa que requiere varias generaciones. Imposible predecir c¨®mo ser¨¢n sus cachorros. Algunos labradoodles tienen un manto suave y lanudo, y otros, duro como alambre. De un cruce puede salir una cosa o la contraria.
La pol¨¦mica podr¨ªa llevarnos muy atr¨¢s en el tiempo. A fin de cuentas, el Homo sapiens lleva milenios cruzando perros con las m¨¢s variadas finalidades. Quien se escandalice del uso de cachorros como accesorios de lujo deber¨ªa tener en cuenta que el gusto por los canes decorativos se remonta al imperio chino. Adem¨¢s, ?es m¨¢s condenable un cruce por motivos fr¨ªvolos que la creaci¨®n de razas especializadas en morder y desgarrar seres humanos?
Desde una perspectiva ¨¦tica, para Miguel Ib¨¢?ez la pregunta crucial ser¨ªa la siguiente: "?Qu¨¦ perjuicio podemos ocasionar a un animal creado de esa manera?". En la misma direcci¨®n apuntan quienes temen que la sed de ganancias estimule a criadores poco experimentados o sin escr¨²pulos a realizar cruces aberrantes, desembocando en abortos prematuros y cachorros inviables. Porque no cualquier apareamiento resulta conveniente. La mezcla de pug y pequin¨¦s podr¨ªa acentuar el defecto com¨²n de los ojos saltones, y la de San Bernardo y newfounland, razas aquejadas por la displasia de cadera, podr¨ªa engendrar gigantes tullidos. Da igual; ninguna objeci¨®n detiene la avalancha de perros de dise?o. Un ejemplo lo pone Wallace Avenis, el criador de Kentucky (EE UU) que se ufana de haber creado 50 h¨ªbridos distintos y ahora proyecta un mini-San Bernardo con un barrilito que alcance para un chupito.
De momento, el debate se halla limitado a Estados Unidos y Reino Unido. La moda no ha llegado a Espa?a, aunque algunos criadores han comenzado a producir puggles. Pastor no cree que los h¨ªbridos vayan a tener aceptaci¨®n. "Aqu¨ª la gente prefiere perros de raza. Ocurre algo parecido con los coches: por m¨¢s que a uno le ofrezcan uno con el chasis de un Seat y un motor de Mercedes, quien quiera un buen autom¨®vil buscar¨¢ la marca y no ir¨¢ a la chatarrer¨ªa". Con todo, el criador de beagles no pretende negar el poder de las modas: "Sobre gustos no hay nada escrito", dice.
Decir que las mascotas otorgan estatus no supone ninguna noticia. Muchas personas eligen la que m¨¢s se ajuste a la imagen que pretenden dar de s¨ª (lo demuestra la preferencia de los adictos a la testosterona por los perros agresivos). El nuevorriquismo de algunos se delata en la posesi¨®n de galgos afganos que no caben en el ascensor de su edificio, y la pasi¨®n por los h¨ªbridos califica a sus amos de aut¨¦nticos fashion-victims.
Quien quiera ver en la moda de los perros de dise?o un s¨ªntoma m¨¢s de la decadencia de Occidente encontrar¨¢ f¨¢cilmente datos con que alimentar su indignaci¨®n, desde los 38.400 millones de d¨®lares (unos 29.500 millones de euros) movidos por el mercado de mascotas en Estados Unidos (estimaciones para 2006 del American Pet Products Manufacturer Association) hasta las casetas caninas valoradas en 75.000 euros que reproducen a peque?a escala las mansiones de los amos, por no hablar de las revistas de estilo de vida dirigidas a due?os de perros, a la manera de la brit¨¢nica K9.
Otra manera de entender el auge de los h¨ªbridos consiste en ver en ¨¦l el ¨²ltimo paso en la inexorable humanizaci¨®n de las mascotas. La educaci¨®n de los cachorros preocupa a veces casi tanto como la de los hijos. Se critica a quienes compran h¨ªbridos en lugar de acoger perros abandonados como a las parejas que acuden a la reproducci¨®n asistida en vez de adoptar ni?os, y se buscan cuzcos con caracteres escogidos de sus progenitores como algunos padres quieren seleccionar los rasgos de sus futuros hijos. Hasta la celebraci¨®n del mestizaje sintoniza con el esp¨ªritu pluralista de la sociedad global, eso s¨ª, te?ida de un elitismo tambi¨¦n caracter¨ªstico.
El antropomorfismo exagerado coexiste con la creciente degradaci¨®n de los animales a objetos ornamentales o ultraproductivos, advert¨ªa el soci¨®logo franc¨¦s Paul Yonnet. "Lo que no hacemos es tratar a los animales como tales", apunta el fil¨®sofo Jes¨²s Moster¨ªn. "Si vemos en ellos curiosidades de circo o sustitutos de los hijos, mantenemos una relaci¨®n falsa. Debemos respetarlos como son". Y recuerda una par¨¢bola del fil¨®sofo tao¨ªsta Zhuang Zhou: "Una gaviota se present¨® en la corte del emperador de China, y ¨¦ste dispuso que la colmasen de honores. Al poco tiempo, el ave muri¨®, y todos se sorprendieron porque la hab¨ªan mimado como a una reina, sin comprender que su muerte se debi¨® a que no la trataron como a una gaviota".
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