El imposible retorno de Kundera
Fue a finales de los ochenta, poco antes de la ca¨ªda del comunismo. En la Feria del Libro de Frankfurt, con unos editores espa?oles nos presentamos en el stand de Dilia, la agencia literaria checa, con el objetivo de adquirir derechos de publicaci¨®n en Espa?a de varios autores checos. No tuvimos suerte: result¨® que los escritores que nos interesaban estaban pol¨ªticamente mal vistos por el Estado que la agencia representaba. Antes de despedirnos, uno de los espa?oles dej¨® caer el nombre de Kundera, autor que gozaba de gran prestigio mundial. Fue como un detonante; los de Dilia escupieron: "?Ese exiliado!". Y es que en la Praga comunista la palabra exiliado era sin¨®nimo de malvado, traidor, cobarde. Y curiosamente, en la Praga democr¨¢tica -a diferencia de las dem¨¢s ciudades poscomunistas como Varsovia, Budapest o Mosc¨²- esa tradici¨®n sigue conserv¨¢ndose.
Al establecerse la democracia en la entonces Checoslovaquia, durante mis visitas a Praga pude comprobar que muchos de los disidentes que se opusieron al r¨¦gimen comunista tampoco se refer¨ªan a Kundera con superlativos. Algunos no lo hab¨ªan le¨ªdo puesto que ninguno de sus libros se hab¨ªa publicado en Checoslovaquia, otros lo conoc¨ªan a trav¨¦s de traducciones o del original checo publicado en una editorial de exiliados, en Canad¨¢; pero lo cierto es que mientras el mundo alababa las calidades del escritor checo, entre la intelectualidad de su pa¨ªs de origen lo m¨¢s corriente era referirse a ¨¦l con sarcasmo y desprecio.
Hace un par de meses, por primera vez en la Rep¨²blica Checa se public¨® La insoportable levedad del ser, la novela emblem¨¢tica de Kundera. Veinte a?os separan su aparici¨®n en Occidente de esta publicaci¨®n checa. La raz¨®n de ese lapso de tiempo es que, tras el mal trato que en los noventa le dispensaron los intelectuales checos, Kundera, gran promotor de la literatura checa en el Occidente, ten¨ªa sus motivos para negarse a publicar su gran novela en su pa¨ªs de origen.
?Cu¨¢l es la recepci¨®n de La insoportable levedad del ser en los medios checos en la actualidad? Muchos prefieren rehuir el tema de la novela extendi¨¦ndose sobre la pel¨ªcula hom¨®nima, ajena a Kundera e incapaz de transmitir el pensamiento de su novela, mientras que los cr¨ªticos se ocultan detr¨¢s de palabras y frases neutrales, blandas, que no expresan opini¨®n alguna, como por ejemplo: "Depende de cada cual si pasar¨¢ por ese sendero del pensamiento
[de Kundera] con entusiasmo o considerar¨¢ esa diligentemente planeada expedici¨®n como tediosa" (Lidove noviny). "Esa primera edici¨®n publicada aqu¨ª en casa, ?no estar¨¢ destinada sobre todo a quienes quieren mejorar sus conocimientos, adem¨¢s de los coleccionistas y los testigos de los d¨ªas pasados? Y es que La insoportable levedad del ser llega en un momento inadecuado y no tiene nada que ver con la ¨¦poca en que vivimos" (Hospodarske noviny).
Adem¨¢s, desde las p¨¢ginas web oficiales del ministerio de Cultura checo, destinadas a la promoci¨®n de la literatura en el extranjero, se ha desplegado toda una campa?a envenenada contra Kundera. Esos son unos fragmentos de dichas p¨¢ginas: "Durante 17 a?os
[desde el final de la era comunista] Kundera se emperraba en no publicar su novela, mientras envejec¨ªan tanto ¨¦l como la novela". "Desde el a?o 2004, Atlantis ha publicado
cuatro peque?os libros de ensayo de Kundera, cuyo lenguaje es sorprendentemente pobre y cuyas ideas no descubren nada nuevo". "Los gestos de Kundera: la ignorancia, la lentitud, la inmortalidad. Obstinado, el novelista se oculta en 'su' franc¨¦s para que no le descubran aque
-llos sin los cuales dif¨ªcilmente hubiera llegado a ser un autor mundialmente conocido". "?Estar¨ªa hoy Kundera donde est¨¢ si a finales de los sesenta no hubiera conseguido un cr¨¦dito que le arroj¨® en brazos de los franceses y del mundo? De ese brazo Kundera est¨¢ dispuesto a ir a cualquier parte, hasta a la China comunista, excepto a su patria. Es un caso de arrogancia: abandonar a los viejos amigos por otros nuevos. Porque los nuevos ofrecen m¨¢s: lectores, dinero, fama".
Uno de los contad¨ªsimos cr¨ªticos que defiende a Kundera y el ¨²nico que se atreve a polemizar con las p¨¢ginas del ministerio, Ales Knapp, confiesa que en esta situaci¨®n venenosa se siente como el ¨²nico soldado en un campo de batalla, y a?ade ir¨®nicamente: "Me alegro que tras a?os de vanos esfuerzos de mi parte por provocar en Chequia una discusi¨®n sobre Milan Kundera, los adversarios salgan a la luz".
La historia del retorno del Kundera-novelista a su pa¨ªs me hace pensar en lo que le sucedi¨® a otro c¨¦lebre checo, el compositor del Moldava, Bedrich Smetana, a su regreso a Praga. Tras una larga y exitosa estancia en Suecia, los nacionalistas checos acusaron a Smetana de wagneriano y pro alem¨¢n cerr¨¢ndole a cal y canto las puertas de las salas de conciertos y teatros de ¨®pera.
El retorno de un exiliado a su patria suele ser arduo. Durante su estancia en el pa¨ªs de adopci¨®n, el exiliado ha adquirido nuevos puntos de referencia y un nuevo sistema de valores. Despu¨¦s de haber desplegado un enorme esfuerzo por comprender y adoptar una nueva cultura, un nuevo contexto y una nueva orientaci¨®n, la escala de valores de su pa¨ªs de origen le resulta rara y obsoleta. Por otro lado, cambiado como est¨¢, a los ojos de los habitantes del pa¨ªs de origen el exiliado ya no es alguien como ellos, familiar, con el mismo c¨®digo de comportamiento, sino alguien distinto a ellos, alguien distante y extranjero. En el pa¨ªs de origen el exiliado resulta ser el otro: el desconocido, el extra?o, el forastero. Al igual que en su pa¨ªs de acogida. El exiliado nunca m¨¢s pertenecer¨¢ a un lugar concreto. Su destino es flotar en el aire, su identidad est¨¢ en el desarraigo. Kundera conoce bien ese estado. Es por eso que ha titulado dos de sus novelas La identidad y La insoportable levedad del ser.
El pa¨ªs en el que Kundera naci¨® y vivi¨® cuarenta y siete a?os es peque?o. Las peque?as naciones suelen buscar su dulce consuelo de ser menos importantes que otras en la autocompasi¨®n. Y tienen su dosis de raz¨®n: al igual que una persona que ha sufrido frecuentes humillaciones se muestra desconfiada y susceptible, los pa¨ªses que a lo largo de su historia no siempre han podido elegir su propio destino porque sus vecinos m¨¢s poderosos no se lo han permitido -como es el caso de varios pa¨ªses centroeuropeos-, airean su desasosiego a trav¨¦s del menosprecio y la animosidad hacia lo m¨¢s fuerte o lo que ha triunfado. Kundera, como ya hemos visto, en su pa¨ªs fue odiado por los comunistas, malquerido por los disidentes y al final desacreditado por los periodistas. Los peque?os pa¨ªses no perdonan el ¨¦xito universal, como si aquel que ha triunfado en el mundo los abandonara, como si dejara de ser suyo, familiar, casero.
"Sumar, sumar y nunca restar", record¨® hace poco Juan Goytisolo las palabras de Gaud¨ª. Las grandes naciones est¨¢n m¨¢s acostumbradas a sumar que las peque?as que suelen restar. Efectivamente, quien suma en vez de restar sale beneficiado. Los franceses consideran suyos a todos esos autores de procedencia extranjera como el mismo Kundera, adem¨¢s de Todorov, Cioran, Ionesco, Handke, Nancy Huston, Andrei Makine, Assia Djebar o Jonathan Littell; los americanos, con una disposici¨®n semejante, han hecho suyos a los pintores de or¨ªgenes m¨¢s diversos como Archille Gorky, Mark Rothko o Willem de Kooning.
Los lectores no suelen hacer caso a los cr¨ªticos. Y es que la primera edici¨®n checa de La insoportable levedad del ser se agot¨® en dos semanas y en estos momentos en Praga uno no puede coger el metro sin descubrir en ¨¦l a varios lectores adentrados en sus p¨¢ginas.
Monika Zgustova es escritora; su ¨²ltima novela es La mujer silenciosa (Acantilado).
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