"Piove, porco governo"
El esc¨¢ndalo causado por la crisis de la compa?¨ªa a¨¦rea de bajo coste Air Madrid ha provocado que se hiciese patente una de las caracter¨ªsticas m¨¢s perversas de nuestra sociedad: la exigencia de todo tipo de deberes y responsabilidades por parte de las administraciones p¨²blicas en el terreno de lo que es, en definitiva, pura y simple econom¨ªa de libre mercado. Hasta algunos de los m¨¢s caracterizados exponentes del neoliberalismo m¨¢s extremo han requerido del Estado la adopci¨®n, en este caso, de todas las medidas necesarias para resarcir a los centenares de miles de afectados por la crisis de Air Madrid. M¨¢s a¨²n, desde las mismas posiciones, siempre reacias a todo tipo de intervenci¨®n del Estado en el mercado, se ha criticado con dureza a las administraciones p¨²blicas competentes por no haber sido capaces de intervenir con mayor celeridad y contundencia en la previsible crisis de esta l¨ªnea a¨¦rea.
Al igual que ocurri¨® en recientes crisis de otras empresas privadas, por ejemplo Afinsa y F¨®rum Filat¨¦lico, lo sucedido ahora con Air Madrid pone al descubierto una tendencia, al parecer cada vez m¨¢s mayoritaria en el seno de nuestra sociedad, que parece ver en el Estado un raro y lejano ente protector y ben¨¦fico, al que se exige que no intervenga en la regulaci¨®n y el control de las actividades econ¨®micas privadas, incluso de aquellas que entra?an mayores riesgos, pero del que al mismo tiempo, cuando estas actividades econ¨®micas entran en crisis, se requiere amparo y protecci¨®n. ?Qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si las administraciones p¨²blicas competentes hubiesen suspendido las actividades de las empresas ya citadas antes del estallido de sus graves crisis? ?No se habr¨ªa producido una reacci¨®n airada, y no s¨®lo por parte de los cl¨¢sicos adalides de la desregulaci¨®n y el antiintervencionismo del Estado en la econom¨ªa libre de mercado, sino tambi¨¦n por parte de muchos de los mismos afectados potenciales de estas graves crisis empresariales?
El Estado, y este t¨¦rmino abarca a todas las administraciones p¨²blicas, sea cual sea el ¨¢mbito territorial o de competencias de cada una de ellas, es y debe ser siempre el garante final del ejercicio libre de todas las actividades de una sociedad. Tambi¨¦n en el terreno econ¨®mico, que en un modelo de sociedad como el nuestro, al igual que sucede en las sociedades de todo nuestro entorno, se rige por la econom¨ªa de libre mercado. En este contexto legal, si el Estado no es ni puede ser intervencionista de modo habitual, tampoco puede ni debe serlo en el momento de una crisis, y si exigimos que su intervenci¨®n sea de tipo permanente debemos aceptar, con todas las consecuencias que de ello se derivan, que imponga regulaciones que pueden acabar chocando con nuestros leg¨ªtimos intereses como consumidores o usuarios de esos servicios regulados.
Es evidente que el caso de la reciente crisis de Air Madrid es grave. Muy grave y particularmente dram¨¢tico, ya que la inmensa mayor¨ªa de los afectados son personas e incluso familias enteras que se han visto pura y simplemente estafadas, abandonadas a su suerte por una empresa privada en la que hab¨ªan depositado su confianza, a la que hab¨ªan dado una parte muy importante de unos ahorros de muchos meses para poder reencontrarse con sus familias en sus pa¨ªses de origen. Tambi¨¦n fueron muy graves y dram¨¢ticas las consecuencias que las crisis de estas dos empresas privadas tuvieron para muchos de los ahorradores que confiaron en Afinsa y F¨®rum Filat¨¦lico. No obstante, los ¨²nicos responsables y culpables de estas y otras crisis similares son s¨®lo los administradores y propietarios de estas sociedades, y ellos deben ser los que respondan de todo ello ante la justicia. M¨¢s all¨¢ de resolver de forma puntual y urgente unas contingencias personales o familiares de especial gravedad, no parece justo ni procedente que las arcas p¨²blicas costeen los desastres causados por unas empresas privadas, ya que es de justicia que sean ellas las que lo hagan.
La salida m¨¢s f¨¢cil, ante estas y muchas otras crisis de todo tipo, no s¨®lo de ¨ªndole econ¨®mica, es cargar demag¨®gicamente todas las responsabilidades y culpabilidades de estas crisis en las espaldas del Estado y, por consiguiente, en el correspondiente gobierno. Es aquello que los italianos, con su socarrona iron¨ªa tan caracter¨ªstica, han sabido reflejar en una frase muy popular: "Piove, porco governo".
Jordi Garc¨ªa-Soler es periodista.
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