Volver de Babia
Para fugarse de la realidad unos d¨ªas, pocos lugares mejores que las tierras de Babia. All¨ª vamos para empezar el veraneo, all¨ª volvemos cuando los anfitriones, Eduardo Arroyo e Isabel Azc¨¢rate, tienen la bondad de acogernos. No es estrictamente Babia -aunque muchas veces pasamos la raya, cruzamos hasta sus bra?as, sus r¨ªos, caminos y cascadas-, sino la hermosa naturaleza del valle de Laciana, Robles de Laciana, donde el pintor, escritor y feroz polemista Eduardo Arroyo tiene su casa y estudio. De all¨ª proviene su familia materna. En aquellos parajes, en los mismos en que comenz¨® el esp¨ªritu de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, tuvo sus veraneos, descubri¨® la naturaleza, estudi¨® y jug¨® este artista que hoy regresa a su tierra para so?ar con moscas gigantes, cabezas con sombreros, boxeadores ilustrados, escritores, suicidas, cabezas de toros, carteles de cine, vacas que r¨ªen o piedras como esculturas.
El mundo de Arroyo, como el mundo de aquellos cosmopolitas patri¨®ticos, paseantes de aldeas, trotamundos de sierras y conocedores de asfaltos, teatros y museos de media Europa. Es un buen descendiente de aquellos ilustrados institucionistas, que mantienen el origen campesino sin renunciar al de ciudadano burgu¨¦s. Ahora en Le¨®n, en la capital, hay dos nuevos espacios que ilustran perfectamente este esp¨ªritu, este cruce entre modernidad y tradici¨®n. La casa museo de la Fundaci¨®n Sierra Pambley, frente a la catedral, en donde en no muchos metros se puede recorrer lo mejor de un pa¨ªs que fue posible. Una Espa?a imaginada por ilustrados, modernos, no clericales, no autoritarios, que supieron hacer convivir lo mejor de los conocimientos, las ense?anzas y los adelantos del extranjero con las peculiaridades de nuestra tierra. El paseo por esa forma de vida, por la que fue vivienda imaginada por los Sierra Pambley y por el peque?o museo de otro leon¨¦s ilustrado, Gumersindo de Azc¨¢rate, que se encuentra en los bajos del sobrio y hermoso caser¨®n, son el recorrido por un pa¨ªs que fue una realidad hasta que triunf¨® la intransigencia. Un di¨¢logo que se rompi¨® por la fuerza. Algo que, por desgracia, nos sigue siendo demasiado cercano.
Y no muy lejos de ese lugar para recordar la mejor tradici¨®n de nuestro pasado truncado, la propuesta del arte del presente, la mirada al futuro desde el moderno MUSAC. S¨¦ que muchos pintores critican lo excesivo de su acercamiento al mundo audiovisual, fotogr¨¢fico, pero ahora estaba lleno de pintura y de pintores. La visita a esos dos modelos de museo es una buena manera de hacer convivir los gustos y los sabores. Nos sigue proporcionando placeres la existencia de la lengua o la cecina a la manera tradicional de Adon¨ªas, pero nos gusta el atrevimiento de las propuestas de Vivaldi. Todas las mesas son buenas para celebrar los vigorosos cien a?os de un leon¨¦s que sigue siendo el techo de la poes¨ªa espa?ola -le gana por unos a?os a Mu?oz Rojas-: Victoriano Cremer, un poeta centenario demasiado olvidado, tan vivo como su obra, tan l¨²cido como para seguir deleit¨¢ndonos con sus miradas period¨ªsticas de Cremer contra Cremer. Un poeta bien vivo aunque sus primeros libros los tengamos que buscar en esas rom¨¢nticas librer¨ªas de viejo, La trastienda, un doble milagro que pervive en pleno barrio h¨²medo.
Y hablando de librer¨ªas, de viejas librer¨ªas, de libros comprados despu¨¦s de ser tocados, de visitas a libros de viejo que no sean por los caminos de los internautas, hice caso al gran coleccionista, y apasionado de los libros perdidos, que es Eduardo Arroyo y me escap¨¦ a Oporto. Una vez m¨¢s, al menos en esto del libro de viejo -tambi¨¦n en unas cuantas cosas m¨¢s-, hay que rendir tributo a nuestros vecinos portugueses. ?Menos mal que nos queda Portugal!
Y en esto de libros y librer¨ªas de viejo, menos mal que nos queda Oporto. Y menos mal que he llegado antes que mi amigo el editor y coleccionista Chus Visor, al que cada a?o tengo que agradecer, adem¨¢s de su dedicaci¨®n a la amistad y al viejo oficio de librero, la edici¨®n ejemplar con que nos felicita las fiestas. Este a?o ha sido un cl¨¢sico griego, un libro lleno de iron¨ªa y sabidur¨ªa, un libro que podr¨ªa haber sido escrito hoy, pero que lo hizo Luciano en el siglo X; se llama, tomen nota, Contra el ignorante que compraba muchos libros. Un placer de lectura, una lecci¨®n para los obsesionados con la posesi¨®n de los libros que estoy seguro compartir¨¦ con Carmen Balcells. Chus Visor, que tiene muchas cualidades en eso de la b¨²squeda en librer¨ªas de viejo, es, como tantos otros que conozco, un cazador que no deja pieza viva. El coleccionista es un ego¨ªsta. Ya se sabe, el que llega primero llega dos veces. Como no me toca la loter¨ªa, me ha tocado la librer¨ªa.
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