?Voto a los 16 a?os ya!
El autor reclama el derecho de sufragio para un mill¨®n de personas "de las que no puede afirmarse que carecen de aptitud" para votar.
Es una reforma que encajar¨ªa con el ideario con que Zapatero lider¨® su victoria electoral
Desde el derecho pol¨ªtico, la ampliaci¨®n del voto juvenil es una realidad insoslayable
Ante la celebraci¨®n de elecciones de ¨¢mbito municipal, auton¨®mico y estatal en los pr¨®ximos meses, parece conveniente replantear una medida pol¨ªtica que extender¨ªa el llamado sufragio universal aproximadamente a un mill¨®n m¨¢s de ciudadanos: la ampliaci¨®n en Espa?a del derecho al voto -actualmente establecido a partir de los 18 a?os de edad- a las personas de 16 y 17. Si es cierto que el PSOE, como proclama su programa electoral de 2004, apuesta por una democracia participativa, "con la participaci¨®n de todos", procede, ya con car¨¢cter de urgencia, una reforma de la legislaci¨®n electoral que abra el derecho al voto al menos a los ciudadanos de esa franja de edad, de los que no puede seriamente afirmarse que carecen de aptitud para emitir su voto.
La iniciativa no es nueva. Aparte de otras propuestas similares de pol¨ªticos como Pasqual Maragall u organizaciones juveniles de izquierda, en el pasado siglo XX dediqu¨¦ en EL PA?S sendos art¨ªculos a esa cuesti¨®n (La ampliaci¨®n del voto juvenil, publicado el 25 de febrero de 1998, y Voto juvenil 2, el 31 de diciembre de ese mismo a?o), mejor acogidos por UNICEF que por los partidos pol¨ªticos. S¨®lo uno de ellos, el hoy fenecido Partido Democr¨¢tico de la Nueva Izquierda, se comprometi¨® en su primer y ¨²ltimo congreso a luchar por "bajar el derecho al voto a los 16 a?os".
Lo m¨¢s inquietante de la actitud de los pol¨ªticos consultados entonces fue su preocupaci¨®n prioritaria y casi exclusiva por qu¨¦ opci¨®n electoral se beneficiar¨ªa en mayor medida de ese mill¨®n de nuevos votos. La poco democr¨¢tica reacci¨®n evoca c¨®mo hist¨®ricamente desde la propia izquierda se objet¨® el sufragio femenino, con el argumento de que producir¨ªa votos conservadores. Con m¨¢s seriedad, desde el derecho pol¨ªtico la ampliaci¨®n del voto juvenil se aprecia como una realidad democr¨¢tica insoslayable, en plena sociedad de la informaci¨®n, que globaliza los mensajes y facilita, tambi¨¦n a los adolescentes, el acceso a las nuevas tecnolog¨ªas del conocimiento.
La vetusta Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos establece que "toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su pa¨ªs (...) por medio de representantes libremente elegidos", y en Espa?a la vigente Ley Org¨¢nica de Protecci¨®n Jur¨ªdica del Menor plante¨® ya en 1996 una "nueva filosof¨ªa en relaci¨®n con el menor, basada en un mayor reconocimiento del papel que desempe?a en la sociedad y en la exigencia de un mayor protagonismo para el mismo". Sin embargo, una investigaci¨®n sociol¨®gica realizada por la Fundaci¨®n BBV revel¨® en 1998 que el Estado de bienestar ampara m¨¢s a los viejos que a los j¨®venes, a pesar del problema del paro juvenil y el retraso en la incorporaci¨®n estable al mundo del trabajo.
No es, por lo tanto, extra?o que el catedr¨¢tico de Derecho Constitucional Jorge de Esteban, partiendo de que, seg¨²n dice, es probable que un adolescente actual de 15 a?os "sepa m¨¢s del mundo y sus circunstancias (...) que un joven de 20 a?os de hace cuatro d¨¦cadas", planteara en 1999 la necesidad de ampliar el derecho al voto a los 16 a?os, como "uno de los dilemas que habr¨¢n de resolverse en el siglo XXI". Seg¨²n explica De Esteban, al excluir de la participaci¨®n electoral a los ciudadanos de 16 y 17 a?os, "se priva a los j¨®venes pertenecientes a esa franja del derecho al voto, mientras que, por el contrario, se le reconoce, sin tope de edad, a los ancianos".
Ya en el siglo XXI, la propuesta realizada por el primer ministro brit¨¢nico Tony Blair de fijar la edad m¨ªnima para votar en los 16 a?os reabri¨® el debate, al menos en EL PA?S. En el n¨²mero del 4 de enero de 2004, mientras Pedro N¨²?ez Morgades, entonces Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, se mostr¨® contrario a que los ciudadanos de 16 y 17 a?os ejerzan el derecho al voto, porque "no deber¨ªa ofrecer duda alguna la suficiente madurez del sujeto que lo ejerce", record¨¦, por mi parte, que "siguen votando venerables nonagenarios, no siempre espl¨¦ndidos de salud mental". La conveniencia de un equilibrio demogr¨¢fico es concluyente. Existe en Espa?a una bolsa de jubilados y pensionistas superior a los dos millones de personas que condicionan, con sus votos, la sociedad del bienestar y las ofertas electorales de los partidos.
En las elecciones del 14 de marzo de 2004, cerca de un mill¨®n de espa?oles de 16 y 17 a?os tuvo que quedarse en casa en unos comicios en que precisamente el voto joven fue decisivo para la victoria socialista. El programa electoral del PSOE lo profetizaba de alguna manera: "Los socialistas (...) queremos que los j¨®venes sean protagonistas del cambio con su voto". No hay, sin embargo, una promesa electoral taxativa de establecer el derecho al voto desde los 16 o menos a?os, pero la medida conectar¨ªa con la voluntad socialista expresa de hacer "sentir la necesidad de la participaci¨®n a todos los grupos de edad" y de aumentar "las v¨ªas de participaci¨®n de la ciudadan¨ªa".
La ampliaci¨®n del voto juvenil encajar¨ªa en la promesa electoral expl¨ªcita de desarrollar el art¨ªculo 48 de la Constituci¨®n, seg¨²n el cual "los poderes p¨²blicos promover¨¢n las condiciones para la participaci¨®n libre y eficaz de la juventud en el desarrollo pol¨ªtico". Sea como sea, una reforma legislativa que adelantara a los 16 a?os el derecho al voto resultar¨ªa congruente con el ideario que sirvi¨® a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero para liderar la victoria electoral de 2004, cuando adquiri¨® "el compromiso ineludible de convertir el Estado en una entidad abierta a toda la ciudadan¨ªa".
Y para que surta efecto en el mayor n¨²mero de comicios pendientes, esa reforma electoral habr¨ªa que hacerla ?ya!
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