"Leer ser¨¢ en el futuro un acto de rebeld¨ªa"
Autor de Una historia de la lectura (Lumen), libro que marc¨® un hito en el universo lector, toda la obra de Alberto Manguel (Buenos Aires, 1948) no ha hecho m¨¢s que recrear el mundo del libro y de los grandes autores que lo protagonizan. En los pr¨®ximos d¨ªas publicar¨¢ La librer¨ªa de noche (Alianza), un recorrido por las grandes bibliotecas del mundo: desde la legendaria Biblioteca de Alejandr¨ªa fundada por los ptolomeos en el siglo III antes de Cristo, hasta las bibliotecas de las que disfrutamos en la actualidad, para recalar, finalmente, en la figura de la biblioteca como hogar, ese lugar al que siempre se vuelve.
El amor por el libro naci¨® en Manguel de forma espont¨¢nea y muy pronto, seg¨²n recuerda: "Yo era un peque?o adulto, me cri¨® mi nodriza, con la que aprend¨ª el ingl¨¦s y el alem¨¢n, mis dos lenguas maternas, y ella, que no ten¨ªa muy claro lo que era un ni?o, pon¨ªa libros a mi disposici¨®n y una vez a la semana me llevaba a comprar uno. Pero el apasionamiento por ellos era cosa m¨ªa, enseguida reconoc¨ª que los libros eran una forma de abrirme al mundo. Pas¨¦ la infancia de pa¨ªs en pa¨ªs, y volver cada noche a mis libros era una forma de volver a lo conocido". Hijo de diplom¨¢ticos, fue seguramente durante esa infancia errante cuando se gest¨® lo que hoy es un sue?o cumplido: la construcci¨®n de un edificio que albergara su propia biblioteca.
El capitalismo actual no puede permitirse un consumidor lento, y la literatura requiere lentitud"
"El amor por la lectura se aprende, pero no se ense?a. Nadie puede obligarnos a enamorarnos"
El lugar elegido por el autor del Diccionario de lugares imaginarios se llama Le Presbyt¨¨re y est¨¢ situado en Mondion, un pueblecito cerca de la ciudad francesa de Poitiers, encaramado en una colina al sur del Loira. Lo que Manguel encontr¨® en esta antigua propiedad de la Iglesia, que perdi¨® sus posesiones despu¨¦s de la Revoluci¨®n Francesa, era apenas un muro que la separaba de la propiedad colindante. Hoy es una magn¨ªfica nave construida en piedra arenisca, contigua a la cual est¨¢ la propia vivienda del escritor que queda adosada a los muros con vidrieras de la iglesia del siglo XV. Nada m¨¢s entrar se aprecia que se trata de la biblioteca de un rom¨¢ntico. Salpicados de detalles y complicidades personales, los anaqueles de la biblioteca se distribuyen en dos pisos. El escritor trabaja en el de arriba, asomado a una vista envidiable sobre su jard¨ªn: una amplia pradera con abedules, abetos y pinos de diferentes especies. Manguel hace notar c¨®mo se oye el silencio. Y es cierto que en este lugar ¨¦pico, en cuyo horizonte pr¨®ximo se encuentran las tumbas de Leonor de Aquitania y de Ricardo Coraz¨®n de Le¨®n, algo hay de esa cualidad de ultratumba.
Muy pr¨®ximos a su escritorio est¨¢n los libros de literatura espa?ola y portuguesa y sus libros de referencia: autores cl¨¢sicos, ejemplares de libros sobre el libro, coleccionados mientras escrib¨ªa su historia de la lectura, y t¨ªtulos de literatura ¨¢rabe. Entre las distintas ediciones del Quijote, una de 1782, que compr¨® en una librer¨ªa de viejo en Madrid, en la que destaca un curioso retrato real del imaginario narrador del Quijote Cide Hamete Benengeli. Una foto de la tumba de Borges en Ginebra, un retrato del propio Manguel realizado por Silvina Ocampo cuando ¨¦l ten¨ªa 17 a?os y una variada colecci¨®n de fotos de sus hijos y amigos completan el ambiente que rodea al escritor. El grueso de la colecci¨®n de libros se encuentra, sin embargo, en el piso inferior.
Como corresponde a una biblioteca tan personalizada, la mayor¨ªa de los vol¨²menes tienen su propia historia. "Los cuentos de los hermanos Grimm fue el primer libro que compr¨¦", cuenta Manguel. "Aprend¨ª a leer en Israel, donde mi padre era embajador y yo pod¨ªa ir a la librer¨ªa de al lado de nuestra casa y elegir los libros que quisiera. Ten¨ªa cinco o seis a?os cuando compr¨¦ este ejemplar". Adem¨¢s, diversas ediciones firmadas de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, todo P¨¦rez Gald¨®s en las ediciones de la Biblioteca Castro, las obras completas de Kippling firmadas por el autor, varias obras de Borges dedicadas, as¨ª como un libro del propio Kipling que perteneci¨® al autor de El Aleph y que ¨¦ste le regal¨® a los 17 a?os, cuando Manguel dej¨® Buenos Aires.
El punto de partida de su nuevo libro, La biblioteca de noche, es la pregunta por el sentido del universo, pero ?por qu¨¦ esa necesidad de encontrar un sentido?: "Los seres humanos podemos ser definidos como animales lectores. Creemos que el mundo natural hay que descifrarlo. Vivimos en esa paradoja: saber por un lado que este mundo no tiene ning¨²n sentido y preguntarnos el porqu¨¦ de las cosas". Las respuestas, a Manguel no le cabe duda, est¨¢n en los libros. Por eso lamenta que hoy el libro no goce del prestigio de otro tiempo: "Las calidades que tiene la tecnolog¨ªa, por razones econ¨®micas, son las que nuestra sociedad pone por delante. Hace cincuenta a?os la biblioteca estaba en el centro de la sociedad, nadie discut¨ªa que leer era importante, pero el capitalismo salvaje actual no puede permitirse un consumidor lento. La literatura, en cambio, requiere lentitud, requiere que te detengas, que reflexiones, que nunca alcances una conclusi¨®n. Nunca puedes saber si Don Quijote est¨¢ loco o no. Como sociedad tenemos que decir que el acto intelectual es importante. No puedes pedir a un adolescente que lea cuando le est¨¢s diciendo que toda actividad que no te d¨¦ una ganancia inmediata y visible es in¨²til. Creo que no existen seres humanos no lectores. En la sociedad actual es como si fu¨¦semos misioneros de una religi¨®n en la que la iglesia central ya no cree".
Una de las biblioteca preferidas de Alberto Manguel es la Biblioteca Circular de Aby Warburg, en Hamburgo, a la que dedica un cap¨ªtulo de su libro. Heredero de una gran fortuna, Warburg lo dej¨® todo en manos de su hermano con la condici¨®n de que le diera el dinero suficiente para mantener su biblioteca y comprar todos los libros que quisiera. El lema de este hombre singular era "Vive y no me hagas da?o". Pero hay otras bibliotecas que a Manguel le parecen ejemplares: "La London Library, una biblioteca privada circulante que env¨ªa los libros que quieras all¨ª donde est¨¦s y compran los libros que t¨² necesitas, una librer¨ªa para la que los libros no son piezas de museo. Y las bibliotecas circulantes de Colombia, los biblioburros para acceder a las poblaciones perdidas de la sierra. Alguien del pueblo cuida la bolsa y luego vuelven a recogerlas al cabo del tiempo".
Los libros nunca se han llevado bien con el poder, por eso el escritor insiste en la necesidad de la lectura como elemento de protecci¨®n: "La historia del libro corre paralela a la de la censura. Una de las cosas esenciales que proporciona la lectura es aprender a pensar, y no hay nada m¨¢s peligroso para el poder que un pueblo pensante. La tarea del pol¨ªtico es m¨¢s f¨¢cil frente a un pueblo idiota, educarnos en la estupidez es quitarnos los libros, y eso siempre ha sido tarea de dictadores". Pero en la actualidad Manguel subraya otras formas de censura: "El editor cuya vocaci¨®n era la literatura ya no puede trabajar de la misma manera porque tiene que conseguir un provecho financiero, y eso elimina el 90% de la literatura. Si Borges se presentase hoy con un nuevo libro no podr¨ªa publicarlo. Ahora un editor se fija en las ventas anteriores de ese autor y si el anterior no se ha vendido, no se publica. Esta situaci¨®n se complica porque ahora tambi¨¦n son los compradores para las grandes superficies los que deciden. En el mundo anglosaj¨®n, a la mesa del editor se sienta el cr¨ªtico, el gerente y ese comprador que opina sobre el libro, y si aceptan sus condiciones compra 50.000 ejemplares, que, adem¨¢s, puede devolver. Estamos en esa situaci¨®n y las consecuencias ser¨¢n catastr¨®ficas".
?La lectura queda finalmente como un acto de rebeld¨ªa? "Siempre lo ha sido. Primero porque se valora la acci¨®n y no la inacci¨®n y porque conduce a la reflexi¨®n, y eso siempre es peligroso. Y porque a trav¨¦s de la lectura empezamos a conocer qui¨¦nes somos. En el futuro, leer ser¨¢ no s¨®lo un acto de rebeld¨ªa, sino tambi¨¦n un acto de supervivencia. Si como lectores nos resignamos a que nos impidan leer la buena literatura nos vamos a condenar a ser menos humanos. Es un riesgo que, por supuesto, no podemos correr. Ya estamos al borde de la cat¨¢strofe porque hemos destruido el mundo natural y ahora estamos haciendo todo lo posible para destruir el mundo intelectual. Hay que actuar ahora. Pero ahora quiere decir hoy". El lema que preside la biblioteca de Le Presbyt¨¨re es "Lee lo que quieras", porque Alberto Manguel no cree que el amor a los libros se pueda ense?ar: "El amor por la lectura es algo que se aprende pero no se ense?a. De la misma forma que nadie puede obligarnos a enamorarnos, nadie puede obligarnos a amar un libro. Son cosas que ocurren por razones misteriosas, pero de lo que s¨ª estoy convencido es que a cada uno de nosotros hay un libro que nos espera. En alg¨²n lugar de la biblioteca hay una p¨¢gina que ha sido escrita para nosotros"."
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