Una esperanza a prueba de bomba
Es imprudente explicar los hechos sociales por sus consecuencias. El que la actividad de ETA en la Transici¨®n sirviera para dar argumentos a los militares golpistas, no implica que ETA fuera una creaci¨®n de los generales de Franco. S¨®lo un paranoico podr¨ªa creer una idea como ¨¦sta. De igual modo, s¨®lo un paranoico podr¨ªa pensar que ETA puso la bomba en la T-4 para mejorar tres d¨¦cimas la maltrecha valoraci¨®n de Rajoy. Y s¨®lo un paranoico desvergonzado se atrever¨ªa a insinuar que detr¨¢s de la bomba de la T-4 hay oscuras tramas ligadas al PP. Por desgracia, el Gobierno socialista ha venido sufriendo insidias basadas en hip¨®tesis parecidas a lo largo de toda la actual legislatura. Hip¨®tesis desvergonzadas que no tienen su origen en la locura, sino en el m¨¦todo. Un m¨¦todo basado en la mentira y la furia, miles de veces multiplicadas por el poder de sus medios.
Muy pocas personas pondr¨ªan su esperanza en una bomba. Muy pocas personas dir¨ªan: si estalla una bomba, se demostrar¨¢ que tengo raz¨®n. Y muchas menos se atrever¨ªan a colocarla y hacerla estallar. S¨®lo los terroristas y quienes los apoyan son capaces de poner sus esperanzas pol¨ªticas en una bomba. Entre otras cosas porque las bombas, m¨¢s pronto que tarde, acaban volvi¨¦ndose contra los que ponen sus esperanzas en ellas. Y sabiendo eso, lo razonable es poner la esperanza en que no estalle ninguna bomba. Lo sensato es apostar la raz¨®n de uno, su proyecto pol¨ªtico, su esperanza, a que no estalle una bomba. Y eso es lo que ha hecho el presidente Rodr¨ªguez Zapatero.
No se equivoca, a la corta o a la larga, ¨¦sa es la apuesta ganadora. ETA est¨¢ derrotada. La consolidaci¨®n de la democracia en Espa?a arruin¨® sus esperanzas de provocar un golpe de Estado y la dej¨® sin estrategia pol¨ªtica. El GAL le dio argumentos para ir tirando unos a?os. Pero, finalmente, la generalizaci¨®n de la mentalidad democr¨¢tica en la vida pol¨ªtica acab¨® con cualquier atisbo de sentido de la lucha armada. El fen¨®meno del terrorismo fundamentalista termin¨® por complicar la pura supervivencia militar de la banda. Ya no les ofrece a sus presos la esperanza de una victoria a cambio de su sufrimiento, s¨®lo la propuesta degradante de un absurdo e inhumano intercambio de sufrimientos. Pero, a pesar de todo, nada impide que media docena de individuos puedan organizar una tragedia de proporciones gigantescas. La conciencia de la derrota de su proyecto pol¨ªtico no impide a ETA morir matando.
Es obligaci¨®n de todo Gobierno intentar acabar con el terrorismo. Y un Gobierno democr¨¢tico utilizar¨¢ para ello todos los medios que la ley y la pol¨ªtica le proporcionan. Si progresa en la lucha antiterrorista, es muy probable que en alg¨²n momento se encuentre ante la posibilidad de lograr un final dialogado. Puede intentar aprovechar esa oportunidad o desde?arla y procurar la aniquilaci¨®n de la banda. Sin duda ambas opciones son inciertas y ambas tienen un coste; ninguna es segura ni gratuita. El objetivo de ambas es la victoria de la democracia y del Estado de derecho; la cuesti¨®n es elegir la opci¨®n que ahorre m¨¢s vidas y m¨¢s sufrimiento de todos. Intuitivamente parece claro que el di¨¢logo deber¨ªa ser la primera opci¨®n.
Es posible que el contexto emocional de dolor y rabia tras un atentado pueda explicar ciertas afirmaciones sobre la estrategia que debemos seguir frente al terrorismo. Pero ni siquiera ese contexto emocional las justifica en un responsable pol¨ªtico. Decirle a la gente que con los violentos no se dialoga es algo que desmiente cualquier asalto a una sucursal bancaria. La polic¨ªa manda negociadores, no un tanque para volar la sucursal con criminales y rehenes dentro. No es propio de sistemas democr¨¢ticos lo que hizo el presidente Putin con los terroristas chechenos en el colegio de Besl¨¢n y en el teatro Dubrovka. Y no es eficaz: el terrorismo contin¨²a, y se hace m¨¢s desesperado y brutal. Ni lo es la doctrina neoconservadora de Bush, que tanto gusta al PP, respecto al terrorismo fundamentalista isl¨¢mico. Esa mezcla de silogismos simplistas, brutalidad tecnol¨®gica y ret¨®rica inflamada es peligrosa y contraproducente. No dudo de que la consigna "a por ellos" enardezca a algunos, y a lo mejor como himno de la selecci¨®n podr¨ªa valer. Pero, desde luego, no se puede decir que
en s¨ª misma sea una estrategia novedosa y suficiente para acabar con el terrorismo.
Hay que tener muy poca fe en la democracia para creer que la democracia se prostituye o se debilita al hablar con los terroristas. No es la democracia la que traiciona su esencia dialogando con los terroristas. Es el terrorismo el que transforma su naturaleza al dialogar. El instrumento de la democracia es el di¨¢logo, el de los terroristas la violencia, son ellos los que abandonan su campo al dialogar. Con el crimen de la T-4, los terroristas no s¨®lo han puesto punto y final al di¨¢logo, sino que se han arruinado como portadores de un proyecto pol¨ªtico.
Los que dicen que ETA est¨¢ ahora m¨¢s fuerte que hace tres a?os, no explican c¨®mo miden la fuerza de ETA. ?Es que hace tres a?os ETA no pod¨ªa poner una bomba y matar a dos personas? Ning¨²n partido se atrever¨ªa a poner en su programa electoral que garantiza que ETA no matar¨¢ durante su legislatura. Durante todo este tiempo los mecanismos del Estado de derecho no han dejado de actuar, la polic¨ªa ha detenido a m¨¢s terroristas y la fiscal¨ªa ha formulado el triple de acusaciones que durante la tregua de 1999. No se ha retirado ni un solo recurso legal o policial en la lucha contra ETA durante este tiempo. El di¨¢logo no ha sustituido ni un solo recurso de la lucha contra el terrorismo, sino que se ha sumado a los ya existentes. ?Alguien se atreve a decir que si no hubiera habido di¨¢logo hoy habr¨ªa menos muertos?
La verdadera raz¨®n de las cr¨ªticas del PP no es que consideren que el presidente haya cometido un error explorando la v¨ªa del di¨¢logo. Ellos mismos lo hicieron en el pasado, y lo har¨ªan en el futuro, como es natural. Sin complejos. Sin miedo a contradecirse, sin verg¨¹enza alguna por c¨®mo se han comportado en este proceso. Saben que no es un error poner todos los medios democr¨¢ticos para ahorrar sufrimiento a los espa?oles.
La verdadera raz¨®n de las cr¨ªticas del PP es que consideran que la pol¨ªtica antiterrorista es un asunto que les da r¨¦ditos electorales; un tema, adem¨¢s, sobre el que se arrogan el monopolio de una extra?a legitimidad para hacer lo que les plazca en el Gobierno y en la oposici¨®n.
Muchas personas recordar¨¢n c¨®mo, en los primeros ochenta, una parte de la derecha abucheaba a los ministros socialistas en los entierros de las v¨ªctimas de ETA. M¨¢s personas a¨²n recordar¨¢n c¨®mo Aznar afirmaba en 1996 que la manifestaci¨®n contra el asesinato de Francisco Tom¨¢s y Valiente era una manifestaci¨®n contra la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. El mismo Aznar que en 1999 llamar¨ªa, en una concesi¨®n ret¨®rica, Movimiento Vasco de Liberaci¨®n a la banda terrorista. Y el mismo Aznar que m¨¢s all¨¢ de la ret¨®rica acerc¨® presos y permiti¨® la vuelta del extranjero de miembros de ETA. Y la misma derecha que estos d¨ªas se moviliza contra Zapatero con m¨¢s rabia que contra la propia ETA. Quiz¨¢, adem¨¢s, por parecidas razones por las que insultaban al presidente Su¨¢rez cuando, al comienzo de la democracia, asist¨ªa a los entierros de las v¨ªctimas de ETA.
No es que Zapatero est¨¦ haciendo algo distinto de lo que hicieron los anteriores presidentes de la democracia, es que el PP est¨¢ haciendo lo mismo que hizo siempre, lo mismo que hizo la otra vez para llegar al poder: hacer oposici¨®n en materia antiterrorista. Un comportamiento poco leal y un mal negocio. S¨®lo quienes no creen en la democracia pueden pensar que en Espa?a las bombas cambian los Gobiernos, o las pol¨ªticas de los Gobiernos.
Tan ciegos est¨¢n en su querencia que ni siquiera se han preguntado qu¨¦ efectos ha podido tener su comportamiento a lo largo de estos meses en el desarrollo y desenlace del proceso. Porque una cosa es que sean una oposici¨®n irresponsable y otra muy distinta es que sean una oposici¨®n inocua. Lejos de mi intenci¨®n culpar al PP de lo que s¨®lo son culpables los viles asesinos de ETA, s¨®lo pretendo que se sit¨²en frente al espejo deformante que nos presentan a los dem¨¢s, para que comprendan por qu¨¦ tampoco nosotros nos reconocemos en ese espejo. Por otra parte, no hacemos ning¨²n favor a nadie dejando que sobre nuestro silencio se apilen acusaciones infundadas, juicios de intenciones y lisas y llanas mentiras.
Hist¨®ricamente ha sido una desgracia para Espa?a tener una derecha tan nacionalista y tan poco patriota. Tan inflamada en la ret¨®rica y tan mezquina en los hechos, tan deprimida, que hasta le reprocha al presidente que cultive la esperanza. Y sin embargo, toda la historia de nuestra democracia s¨®lo se explica porque los dem¨®cratas tenemos una esperanza a prueba de bomba.
Jos¨¦ Andr¨¦s Torres Mora es diputado y miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE.
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