"Aplico la regla de Robin Hood"
Philippe Starck explica que investiga con productos caros para restar elitismo al dise?o
El dise?ador Philippe Starck (Par¨ªs, 1949) adorna su discurso encadenando calificativos uno tras otro hasta llegar a formar una larga lista de palabras. A Bilbao le corresponden, entre otros adjetivos, los de "rebelde, combatiente, pol¨ªtica, aut¨¦ntica y apasionada", lo que le basta, dijo ayer, para sentirse muy feliz por trabajar en el proyecto de construcci¨®n de un centro de ocio, deporte y cultura en el edificio de la antigua Alh¨®ndiga. Especialmente locuaz en el d¨ªa en que celebraba su cumplea?os, Starck, quien mantuvo ayer una reuni¨®n con periodistas en la capital vizca¨ªna, asegur¨® que ya sab¨ªa c¨®mo era Bilbao antes de visitarla por vez primera.
No le interesa la arquitectura con la que convivir¨¢ su dise?o -tres edificios en torno a un atrio, dentro de los l¨ªmites de las fachadas de la Alh¨®ndiga-, sino "las vibraciones y la energ¨ªa" que se respira en sus calles. "La ciudad no es una suma de piedras, sino una suma de individuos", defendi¨®. "La arquitectura y el dise?o son instrumentos; lo importante son los hechos que podemos desarrollar a partir de los objetos y la arquitectura".
"La ciudad no es una suma de piedras, sino una suma de individuos", defiende
Starck habla de crear cuevas donde se re¨²nan las tribus en las que hoy se organiza la sociedad y que funcionen como el catalizador que desencadene la vida. ?Y c¨®mo son los individuos para los que trabaja Starck, el dise?ador que ha firmado proyectos para algunos de los hoteles m¨¢s exclusivos del mundo, boutiques de lujo y yates para multimillonarios? En principio, asegura no sentir el menor respeto por los consumidores y despreciar a las fashion-victims (v¨ªctimas de la moda). "Parte de esa gente es mi venganza", dijo. "Me dirijo a otro tipo de personas, a gente que va a mi hotel si vale la pena y compran mis objetos si valen la pena". Subray¨® que la Alh¨®ndiga no ser¨¢ "un producto Starck para gente que busca a Starck". "No es un monumento a la gloria de Starck", a?adi¨®. El dise?ador quiere que su presencia se difumine en el centro y consiga abrir puertas "que mejoren la vida" y la civilizaci¨®n. Lo mismo que pretende, explic¨® m¨¢s tarde, con su colaboraci¨®n en el proyecto de Virgin Galactic para ofrecer viajes espaciales: "Es la libertad en el espacio".
Starck advirti¨® de que no era demagogo al decir que se hallaba feliz con la Alh¨®ndiga. No tom¨® ninguna precauci¨®n, sin embargo, al recalcar que ¨¦l, autodenominado inventor del "dise?o democr¨¢tico", aplica en su trabajo "la regla de Robin Hood: Quito a los ricos para dar a los pobres". Record¨® que siempre ha intentanto dar lo mejor al mayor n¨²mero de personas: "Lo ¨²nico interesante de mi vida ha sido eliminar el elitismo en el mundo del dise?o. He conseguido quitar dos ceros al precio de algunos productos y hacer accesibles objetos de buena calidad".
Para avalarlo, recuerda que, adem¨¢s de responsable de una empresa con principios ¨¦ticos, es el autor de biberones que cuestan menos de dos euros, de casas unifamiliares que se venden a trav¨¦s del cat¨¢logo La Redoute y de viviendas sociales en Leeds. "Es un dise?o diagonal. Estoy en todos los espacios sociales", repiti¨®. "Los encargos de la gente rica me sirven para investigar y aplicarlo luego a la masa".
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