El reunificador que desuni¨® Irak
El dictador iraqu¨ª, de 69 a?os, que intent¨® ser el adalid del nacionalismo ¨¢rabe frente a Ir¨¢n e Israel, deja en herencia un pa¨ªs en el que el odio entre sun¨ªes y chi¨ªes alcanza ahora su c¨¦nit
El hombre que hace 27 a?os, cuando lleg¨® al poder, se present¨® como el reunificador de sus s¨²bditos iraqu¨ªes, incluso de los ¨¢rabes, muri¨® ayer ahorcado en Bagdad convertido en un s¨ªmbolo de la divisi¨®n del pa¨ªs y de Oriente Pr¨®ximo entre musulmanes sun¨ªes y shi¨ªes.
"Espero que permanezc¨¢is unidos y os advierto: no teng¨¢is confianza en la coalici¨®n iran¨ª; esas gentes son peligrosas", fueron, seg¨²n testigos presenciales, las ¨²ltimas palabras de Sadam Husein, el ex dictador de 69 a?os. Se refer¨ªa al Gobierno iraqu¨ª, en el que los chi¨ªes son mayoritarios, como lo son tambi¨¦n en el pa¨ªs.
El terror fue su m¨¦todo para gobernar y, en especial, a ese 60% de poblaci¨®n chi¨ª de Irak. Sadam Husein es sun¨ª, aunque en un primer momento barniz¨® su r¨¦gimen con tintes laicos para hacer olvidar que el grueso de los iraqu¨ªes no compart¨ªan su credo.
EE UU invadi¨® Irak en 2003 tras acusar a Sadam de poseer armas de destrucci¨®n masiva
El terror fue su m¨¦todo para gobernar sobre todo al 60% de iraqu¨ªes chi¨ªes
Sadam se apunt¨® en su juventud al baazismo, mezcla de socialismo edulcorado y de nacionalismo pan¨¢rabe que relegaba el islam a un segundo plano. El nacionalismo se lo transmiti¨® Subna, su madre, que dio a luz a Sadam el 28 de abril de 1937 en Ajwa, una aldea pegada a Tikrit, una ciudad a 170 kil¨®metros al norte de Bagdad.
El baazismo m¨¢s puro se lo inculc¨® un t¨ªo afincado en la capital que, cuando Sadam tuvo 10 a?os, se hizo cargo de su educaci¨®n en sustituci¨®n de un padre que, seg¨²n las biograf¨ªas oficiales, falleci¨® poco antes del parto.
Con 18 a?os se afili¨® al partido Baaz. A partir de entonces, su vida se confunde con la atormentada historia de Irak, primero del lado de los perdedores; despu¨¦s, del de los vencedores, y finalmente, del de los derrotados. Se apunt¨® a todas las conspiraciones, empezando por el fracasado intento, en 1959, de derrocar al general Abdel Karim Kassem, que un a?o antes ech¨® del poder al rey Faisal II.
Condenado a muerte en rebeld¨ªa, herido en una pierna, Sadam se disfraz¨® de mujer para huir del pa¨ªs, en 1963, a Damasco y de ah¨ª a El Cairo, donde permaneci¨® tres a?os. All¨ª acab¨® el bachillerato, empez¨® la carrera de derecho y, sobre todo, afianz¨® sus convicciones baazistas frecuentando a j¨®venes de esa ideolog¨ªa.
El a?o 1963 fue excelso en la vida del joven baazista. Sus correligionarios tomaron el poder en Irak, regres¨® a Bagdad sacando pecho y adem¨¢s contrajo matrimonio con su prima Sajida, con la que tuvo cinco hijos. Empez¨® tambi¨¦n a practicar el terror.
Como investigador interrog¨® en dos campamentos de detenci¨®n a los seguidores de Abdel Karim Kassem. "Interrogando a la gente, recurri¨® f¨ªsicamente a la tortura y, como cualquiera que llevase a cabo esa actividad, elimin¨® f¨ªsicamente a las personas", explic¨® Said Aburish, autor de la biograf¨ªa Sadam Husein: la pol¨ªtica de la venganza. Su maestro era Josef Stalin, cuyas obras hab¨ªa devorado, seg¨²n Aburish.
En aquella d¨¦cada alborotada de los sesenta, en la que las intentonas golpistas se suced¨ªan al ritmo de las estaciones, Sadam no tard¨® en pasar de verdugo a ajusticiado. Padeci¨® a su vez la tortura y el encarcelamiento en Tagi, entre 1964 y 1966, hasta que serr¨® los barrotes de su celda y se escap¨®.
Volvi¨® entonces a llevar la vida aciaga del militante clandestino hasta que el golpe de Estado de su t¨ªo, el general Hassan al Baqr, le permiti¨® salir a la luz.
?ste le nombr¨®, en 1969, vicesecretario general del Consejo del Mando de la Revoluci¨®n, convirti¨¦ndole de hecho en el n¨²mero dos del r¨¦gimen. Diez a?os despu¨¦s, Sadam empuj¨® con suavidad a su t¨ªo del poder y se adue?¨® de la secretar¨ªa y de la jefatura del Estado.
Una vez consolidado su poder, Sadam quiso ser el m¨¢s grande de los l¨ªderes ¨¢rabes contempor¨¢neos, mezcla de Saladino y de Nabucodonosor, c¨¦lebre rey de Babilonia.
Sus delirios de grandeza contrastaban con el trato que daba a sus hu¨¦spedes extranjeros. A este corresponsal, el dictador despiadado le dio, en febrero de 1980, una mano fl¨¢cida al tiempo que pronunciaba con voz casi inaudible palabras de bienvenida.
Para alcanzar la grandilocuente meta que Sadam se fij¨®, hab¨ªa que poner coto al vecino persa -enardecido por la revoluci¨®n del ayatol¨¢ Jomeini-, apoderarse del petr¨®leo del Golfo y asentar un golpe mortal a la "entidad sionista" que agrandar¨ªa su prestigio entre los musulmanes.
Primero, en 1980, emprendi¨® la guerra contra Ir¨¢n con el benepl¨¢cito de EE UU. Pese a haber sido purgado de sus mejores oficiales por el r¨¦gimen isl¨¢mico, el antiguo Ej¨¦rcito del sah aguant¨® la embestida. Tras ocho a?os de batallas encarnizadas, la contienda acab¨® en tablas, pero con 250.000 muertos del lado iraqu¨ª.
La siguiente aventura militar Sadam la emprendi¨® en 1990, tan s¨®lo dos a?os despu¨¦s del alto el fuego con Ir¨¢n, en Kuwait. Si a?ad¨ªa a su petr¨®leo el del emirato que invadi¨®, Irak se convertir¨ªa en el primer exportador de crudo del mundo. Con sus tropas en Kuwait amedrentaba adem¨¢s a toda la pen¨ªnsula Ar¨¢biga.
George Bush, el padre del actual presidente, forj¨® la mayor coalici¨®n militar de todos los tiempos, con la participaci¨®n de varios pa¨ªses ¨¢rabes, y expuls¨® a los iraqu¨ªes del emirato en 1991. Esta vez, la derrota s¨ª fue contundente.
En v¨ªsperas de la ofensiva de la coalici¨®n, Sadam multiplic¨® las maniobras para lograr que los ¨¢rabes atacasen a Israel o, por lo menos, impusieran a Occidente, protector del Estado hebreo, un embargo petrolero. ?l tom¨® la delantera disparando sus misiles sobre Tel Aviv, pero ¨¦stos apenas causaron da?os.
Tuvo que conformarse, hasta el final de su presidencia, con fomentar candidatos al martirio entre los palestinos ofreciendo a sus familias 25.000 d¨®lares por cada chaval que se inmolaba en las calles de Israel.
El descalabro en Kuwait provoc¨® la revuelta de los chi¨ªes del sur de Irak que compon¨ªan el grueso de su Ej¨¦rcito. La brutal represi¨®n caus¨® unos 25.000 muertos, seg¨²n la dem¨®grafa norteamericana Beth Osborne Daponte, a los que hay que a?adir otros 5.000 kurdos.
Chi¨ªes y kurdos fueron las principales v¨ªctimas de los 24 a?os de r¨¦gimen de Sadam. La matanza de los 148 habitantes del pueblo chi¨ª de Dujail le vali¨® a Sadam su condena a muerte. La caravana presidencial sufri¨® en 1982, cerca de esa aldea, un atentado del que Sadam sali¨® ileso. Nada de extra?ar, por tanto, que los chi¨ªes se hayan alegrado de su ejecuci¨®n.
A medida que cosechaba descalabros, el dictador modific¨® los pilares de su r¨¦gimen para preservar su estabilidad. El Baaz se convirti¨® en un cascar¨®n vac¨ªo y el poder revirti¨® al clan de Tikrit, es decir, los familiares de Sadam. Paralelamente, para sintonizar con un entorno en el que los islamistas progresaban, el presidente multiplic¨® las invocaciones a Al¨¢ al tiempo que reforzaba la ense?anza religiosa.
La ¨²ltima guerra que libr¨® Sadam fue la ¨²nica que ¨¦l no empez¨®. La invasi¨®n norteamericano-brit¨¢nica en marzo de 2003 provoc¨® su ca¨ªda y la muerte de dos de sus v¨¢stagos, Qusay y Uday, reputados por su brutalidad. El dictador huy¨® hasta su captura, en diciembre de ese a?o. Veintid¨®s meses despu¨¦s comenz¨® su primer juicio.
Sadam deja en herencia un pa¨ªs no s¨®lo con cientos de miles de v¨ªctimas, sobre todo entre chi¨ªes y kurdos, sino tambi¨¦n arruinado -con una renta per c¨¢pita dividida por cuatro entre 1979 y 2003- y confesionalmente enfrentado. Su muerte ahondar¨¢ a¨²n m¨¢s el odio que se profesan chi¨ªes y sun¨ªes.
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