La exploraci¨®n canadiense de Davies
El encantamiento emocional e intelectual que logra Robertson Davies en la Trilog¨ªa de Deptford es admirable. La segunda entrega de este proyecto, La mant¨ªcora, es una exploraci¨®n psicol¨®gica en varios personajes, sobre todo la de un joven marcado por su padre que acude al psicoanalista en Suiza tras el asesinato misterioso de ¨¦ste. Una trama que presenta la incapacidad de un hombre para sentir y su ruta para encontrarse a s¨ª mismo.
LA MANT?CORA
Robertson Davies
Traducci¨®n de Miguel Mart¨ªnez-Lage
Libros del Asteroide
Barcelona, 2006
367 p¨¢ginas. 18,95 euros
Segunda parte de la llamada Trilog¨ªa de Deptford y continuaci¨®n de El quinto en discordia, La mant¨ªcora es un regalo postergado para tiempos de hambre, los actuales, es como un fest¨ªn en el mejor restaurante tras a?os de pan duro. Robertson Davies fue un narrador inspirado y perfecto, adem¨¢s de estar dotado de una gran humanidad. Constru¨ªa sus sagas novel¨ªsticas -cuatro trilog¨ªas, la ¨²ltima, de Toronto, inacabada- con precisi¨®n y soltura y sin olvidar nunca que la novela descansa en algo tan denigrado como el "encantamiento", aqu¨ª logrado tanto en el plano emocional como en el intelectual. Davies sume al lector en un mundo que, desde luego, no le es ajeno y con fascinaci¨®n creciente le deja explorar sus dominios.
La de Deptford la concibi¨® el canadiense como una exploraci¨®n psicol¨®gica en las vidas de personajes nacidos en una peque?a ciudad de Ontario, reminiscencia de su natal Thamesville. Exploraci¨®n jungiana basada en algo tan querido por ¨¦l, que fue actor y un amante de Shakespeare, como los arquetipos y las m¨¢scaras. Quiz¨¢ porque el primer libro ten¨ªa demasiadas claves autobiogr¨¢ficas (tambi¨¦n ¨¦l hab¨ªa sido profesor y director de escuela como Ramsay, que contaba su vida), en este segundo Davies decidi¨® acercarse a sus experiencias y sus emociones vitales por alejamiento. Ramsay queda en un plano muy secundario y salta al escenario su amigo de la infancia, el millonario Boy Staunton, de la mano sin temblor de su hijo, que se analiza en la consulta de una doctora en Z¨²rich.
David, abogado penalista, soltero y borrach¨ªn, recurre a la doctora Von Haller para salir de la obsesi¨®n por la muerte de su padre, sacado del puerto de Toronto en su propio coche con una piedra en la boca. Uno intuye que esa piedra tendr¨¢ importancia m¨¢s adelante, como la tuvo la bola de nieve que lanz¨® el muerto hacia Ramsay en el primer libro y que impact¨® en una embarazada de Deptford, aunque quiz¨¢ sea en la novela que cierra la trilog¨ªa donde adquiera toda su transcendencia. Pero nadie tema perderse. La mant¨ªcora es un mundo cerrado e infinito (por lo que muestra y por lo que sugiere) que no necesita antecedentes ni prolongaciones. Es el mundo de los Staunton. Un mundo que surge de las evocaciones del racional abogado que se analiza, un hombre severo consigo mismo hasta la tiran¨ªa, que tiene imaginaci¨®n y voluntad de sacrificio, pero que carece de habilidades para sentir. Y por eso no puede ver a las personas como son o fueron, sino como entidades fijas e inmutables, estatuas de acero de polo positivo o negativo.
El primer tercio de la novela es un apasionante di¨¢logo entre David y la doctora Von Haller. De ¨¦l van saliendo personajes que materializan la Sombra, el Amigo, el ?nima, etc¨¦tera, pero sobre todo surge la pesada "carga de asuntos inconfesables que sobrelleva cualquier hombre y que a veces parece ser realmente indecible". David es un hijo marcado por la fuerza del padre, como los personajes de Kafka, y aqu¨¦l lo fue por el suyo, el abuelo, la mentalidad del cual es descrita como "un dep¨®sito de cad¨¢veres, donde gran variedad de ideas difuntas se conservan sobre lajas de m¨¢rmol". Luego asistimos a la lucha de David contra los trasgos, en la que el analizado intercala su "hoja de ruta" con los comentarios de la doctora, para acabar con el diario de Sorgenfrei, donde el protagonista se encuentra de nuevo con Ramsay, el mago Eisengrim y una mujer, Liesl, su nueva iniciadora en el arte de sentir. S¨®lo en ese diario notamos un ligero artificio, compensado por la rotunda realidad de las personas y la verdad del simbolismo.
Si en El quinto en discordia el "tema" principal era el personaje supernumerario y a la vez esencial para entender la historia que se cuenta ("el guardi¨¢n de la conciencia"), aqu¨ª el "tema" es la b¨²squeda arqueol¨®gica del amor por el camino dif¨ªcil que llevar¨¢ al protagonista al coraz¨®n de s¨ª mismo en una cueva suiza. En el fondo, nuestro autor es fiel a sus ancestros y a su educaci¨®n. Con la referencia final a los osos, Robertson Davies desvela su alma canadiense y entonces comprendemos que toda esta espl¨¦ndida filigrana narrativa es en realidad una suerte de sublimada confesi¨®n con provecho para los semejantes, algo muy norteamericano. No es una casualidad que Davies repita dos veces la cita de Ibsen seg¨²n la cual vivir es luchar contra los trasgos y escribir juzgarse a uno mismo. Pues bien, gracias a la ayuda de Van Haller el ¨²ltimo Staunton se juzga y absuelve, dejando que los dem¨¢s luchen en su tiempo ("el que era, el que es y el que pasa") y se absuelvan si pueden. Ahora s¨®lo nos queda esperar la tercera entrega para seguir admirando a un escritor que se nos hab¨ªa perdido en los desbaratados anaqueles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.