Dime qu¨¦ decir
Aumenta la tendencia de lo pol¨ªticamente correcto en el habla espa?ola
el lisiado ya no es lisiado, y de su pasado tullido nadie quiere o¨ªr hablar, porque de repente se convirti¨® en inv¨¢lido, despu¨¦s pas¨® a ser minusv¨¢lido, y de ah¨ª a deficiente f¨ªsico y discapacitado, hasta llegar a persona con disfunci¨®n motora.
Pero en esta transmutaci¨®n, las palabras son inocentes. Son el lenguaje y el diccionario los que las han sometido en pos de la llamada correcci¨®n pol¨ªtica. El arma con la cual se libra la ¨²ltima batalla por definir la realidad. "Es la insumisi¨®n de las minor¨ªas que est¨¢n hartas de ser estigmatizadas, se?aladas o marginadas, que reivindican el cambio de r¨®tulos, etiquetas y sambenitos, y buscan ser ellas mismas las que decidan c¨®mo llamarse", explica Enrique Gil Calvo, de la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. Un territorio sem¨¢ntico y ling¨¹¨ªstico donde pol¨ªticos, grupos ecologistas, feministas, defensores de minor¨ªas o medios de comunicaci¨®n batallan por el poder simb¨®lico de definir la realidad.
"No hay que fomentar palabras perniciosas que puedan resultar ofensivas", aconseja Rosa Reg¨¤s
Mar¨ªas: "Que todo el mundo hable de una misma manera es una actitud suicida y tramposa"
Gil Calvo: "Es la insumisi¨®n de las minor¨ªas hartas de ser estigmatizadas o marginadas"
Una tendencia surgida en Estados Unidos en los ochenta que muestra la metamorfosis programada para objetos, oficios hechos o personas a la hora de ser descritas. Es el caso de gordo, cuya referencia ha pasado por varias etapas de supuesta dignificaci¨®n como fuerte, sanote, robusto, con sobrepeso u obeso.
Soluciones de la correcci¨®n pol¨ªtica en aras del respeto, el protocolo de cortes¨ªa y de no herir susceptibilidades. "Lo que es innegable es que las palabras est¨¢n cargadas de significados y connotaciones", afirma Mercedes Bengoechea, decana de la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. La sociedad, a?ade, no ha evolucionado al mismo ritmo que su lenguaje. "Hemos llegado a ¨¦l con un uso heredado, y no podemos hablar igual. Cada sociedad y ¨¦poca necesita un protocolo de actuaci¨®n".
Y aunque nadie duda de la necesidad del respeto al otro, algunos como el escritor Javier Mar¨ªas opinan que con esta ola de hipersensibilidad no se puede desdibujar la realidad y convertirla en un jard¨ªn de eufemismos. "La pretensi¨®n de que todo el mundo hable de una misma manera es incluso una actitud suicida, porque el lenguaje es una v¨ªa de informaci¨®n y de datos sobre la otra persona. La tendencia de dulcificar es tramposa, porque siempre habr¨¢ una palabra que cambiar".
Naturalidad y respeto
Un cl¨¢sico es la palabra negro. Una voz que ha tenido un viacrucis circular: negro, moreno, de color, afroamericano, ¨¦bano, de ascendencia africana y, de nuevo, negro. Es el vocablo aliado de quienes est¨¢n en contra del exceso de correcci¨®n pol¨ªtica. Creen que el circuito a que ha sido sometida prueba que la manera de conjurar palabras manchadas es asumirlas con naturalidad. Sin enmascaramientos. Sin miedo.
Es contradictorio, seg¨²n Mar¨ªas, que "despu¨¦s de que ha costado siglos librarse de restricciones gubernamentales y eclesi¨¢sticas, ahora la gente se encuentre con tentativas que tratan de establecer lo que considero censura. Seconfunde lo descriptivo con lo utilitario de la lengua". "Es la burocratizaci¨®n del habla, como la vida", resume la escritora cubana Zo¨¦ Vald¨¦s.
Un grupo objetivo de lo pol¨ªticamente correcto es el de personas con problemas f¨ªsicos. El s¨ªndrome de Down no siempre se llam¨® as¨ª popularmente. Antes, a esas personas se les dec¨ªa mong¨®licas, en una mera referencia descriptiva; despu¨¦s, subnormales, deficientes mentales y, ahora, discapacitadas ps¨ªquicas.
"El pasado de personas y palabras condiciona una parte importante de la convivencia. No hay que fomentar las palabras perniciosas que puedan resultar ofensivas", aconseja Rosa Reg¨¤s, escritora y directora de la Biblioteca Nacional. Aunque detecta un problema: el riesgo de negar a la gente su condici¨®n. El periplo ling¨¹¨ªstico y sem¨¢ntico de los inmigrantes muestra que han pasado por ser ilegales, sin papeles o indocumentados.
Por eso, las normas y las leyes deben ir por delante de la sociedad, afirma Reg¨¤s. As¨ª se contribuye a la normalizaci¨®n de la igualdad. Un t¨¦rmino que lleva a otra sonora batalla: la feminizaci¨®n del lenguaje. La que busca reducir la "invisibilidad" de la mujer en el habla. Rechazan el art¨ªculo o palabra gen¨¦rica que engloba a hombres y mujeres, y optan por que se diga ni?os y ni?as, o ciudadanos y ciudadanas, como ya lo recogen los estatutos catal¨¢n y valenciano. Y piden que se incorporen palabras como jueza, alfarera o dramaturga.Colectivos de gitanos, mujeres o gallegos han pedido la eliminaci¨®n de definiciones o acepciones negativas sobre ellos. Entonces el tema salta al diccionario, a la Real Academia. Lo que se olvida, seg¨²n el acad¨¦mico Ignacio Bosque, es que "el diccionario no juzga, s¨®lo recoge y refleja el habla con sus m¨²ltiples significados y acepciones. Nos informa".
Los gays, por ejemplo, no siempre fueron gays. En su pasado fueron maricas y llegaron a ser invertidos hasta que adquirieron la denominaci¨®n de homosexuales o el ya universal gay; pero entremedias tuvieron un sinf¨ªn de adjetivos. El auge de esta tendencia en el lenguaje ha hecho que, incluso, se dude al hablar de indios. Sucedi¨® con el presidente de Bolivia, Evo Morales, que al ser descrito como tal, algunos vieron m¨¢s que eso.
"Es un reflejo de la hipocres¨ªa de vivir en un mundo m¨¢s libre", advierte Carlos Rodr¨ªguez Braun, catedr¨¢tico de Historia del Pensamiento Econ¨®mico de la Complutense y autor del Diccionario pol¨ªticamente incorrecto. La generalizaci¨®n de la democracia, a?ade, ha estrechado parad¨®jicamente el pluralismo, y hay ideas que no se pueden pensar y menos decir. El cineasta Mel Brooks ha invitado a "romper las ataduras de la correcci¨®n pol¨ªtica. Porque el ser humano ha de tener la libertad para decir la verdad".
Es el karma de las palabras, cuya visi¨®n panor¨¢mica la ofrece la escritora Elvira Lindo: "No es f¨¢cil desacreditar sin m¨¢s la correcci¨®n pol¨ªtica porque naci¨® del intento leg¨ªtimo de corregir un abuso hist¨®rico ligado a sectores de poblaci¨®n que sufr¨ªan desprecios muy arraigados en el lenguaje. Hablo de Estados Unidos, donde naci¨® la tendencia. Pero todo eso se desvirtu¨®, los colectivos que luchaban por sus derechos se convirtieron en grupos de presi¨®n que fiscalizaban el lenguaje y el pensamiento. En Espa?a, si bien es deseable cierta correcci¨®n porque nuestras maneras pueden ser groseras, ser¨ªa un desastre para el ejercicio de la libertad de expresi¨®n que eso cundiera. No conduce a nada, no mejora la vida de quienes se pretende defender".
Pero lo que cuenta no es la intenci¨®n del que emite el mensaje, sino el marco en que va a ser reconstruido, coinciden Gil Calvo, Bengoechea y Reg¨¤s. Y la insumisi¨®n en pos de palabras para moldear el mundo sigue: carcelero y guardi¨¢n han sido prejubiladas, a cambio de funcionario de prisiones; mientras tortura atisba un futuro de descarga sensorial; y...
Borrando el pasado
DE LA CORRECCI?N POL?TICA y sus transformaciones sem¨¢nticas no se ha salvado ni lo m¨¢s cotidiano. Las criadas dieron paso a las asistentas y recientemente a empleadas del hogar.
A los m¨¢s peque?os ya no los cuida la ni?era, ni siquiera una baby sitter o una informal canguro; ahora es mucho mejor que lo haga una cuidadora de ni?os.
Los viejos ya no son viejos, ni ancianos, aunque hubo un d¨ªa en que era bien visto, pero de repente se empez¨® a referirse a ellos como de la tercera edad, y en los ¨²ltimos a?os, nuestros mayores.
Entre las personas con carencias f¨ªsicas como los ciegos, cuya denominaci¨®n parec¨ªa despojada de ofensas, un d¨ªa pasaron a ser invidentes, y de un tiempo a esta parte, discapacitados visuales.
Los calvos han dejado de serlo a cambio de ser alop¨¦cicos, mientras que los impotentes lo que padecen es una disfunci¨®n er¨¦ctil.
?D¨®nde queda, entonces, lo epic¨¦nico? (nombre com¨²n que designa a los seres animados de distinto sexo por su biolog¨ªa o acci¨®n, sin confabulaci¨®n contra el sexo no impl¨ªcito en la palabra).
As¨ª, ¨¢guila, v¨ªctima y periodista valen para mujeres y hombres; jilguero y perdiz, para ellos y ellas.
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