Laberinto h¨ªdrico
Las controvertidas reformas estatutarias auguran una Conferencia de Presidentes Auton¨®micos movida. De entre todas sobresale la del agua. Porque desear mayor autogobierno o cuestionar el modelo de Estado no es sino repensar lo que el hombre ha establecido. Pero pretender gestionar el trozo de r¨ªo que atraviesa la regi¨®n administrada es otra cosa. No se cuestionan decisiones de nuestros ancestros. Lo que se discute es el orden establecido por la Naturaleza. Y ello, lo dice la historia, se paga.
Una historia que comienza en los albores del pasado siglo. El hombre, ufano y crecido por el avance de su saber, pretende dominar la Naturaleza con grandes obras. Un ejemplo paradigm¨¢tico es la presa de Aswan, demag¨®gicamente vendida all¨¢ por los sesenta como la barrera contra el hambre en Egipto. No en vano puede almacenar 169.000 hect¨®metros c¨²bicos, el triple que todos nuestros embalses. Sin embargo, hoy la presiden m¨¢s sombras que luces. El m¨ªtico Nilo, retenidos sus sedimentos, ni de lejos es lo que fue. Sus m¨¢rgenes han perdido fertilidad y su hist¨®rico delta agoniza. Por el contrario, los beneficios esperados (regulaci¨®n de agua y generaci¨®n de energ¨ªa) no han satisfecho las expectativas creadas.
Los nubarrones no van a escampar mientras cada cual avive el fuego en la direcci¨®n que le conviene
As¨ª, pues, esta historia tiene cien a?os. Hasta entonces la acci¨®n del hombre no hab¨ªa perturbado el equilibrio natural. Por ello nadie hablaba de desarrollo sostenible, ni sab¨ªa lo que es un impacto ambiental o una agricultura ecol¨®gica. Ni falta que hac¨ªa. Pero en pocas d¨¦cadas un hombre embriagado de soberbia distorsiona m¨¢s la Naturaleza que todas las generaciones que le precedieron. Y efectos secundarios en los que nadie repar¨®, cambio clim¨¢tico incluido, comienzan a aparecer por doquier.
Y en ¨¦stas se est¨¢ cuando a los desmanes t¨¦cnicos impulsados por una desmesurada ambici¨®n podr¨ªan a?adirse los pol¨ªticos. En adelante no s¨®lo con presas podr¨ªa seccionarse un r¨ªo. Las reformas propuestas, de seguir adelante, permitir¨¢n su fraccionamiento administrativo y al tiempo derrumbar¨¢n el vetusto edificio de nuestra pol¨ªtica h¨ªdrica. Porque hasta ahora, el credo poco importaba, los pol¨ªticos coincid¨ªan en el fondo (falta agua) aunque no en la forma (trasvases o desaladoras). Pero blindar r¨ªos es otra cosa. Es una guerra geogr¨¢fica, no de credos, un torpedo en la l¨ªnea de flotaci¨®n del Estado. Porque en este nuevo marco, un bien p¨²blico con propietarios, ?tiene sentido la caja ¨²nica? Y los nubarrones no van a escampar mientras cada cual avive el fuego en la direcci¨®n que le conviene. Nadie resiste la seducci¨®n del voto f¨¢cil.
Los mensajes de las partes atienden dos reglas. Sencillez y pulsar la fibra aut¨®ctona que propicie el agravio. Y as¨ª las cuencas receptoras hablan de solidaridad (nos niegan hasta el agua que se pierde en el mar) y del colapso econ¨®mico derivado de la falta de agua, ignorando que una gesti¨®n basada en principios de sostenibilidad y una adecuada ordenaci¨®n del territorio acabar¨ªa con las m¨¢s de sus tribulaciones. Mientras, las cedentes, de menor renta por razones clim¨¢ticas que no por falta de agua, intentan blindar sus r¨ªos "para garantizar los derechos de las futuras generaciones y en atenci¨®n a principios de sostenibilidad", algo dif¨ªcil de entender. Arag¨®n se reserva para su uso exclusivo 6.550 hect¨®metros c¨²bicos, una enorme cantidad que duplica el consumo total de una comunidad que les cuadruplica en habitantes, la valenciana.
El futuro, pues, se atisba sombr¨ªo. Mayormente porque posiciones tan encontradas son amplificas por una sequ¨ªa ensa?ada con Valencia y Murcia, las regiones agraviadas con las reformas propuestas. Y como cada cual esgrime las razones que le convienen mientras ignora las que le perjudican, el conflicto, sobre todo con las elecciones auton¨®micas a la vista, ir¨¢ a m¨¢s. Y pocos lo entienden. La superposici¨®n sin orden ni concierto de la vieja pol¨ªtica (agua subsidiada, ausencia de control, etc¨¦tera) con los nuevos conceptos de sostenibilidad propicia el t¨®tum revol¨²tum que nos preside, un laberinto del que va a ser dif¨ªcil salir.
Y mientras se ignoran (no da votos) graves problemas. Ah¨ª va un cat¨¢logo apresurado: 1. Pol¨ªtica tarifaria inexistente. 2. Administraci¨®n obsoleta. 3. Contaminaci¨®n creciente. 4. Descontrol de los usos (el gasto se conoce ?por estad¨ªsticas del INE!). 5. Descontrol de los recursos (un mill¨®n de pozos ilegales). 6. Perversos procesos de privatizaci¨®n. 7. Por la falta de pol¨ªticas de ordenaci¨®n del territorio, competencia entre usos urbano y agr¨ªcola. 8. Defectuoso mantenimiento de infraestructuras. 9. Guerras entre cuencas. 10. Recursos convencionales (r¨ªos y acu¨ªferos) exhaustos. 11. Trasvases con fecha de caducidad y concesiones que superan la aportaci¨®n natural del r¨ªo. Unos problemas cuya soluci¨®n exige adoptar medidas tan necesarias como impopulares y que por ello s¨®lo justificando previamente la necesidad de recetar ricino, tarea larga y compleja, son abordables. No extra?a que el pol¨ªtico, como el alumno que comienza el examen resolviendo los ejercicios cortos y f¨¢ciles, afronte primero los problemas que le convienen y aplace los que convienen.
El agua soporta hoy una tensi¨®n pol¨ªtica brutal. Su gesti¨®n debiera sintonizar con el medio natural pero, al comp¨¢s del oportunismo pol¨ªtico, las propuestas van en sentido contrario. Y as¨ª antes que disgregar competencias, habr¨ªa que agregarlas. Como en Australia, tambi¨¦n pa¨ªs de hidrolog¨ªa semi¨¢rida. Sabedores de que un ¨²nico tim¨®n propicia navegar con rumbo firme y certero acaban de concentrar las responsabilidades en una Oficina del Agua. Y despu¨¦s, para poder hacer lo que se debe hacer, educar al ciudadano. Conviene repetirlo porque hay mucho en juego. Sobre todo si se cumple la predicci¨®n del estudio sobre cambio clim¨¢tico m¨¢s completo hasta ahora realizado, y que en breve se presentar¨¢ en Par¨ªs. Los recursos de las cuencas mediterr¨¢neas pueden menguar un 30%. Blindar un r¨ªo no es, pues, un problema m¨¢s dentro del complejo puzzle auton¨®mico. Condiciona la pervivencia de las generaciones futuras y viola la Directiva Marco del Agua. Demasiado como para tratarlo s¨®lo en clave pol¨ªtica.
Enrique Cabrera es catedr¨¢tico de Mec¨¢nica de Fluidos en el Instituto Tecnol¨®gico del Agua de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.