La madre de todas las mentiras
La guerra del Golfo llen¨® de propaganda los medios y dio inicio al terrorismo de Al Qaeda
Las tragedias suelen anudarse en un acto central denso hacia el que confluyen, de forma a veces grotesca, todos los elementos destinados a configurar el terrible ¨²ltimo episodio. La segunda Guerra del Golfo, que Estados Unidos bautiz¨® como Tormenta del Desierto y Sadam Husein prefiri¨® denominar "la madre de todas las batallas", elev¨® al presidente de Irak a la categor¨ªa de enemigo supremo de Washington, despert¨® el furor antiamericano de un joven millonario saud¨ª llamado Osama Bin Laden y estableci¨® las bases del terrorismo contempor¨¢neo. Tambi¨¦n ense?¨® a los gobiernos occidentales que, en caso de guerra, la mentira es un arma muy ¨²til. Y habitu¨® a la prensa a consumir y difundir propaganda. Fue una guerra breve (el choque armado dur¨® s¨®lo 41 d¨ªas), pero intensa.
La guerra despert¨® el furor antiamericano de un joven millonario llamado Bin Laden
La propaganda dec¨ªa que el Ej¨¦rcito iraqu¨ª era el cuarto m¨¢s poderoso del planeta
En verano de 1990, Sadam Husein se sent¨ªa respaldado por Estados Unidos. Durante la guerra contra Ir¨¢n (1980-1988), hab¨ªa recibido de Washington armas convencionales y helic¨®pteros, armas biol¨®gicas (¨¢ntrax, botulina, etc¨¦tera) y 5.000 millones de d¨®lares en cr¨¦ditos a la exportaci¨®n. Una empresa californiana, Bechtel, muy vinculada a las familias Bush y Bin Laden, estaba construyendo un oleoducto en territorio iraqu¨ª. Y la Casa Blanca hab¨ªa frenado, en 1988, una ley del Senado que impon¨ªa sanciones a Irak por genocidio. A finales de julio, Sadam se entrevist¨® con la embajadora estadounidense en Bagdad, April Glaspie, y sac¨® la conclusi¨®n de que sus amigos norteamericanos no har¨ªan mucho m¨¢s que patalear simb¨®licamente si se anexionaba Kuwait. El 2 de agosto, tropas iraqu¨ªes invadieron y ocuparon el peque?o emirato petrolero.
Ese fue el primer eslab¨®n en una larga cadena de errores, malentendidos y mentiras. El Ej¨¦rcito iraqu¨ª estacionado en Kuwait estaba peligrosamente cerca de Dahran, la capital petrolera de Arabia Saud¨ª, y la monarqu¨ªa saud¨ª pidi¨® auxilio al nuevo presidente de Estados Unidos, George Bush. En pocos d¨ªas, Washington empez¨® a enviar tropas en "misi¨®n defensiva", mientras Sadam, que nunca supo callarse a tiempo, clamaba contra la Casa de Saud y proclamaba que una monarqu¨ªa respaldada por las armas estadounidenses no era digna de custodiar La Meca y Medina, los lugares m¨¢s santos del islam. Fue un alarde ret¨®rico que convenci¨® a gente como Osama bin Laden y exacerb¨® el temor en Riad y Washington.
La familia real kuwait¨ª contrat¨® a una empresa de relaciones p¨²blicas estadounidense para fomentar la guerra contra Irak. El primer fruto de la campa?a belicista fue el testimonio de una joven enfermera kuwait¨ª, que relat¨® c¨®mo los soldados iraqu¨ªes arrancaban de la incubadora a los reci¨¦n nacidos y los dejaban morir por los pasillos. Hubo gran indignaci¨®n en el mundo. Un a?o despu¨¦s se descubri¨® que la abnegada enfermera pertenec¨ªa a la familia real, viv¨ªa en Par¨ªs y se hab¨ªa inventado la historia. Bush, en un arranque de fantas¨ªa digno de su hijo (el hoy presidente George W. Bush), anunci¨® que las im¨¢genes de los sat¨¦lites demostraban que Irak concentraba sus fuerzas para lanzar un asalto contra los pozos de petr¨®leo saud¨ªes (las im¨¢genes indicaban m¨¢s bien lo contrario) y, alentado por su secretario de Defensa, Dick Cheney (hoy vicepresidente), puso en marcha la cuenta atr¨¢s de la guerra.
El 29 de noviembre, el Consejo de Seguridad de la ONU aprob¨® la resoluci¨®n 678, que en la pr¨¢ctica establec¨ªa un ultim¨¢tum: si Sadam no retiraba sus tropas de Kuwait antes del 15 de enero de 1991, la anterior resoluci¨®n 660 (que exig¨ªa la retirada) ser¨ªa aplicada por la fuerza. EE UU reuni¨® una gran coalici¨®n militar entorno a Irak: 34 pa¨ªses (entre ellos Espa?a), 660.000 soldados y un material b¨¦lico devastador. Sadam Husein, por su parte, desempe?¨® a la perfecci¨®n el papel de villano. Las im¨¢genes en que acariciaba a varios ni?os occidentales retenidos en Bagdad como rehenes ("escudos humanos" era la expresi¨®n utilizada), contribuyeron a conferirle la imagen de un monstruo.
La infopropaganda del momento aseguraba que el Ej¨¦rcito iraqu¨ª era el cuarto m¨¢s poderoso del planeta. Mucha gente lo crey¨®, pese a su pat¨¦tica actuaci¨®n en la guerra contra Ir¨¢n. En cualquier caso, el "cuarto ej¨¦rcito del mundo" qued¨® desarbolado por el ataque a¨¦reo lanzado desde el 17 de enero al amanecer por EE UU y sus aliados. En pocos d¨ªas fue destruido el sistema de comunicaciones iraqu¨ª. Mientras la opini¨®n p¨²blica occidental consum¨ªa las pulcras im¨¢genes facilitadas por el Pent¨¢gono (bombardeos-videojuego de precisi¨®n supuestamente absoluta y trazos de verde fosforescente) y las cr¨®nicas de los enviados especiales (tambi¨¦n dictadas y censuradas por el Pent¨¢gono), los soldados iraqu¨ªes y una buena parte de la poblaci¨®n civil se hund¨ªan en un infierno de fuego. El "cuarto ej¨¦rcito del mundo" se limit¨® a lanzar un pu?ado de misiles Scud contra Arabia Saud¨ª e Israel, casi siempre interceptados por los sistemas contramisiles Patriot o estrellados contra el suelo con el poder devastador de un piano de cola.
La invasi¨®n aliada comenz¨® oficialmente el 22 de febrero y aplast¨® las posiciones defensivas iraqu¨ªes. No hubo piedad. Cuando Sadam Husein orden¨® la retirada, un largo convoy en el que viajaban, adem¨¢s de soldados, civiles y prisioneros, fue exterminado en la autopista Kuwait City-Bagdad. En total, en el bando aliado murieron menos de 400 soldados. En el iraqu¨ª, los muertos fueron estimados en unos 100.000. El presidente Bush, sin embargo, no quiso llegar a Bagdad para acabar con el r¨¦gimen de Sadam y dio por terminada la guerra en cuanto, el 27 de febrero de 1991, los jeques kuwait¨ªes recuperaron su petr¨®leo. "Si hubi¨¦ramos tomado Bagdad a¨²n seguir¨ªamos all¨ª, administrando el pa¨ªs", explic¨® en 1992, con singular clarividencia, el entonces secretario de Defensa y hoy vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney.
Irak perdi¨® la guerra, pero el r¨¦gimen dictatorial de Sadam sali¨® reforzado. Y empez¨® a hervir en el mundo ¨¢rabe un fen¨®meno llamado Al Qaeda.
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