China provoca la alarma mundial al destruir con un misil un sat¨¦lite meteorol¨®gico
La acci¨®n de Pek¨ªn supone la primera escalada real de rearme espacial en m¨¢s de 20 a?os
La comunidad internacional reaccion¨® ayer con perplejidad y protestas al empleo de un misil bal¨ªstico para destruir un sat¨¦lite meteorol¨®gico realizado la semana pasada por China, por el temor a que pueda desencadenar una carrera de armas en el espacio y a que los restos que han quedado en ¨®rbita puedan da?ar los sat¨¦lites de otros pa¨ªses. La prueba -la primera de este tipo que se efect¨²a en m¨¢s de 20 a?os- fue anunciada por Estados Unidos. Seg¨²n los servicios de espionaje estadounidenses, la prueba china se llev¨® a cabo el pasado 11 de enero. Pek¨ªn se neg¨®, de momento, a confirmarla.
China dispar¨® un misil desde una base terrestre para romper en pedazos un viejo sat¨¦lite, situado en una ¨®rbita de unos 860 kil¨®metros. Se trata aproximadamente de la misma altura a la que giran los sat¨¦lites esp¨ªa estadounidenses, por lo que el ensayo representa una amenaza indirecta para sus sistemas militares o los de otros pa¨ªses.
La reacci¨®n de Washington al lanzamiento del primer misil antisat¨¦lite chino no se hizo esperar, informa Yolanda Monge. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Gordon Johndroe, emiti¨® un comunicado en el que aseguraba que EE UU estimaba que "la elaboraci¨®n y el ensayo de tales armas es contradictorio con el esp¨ªritu de cooperaci¨®n al que aspiran nuestros dos pa¨ªses en el sector del espacio civil. Tanto nosotros como otros pa¨ªses hemos expresado nuestra preocupaci¨®n sobre la acci¨®n emprendida por China".
"?sta es la primera escalada real de rearme espacial que hemos visto en 20 a?os", declar¨® a The New York Times Jonathan McDowell, astr¨®nomo de Harvard especializado en lanzamientos de misiles. "El lanzamiento chino ha acabado con un periodo de contenci¨®n", puntualiz¨®.
Fuentes de la Casa Blanca dijeron que tanto EE UU como otros pa¨ªses, que no identificaron, hab¨ªan expresado "su preocupaci¨®n por la acci¨®n china". Sin embargo, la Administraci¨®n de Bush se opone a un tratado global que proh¨ªba este tipo de pruebas debido a que necesita "su propia libertad de acci¨®n en el espacio".
Australia, Jap¨®n, Reino Unido y Corea del Sur se unieron a las protestas y mostraron su malestar. Alexander Downer, ministro de Asuntos Exteriores australiano, que se encontraba en Nueva York, manifest¨® su total rechazo y dijo que la embajadora china en Camberra, Fu Ying, hab¨ªa sido convocada para que diera explicaciones, pero que ¨¦sta no estaba al corriente del tema.
"Tener la capacidad de disparar a sat¨¦lites no es consistente con la posici¨®n tradicional china de que se opone a la militarizaci¨®n del espacio exterior. As¨ª que les hemos pedido que nos expliquen qu¨¦ significa esto", dijo, el ministro australiano a la agencia Associated Press.
Silencio chino
En Londres, un portavoz del primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, dijo: "Hemos expresado nuestra preocupaci¨®n por la posibilidad de que se produzcan impactos de los restos en el espacio, y nos inquieta que no haya habido una consulta previa".
Tambi¨¦n ha exigido explicaciones Jap¨®n, seg¨²n asegur¨® el primer ministro, Shinzo Abe. "Hemos dicho a China que dudamos de que a esto se le pueda llamar un uso pac¨ªfico", a?adi¨® su ministro de Exteriores, Taro Aso, quien critic¨® tambi¨¦n el hecho de que no hubieran sido avisados de antemano.
Liu Jianchao, portavoz de Exteriores chino, afirm¨® que no ten¨ªa ninguna informaci¨®n sobre el uso del misil, pero intent¨® calmar las inquietudes de la comunidad internacional. "Nadie debe sentirse amenazado. No vamos a lanzarnos a ninguna carrera de armas en el espacio".
Si finalmente se confirma el ensayo, se tratar¨ªa del primero desde los a?os ochenta, cuando Estados Unidos y la entonces Uni¨®n Sovi¨¦tica destruyeron sat¨¦lites en ¨®rbita. Ambos pa¨ªses pusieron fin a esa pr¨¢ctica, debido al problema de basura espacial que generaba y el consiguiente riesgo para otros sat¨¦lites artificiales, tanto de uso militar como civil. El ¨²ltimo lanzamiento de un misil con este fin lo llev¨® a cabo Estados Unidos en 1985.
En octubre pasado, el presidente George W. Bush firm¨® una orden por la que Estados Unidos se arroga el derecho a negar el acceso al espacio a cualquier rival que pueda utilizarlo con fines hostiles. Washington se niega adem¨¢s al desarrollo de cualquier tratado o restricci¨®n que pueda limitar el uso del espacio por parte de Estados Unidos.
China ha sido uno de los pa¨ªses m¨¢s cr¨ªticos sobre el uso militar que Washington pretende hacer del espacio, por lo que la destrucci¨®n de su propio sat¨¦lite puede haber sido un movimiento diplom¨¢tico cuidadosamente calculado, muy del estilo chino.
Pero la prueba puede llevar a Jap¨®n -que ve con inquietud el creciente poder¨ªo militar de Corea del Norte, tanto en misiles bal¨ªsticos como en armamento nuclear- a convencerse de la necesidad de desarrollar un sistema de defensa espacial. El experimento chino podr¨ªa obligar a EE UU a desarrollar alternativas a su sistema actual de sat¨¦lites esp¨ªa y a utilizar equipos que sean m¨¢s dif¨ªciles de detectar.
Seg¨²n los expertos, el sat¨¦lite destruido por China -que ten¨ªa una masa de unos 750 kilogramos- puede haber quedado pulverizado en unos 800 fragmentos de m¨¢s de 10 cent¨ªmetros, cerca de 40.000 de entre 1 y 10 cent¨ªmetros, y unos dos millones de m¨¢s de un mil¨ªmetro, la mitad de los cuales permanecer¨¢n en ¨®rbita m¨¢s de una d¨¦cada. A las altas velocidades a las que giran, incluso los m¨¢s peque?os tienen un alto poder destructivo.
Muchos sat¨¦lites comerciales y militares, y los utilizados para los sistemas de navegaci¨®n, dan vueltas a la Tierra en una ¨®rbita situada a unos 900 kil¨®metros. La Estaci¨®n Espacial Internacional, en ¨®rbita y tripulada desde hace varios a?os, lo hace a 450 kil¨®metros.
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