Memoria de medio siglo
Los nietos de la generaci¨®n republicana destrozada por la guerra incivil de hace 70 a?os exigen hoy justicia a su memoria, acuciados por el fantasma de ese nuevo franquismo que prolonga, junto a ETA, el insuperado instinto antidemocr¨¢tico de las derechas hispanas, ya se llamaran liberales o carlistas.
Los hijos de la Rep¨²blica y ni?os de aquella guerra tenemos, como m¨ªnimo, esos 70 a?os que nos separan de su combate y nos unen en la defensa de sus ideales. Algunos cumplimos en estas fechas medio siglo de lucha por recuperar la democracia arrebatada a nuestros padres y por mantenerla firme frente a sus actuales enemigos solapados, nueva quinta columna infiltrada en sus instituciones. ?No es de justicia tambi¨¦n que los nietos conserven la memoria no s¨®lo de sus abuelos, sino de nosotros para que no se olvide el eslab¨®n que une la cadena hist¨®rica de un mismo empe?o? Aunque corro el riesgo de ser el t¨®pico abuelo que aburre con la narraci¨®n repetida de sus batallitas pasadas, quiero inducir a la juventud m¨¢s joven a que descubra en los libros de la historia presente y en las memorias que van public¨¢ndose ese eslab¨®n que engarza la democracia republicana de hace 70 a?os con la actual, siempre necesitada de gratitud y apoyo.
Si me remonto en mi memoria a 50 a?os atr¨¢s se debe a que el 14 de enero de 1957 los estudiantes de la Universidad de Barcelona salimos por primera vez a la calle exigiendo libertades democr¨¢ticas y en solidaridad con la protesta de los trabajadores por sus condiciones de vida y el aumento de las tarifas del transporte p¨²blico absteni¨¦ndose masivamente de subir a los tranv¨ªas. Recuerdo que acu?¨¦ un lema resumen de nuestra intenci¨®n debeladora y desveladora: "No son los 20 c¨¦ntimos. Son los 20 a?os", Recog¨ªamos tambi¨¦n la antorcha de la primera huelga obrera catalana con repercusi¨®n nacional, iniciada con similar motivo en 1951 y a la que entonces se sumaron unos pocos estudiantes jaraneros. Nosotros fuimos muchos m¨¢s y est¨¢bamos m¨¢s politizados. Contagiamos a la Universidad madrile?a. Los disturbios de all¨ª llevaron a un cambio de Gobierno y a un recrudecimiento de la represi¨®n antidemocr¨¢tica durante la d¨¦cada siguiente. El R¨¦gimen dictatorial hab¨ªa alcanzado su cenit en 1953 con el concordato vaticano y el apoyo militar de Estados Unidos,pero en 1957 iniciaba su lenta decadencia y su progresivo desgaste ante la opini¨®n p¨²blica. Todo empez¨®, pues, en Barcelona, como siempre en Espa?a desde el siglo XIX, por la conciencia ¨¦tica de una clase media ilustrada y rebelde, solidaria con la clase obrera.
El movimiento estudiantil prosigui¨®. Fundamos en el propio recinto del alma m¨¢ter un sindicato libre que la policia abort¨®. Se nos ha llamado por eso la generaci¨®n del paraninfo. Aportamos intelectuales a los partidos de izquierda. Promovimos la presencia p¨²blica de escritores sumidos a¨²n en su exilio interior (Espriu, Pere Quart,la Capmany). Organizamos conferencias in¨¦ditas, como la primera que se pronunci¨® en catal¨¢n desde la guerra, por un joven m¨¦dico al que invit¨¦ y present¨¦, sin hablar yo a¨²n su lengua, llamado Jordi Pujol, o la que sobre Marx se dict¨®, tambi¨¦n por vez primera, por Jordi Maragall, padre de nuestro fugaz pero fruct¨ªfero presidente anterior. Homenajeamos a poetas antifranquistas como Machado,Hern¨¢ndez y Blas de Otero. Nos unimos a las protestas ciudadanas contra el director de La Vanguardia Espa?ola, Luis de Galinsoga, por insultar a Catalu?a, y a la huelga nacional pac¨ªfica de los comunistas, y a la campa?a de la P (protesta) del democristiano Josep Benet. Multiplicamos charlas semiclandestinas en parroquias, centros obreros y culturales, y rutas de estudiantes a Montserrat y otros santuarios, donde crec¨ªa el entusiasmo antifranquista, democr¨¢tico y catalanista. Todo ello supuso a menudo multas, c¨¢rceles, expulsi¨®n de la Universidad, pero no cejamos. Al pasar de estudiantes a profesores, fuimos compa?eros activos de nuevas promociones, cada vez m¨¢s radicalizadas y operantes. Fomentamos en ellas la colaboraci¨®n con los obreros industriales, patrocinamos la continuidad de los actos culturales concienciadores y los recitales subversivos de Raimon, Llu¨ªs Llach y Joan Manuel Serrat. En fin, tardar¨ªamos a¨²n 20 a?os en recuperar la democracia, pero acabamos tray¨¦ndola, convertidos ya en diputados, abogados, profesores y periodistas combativos. Tan larga espera no nos hab¨ªa vuelto conformistas resignados, sino convencidos tenaces de que ganarse la vida y formar una familia no excusaban del deber moral de aspirar a un pa¨ªs libre y justo. El privilegio del estudio nos obligaba m¨¢s que nadie a combatir tambi¨¦n en favor de los m¨¢s explotados por un sistema econ¨®mico que ten¨ªa en la dictadura su agente m¨¢s eficaz. Si el 14 de enero de 1957 recib¨ª en aquella primera manifestaci¨®n estudiantil lo que result¨® ser literalmente, en manos de la polic¨ªa, mi bautismo de sangre democr¨¢tica (por cierto, en tal fecha mor¨ªa el Bogart antifascista de Casablanca), medio siglo m¨¢s tarde me atrevo a conmemorarlo con mis lectores en modesto homenaje a toda una generaci¨®n universitaria, de la que prometo hablaros en el futuro con mayor detalle si no os aburre.
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es polit¨®logo.
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