Tristeza y naranja
?bamos a cruzar el umbral del a?o buscando, no sin dificultades, la convivencia pac¨ªfica, y tropezamos todos con el estruendo asesino de los explosivos que prepar¨® la irracionalidad, y que se llev¨® por delante la vida joven de un valenciano reciente, de cepa hispana y rasgos de pobreza andina. Un penoso adi¨®s al a?o viejo y una triste entrada en el nuevo. Aqu¨ª no tan s¨®lo se ech¨® a faltar la nieve durante las ¨²ltimas semanas, que eso no tiene demasiada trascendencia, sino que tambi¨¦n falt¨® la alegr¨ªa. Mata el absurdo, y contra lo repugnante y disparatado de la irracionalidad violenta, poco pueden los buenos y racionales modos de los Rubalcaba o los Rodr¨ªguez Zapatero. Por esa raz¨®n el vecindario no entiende el poco c¨®mico espect¨¢culo de la desuni¨®n en tema y preocupaci¨®n tan importante, es decir, no entiende que la derecha o el centro derecha, como a ellos gusta definirse, no est¨¦n en esta cuesti¨®n detr¨¢s de los Rubalcaba y los Rodr¨ªguez Zapatero, olvid¨¢ndose de los colores de su propio partido pol¨ªtico. Al cabo, fue ayer mismo cuando tantos nos pusimos detr¨¢s de Aznar y sus ministros, porque hab¨ªan segado la existencia de Miguel ?ngel Blanco o por cualquier otra tr¨¢gica circunstancia, que nos exig¨ªa estar unidos y que nos olvid¨¢semos de esta o aquella preferencia pol¨ªtica o partidista. Por la paz y contra la violencia de la irracionalidad tiene uno que manifestarse del brazo del vecino, de derechas de toda la vida, o de la plomiza vecina, apasionada por los programas rosa de la televisi¨®n. Claro como una l¨¢mpara y simple como un anillo, que escribi¨® el poeta. Con todo lo relacionado con los estruendos violentos de los irracionales ni se puede jugar ni se puede desunir, y menos por electoralismo. En otros ¨¢mbitos de la vida cotidiana o p¨²blica, donde tampoco suele escasear el disparate, que cada cual tome su senda.
Porque el disparate parece en ocasiones como instalado c¨®modamente en el ¨¢mbito de nuestra vida p¨²blica. Suele tener por lo general tintes c¨®micos y trazos esperp¨¦nticos: empujan hacia la hilaridad, las m¨¢s de las veces, antes que a la reflexi¨®n. Y el nuevo a?o, a?o electoral y electoralista, nos ofrecer¨¢ a buen seguro un buen ramillete de dislates. Sin ir m¨¢s lejos y a guisa de ejemplo: el jueves doce de enero del a?o del Se?or de 2007, apenas el mencionado a?o discurri¨® el corto trayecto de una semana, se manifiestan unos miles de airados agricultores porque les pagan un precio irrisorio por sus c¨ªtricos, y los consumidores desembolsan por unos quilos de naranjas unos precios astron¨®micos si se comparan con el dinero que recibi¨® quien las produjo. A?¨¢dase al enfado, el cabreo con quienes revientan el mercado y los precios, o quienes importan de terceros pa¨ªses con bajos costes de producci¨®n. Eso fue en la capital de La Plana, y el problema no es nuevo y se arrastra temporada tras temporada, lamento y queja, tras queja y lamento, de nuestros cada vez m¨¢s escasos labradores. Vicent Goterris, secretario de la Uni¨® de Llauradors i Ramaders de Castell¨®, que es serio y est¨¢ en el tema, viene a decir de forma clara y expl¨ªcita que el 25% del suelo cultivado ser¨¢ abandonado por los agricultores si persiste una situaci¨®n en la que los cultivadores de c¨ªtricos no tienen garantizado ni el presente ni el futuro. Urgen dicen con toda raz¨®n una ley de comercio que regule el mercado y unos seguros agrarios que garanticen unos ingresos que permitan el trabajo agr¨ªcola y la subsistencia, que permitan que no se sequen ni se arranquen los naranjos. Eso lo dice Goterris y no anda falto de raz¨®n. Otros agricultores y valencianos como Goterris, por donde Orxeta, andan interesados por la venta de sus campos y cultivos de huerta, por probar la tarta del PAI residencial y tur¨ªstico. Y unos terceros, los presidentes auton¨®micos de las comunidades de Murcia y Valencia, ceremoniosamente, porque el tema de las frutas y verduras es serio, se dirigen a Bruselas, solicitando la prohibici¨®n de nuevas plantaciones de c¨ªtricos en los pa¨ªses mediterr¨¢neos de la Uni¨®n, porque la naranja danesa no es competitiva. No sabemos si los auton¨®micos presidentes Camps y Valc¨¢rcel, intentan solucionar el problema de labradores como Goterris, la falta de renta de las naranjas. O quiz¨¢s est¨¢n pensando en los interesados agricultores de Orxeta o del campo de Cartagena, que miran de vender sus huertos y sacarle su peque?a tajada al PAI. Aunque quiz¨¢s todo se reduzca al disparate electoralista de siempre en a?o electoral. Comienzo triste del a?o y triste naranja.
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