A?os de vino y rosas
Entre postal y postal de las que nos desean felicidad y prosperidad para el nuevo a?o, me ha dado por leer estos d¨ªas navide?os los informes de coyuntura que varios servicios de estudios de la banca y las cajas publican a finales de diciembre para chequear c¨®mo est¨¢ la econom¨ªa y qu¨¦ nos puede traer para el pr¨®ximo a?o. Es decir, el futuro inmediato de nuestro bienestar material.
Inevitablemente, su lectura me trae a la memoria un comentario del economista norteamericano Paul Krugman que dice que hay dos tipos de libros de econom¨ªa: los escritos en griego, porque est¨¢n en una jerga t¨¦cnica que hace que nadie que no pertenezca a la secta profesional de los economistas los pueda entender, y los de sube y baja, porque te llenan de cifras que acaban mare¨¢ndote como si te hubieses subido a un tobog¨¢n.
Ahora les hablo de los del segundo tipo. M¨¢s all¨¢ del sube y baja de las cifras que manejan, estos informes nos prometen para 2007 y el 2008 continuaci¨®n de la felicidad material que venimos disfrutando (unos m¨¢s que otros) desde hace 10 a?os. La actividad econ¨®mica seguir¨¢ siendo elevada; el empleo seguir¨¢ creciendo; el paro, bajando hasta situarse por primera vez en muchos a?os por debajo del 8%; la construcci¨®n y el turismo mantendr¨¢n su ritmo, aunque con tendencia a moderar su crecimiento, y la industria y la exportaci¨®n recuperar¨¢n protagonismo. Todo esto har¨¢ que los ingresos p¨²blicos contin¨²en creciendo y que el gasto p¨²blico pueda ser generoso, sin que por ello se deteriore el equilibrio presupuestario. Aparentemente, un escenario id¨ªlico para los dos pr¨®ximos a?os.
M¨¢s all¨¢ de 2008 ya no es terreno propicio para los pron¨®sticos basados exclusivamente en datos. ?se es el campo de las "expectativas", la "confianza" y el "clima" que respiran los actores econ¨®micos. Situados en ese horizonte de medio plazo, los analistas de la coyuntura tienen dudas acerca de que esta felicidad material que vivimos desde hace a?os pueda mantenerse en el futuro.
Volviendo al presente, el comportamiento de la econom¨ªa espa?ola y, por tanto, de la catalana en estos 10 ¨²ltimos a?os ha sido espectacular. Ni los m¨¢s optimistas pod¨ªan imaginar a principios de los a?os noventa, cuando se puso en marcha el proceso que hab¨ªa de conducirnos a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria europea y al euro, que nuestra econom¨ªa tendr¨ªa tanto ¨¦xito. Desde fuera, muchos hablan del milagro espa?ol de esta d¨¦cada, y nos miran con envidia.
Comenzamos ese proceso formando parte del grupo de pa¨ªses de la UE que los eur¨®cratas, en su jerga interna, llamaban los pigs, los cerdos, aunque hacia fuera utilizaban el menos ofensivo de Club Med, los pa¨ªses mediterr¨¢neos del sur de la Uni¨®n Europea acostumbrados a vivir con el vicio de la inflaci¨®n, el desequilibrio exterior y el d¨¦ficit p¨²blico y la protecci¨®n del Estado.
De entre los miembros de ese Club Med, Espa?a ha sido el alumno m¨¢s aventajado y exitoso. Las razones de ese ¨¦xito han sido varias. Algunas son de sobra conocidas. El euro ha propiciado la posibilidad de endeudarse a tipos de inter¨¦s muy bajos (de hecho, a tipos de inter¨¦s real negativos, dado que la inflaci¨®n ha sido m¨¢s elevada que los tipos de inter¨¦s de los cr¨¦ditos) y esto ha sido como un man¨¢ para el consumo y la inversi¨®n de las familias y de las empresas.
Pero hay otras razones menos conocidas y valoradas. D¨¦jenme se?alar dos. Una es el "milagro de los salarios". Desde 1996 los salarios reales (descontada la inflaci¨®n) han sido negativos casi todos los a?os. No es f¨¢cil explicar por qu¨¦ los sindicatos y trabajadores han aceptado esta p¨¦rdida de capacidad adquisitiva, y m¨¢s teniendo en cuenta que comenz¨® antes del fuerte proceso inmigratorio de los ¨²ltimos a?os. Pero, en cualquier caso, los salarios han dado estabilidad a la econom¨ªa y confianza a los empresarios para crear empleo.
Una segunda raz¨®n ha sido la confianza ganada como pa¨ªs para afrontar retos. El ¨¦xito logrado previamente con una transici¨®n democr¨¢tica mod¨¦lica y con la conversi¨®n de la econom¨ªa aut¨¢rquica del franquismo en una econom¨ªa abierta dio al pa¨ªs autoestima y confianza en su capacidad para afrontar el reto del euro y el de la internacionalizaci¨®n. Comenzamos los noventa sin tener pr¨¢cticamente ninguna empresa propia en el ranking europeo y mundial. Y una d¨¦cada despu¨¦s tenemos un grupo numeroso de empresas manufactureras y de servicios colocadas entre las m¨¢s grandes y din¨¢micas. Todo un ¨¦xito empresarial que no hay que subvalorar por el efecto que tiene en la autoestima y en la capacidad para afrontar nuevos retos.
?Por qu¨¦ los economistas temen que ese pasado y presente tan brillante no tenga continuidad en el futuro? En esencia, porque algunos de los fundamentos de nuestro actual bienestar material pueden no tener f¨¢cil continuidad. Baja productividad, reducida innovaci¨®n, fuerte endeudamiento, tendencia a prejubilarse y, especialmente, una especializaci¨®n productiva en actividades de baja productividad (turismo y construcci¨®n) y escasa capacidad innovadora, a la par que muy especulativas.
Dicho de otro forma, existe entre los analistas el temor a que estemos viviendo unos a?os de vino y rosas, en los que nos hayamos acostumbrado al bienestar logrado f¨¢cilmente durante una ¨¦poca de dinero barato. Y que, como en la conocida pel¨ªcula protagonizada por Jack Lemmon, al final caigamos en el alcoholismo progresivo e imparable del endeudamiento y de una especializaci¨®n productiva que descansa m¨¢s en las rentas especulativas del suelo, la vivienda y el turismo de sol y playa que en el esfuerzo productivo e innovador para situarse en actividades de m¨¢s futuro.
Puede ser. Creo que hay una tendencia excesiva a poner el capital en actividades que tienen m¨¢s que ver con la creaci¨®n de rentas que con la generaci¨®n de beneficios. Si los trabajadores han demostrado que saben apretarse el cintur¨®n, ahora toca a los empresarios y a los directivos demostrar que saber desarrollar su tarea.
Por su parte, el Gobierno deber¨ªa evitar tambi¨¦n caer en el alcoholismo del gasto p¨²blico en una ¨¦poca de f¨¢ciles ingresos y recordar la par¨¢bola b¨ªblica de los a?os de vacas gordas y flacas. Porque hasta el siempre austero Pedro Solbes, en los presupuestos p¨²blicos que fueron aprobados la semana pasada, parece haberse contagiado de los a?os de vino y rosas.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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