Guerra de nervios
El nuevo ministro de Defensa estadounidense, Robert Gates, ha descartado en Qatar la eventualidad de una confrontaci¨®n armada con Ir¨¢n. Pero en las ¨²ltimas semanas, Estados Unidos ha enviado otro portaaviones al golfo P¨¦rsico, anunciado el suministro de misiles defensivos Patriot a dos de sus emiratos y detenido por partida doble a iran¨ªes en Irak. El temor por las intenciones que Bush pueda albergar hacia el r¨¦gimen de los ayatol¨¢s, con el que se niega a dialogar y contra el que no deja de endurecerse el tono desde Washington, ha llevado incluso esta semana a un grupo bipartidista de parlamentarios a intentar promover una legislaci¨®n que, llegado el caso, impida al presidente un ataque sobre Ir¨¢n sin asentimiento del Congreso.
Este sombr¨ªo panorama, menos de un mes despu¨¦s de que el Consejo de Seguridad aprobase sanciones m¨¢s bien simb¨®licas contra Teher¨¢n por su desafiante programa at¨®mico, se corresponde con una escalada proporcional de los responsables iran¨ªes. El presidente Ahmadineyad, que comienza a verse en abiertas dificultades internas por su permanente sobreactuaci¨®n pol¨ªtica, acaba de recalcar que su pa¨ªs est¨¢ preparado para todo en su confrontaci¨®n con Occidente a prop¨®sito de sus ambiciones nucleares. No todo son declaraciones. En los ¨²ltimos meses, menudean en Ir¨¢n los ejercicios b¨¦licos y la exhibici¨®n de nuevos armamentos, a la que Rusia contribuye ahora como proveedor de misiles.
La subida de tono del dilatado contencioso entre Washington y Teher¨¢n es manifiesta. Pero las opciones de un Bush siempre inquietante, en la recta final de su mandato, son muy limitadas, si se mantiene un m¨ªnimo de cordura en la Casa Blanca, para forzar al r¨¦gimen islamista a detener su acelerado programa at¨®mico o a que desempe?e un papel menos desestabilizador en el Irak en llamas. En este pa¨ªs, las ¨²ltimas detenciones de iran¨ªes por tropas estadounidenses parecen evidenciar que hay apoyo armado a determinadas milicias chi¨ªes, cuando no participaci¨®n abierta en sus sanguinarias actividades. Hasta el punto de que el Gobierno de Bagdad, mayoritariamente chi¨ª, pero ¨¢rabe, ha comenzado a revisar sus protocolos diplom¨¢ticos con Ir¨¢n.
La catastr¨®fica situaci¨®n de EE UU en Irak est¨¢ proporcionando al r¨¦gimen iran¨ª una oportunidad ¨²nica de acrecentar su influencia en la regi¨®n, que Teher¨¢n aprovecha a fondo y sin escatimar medios. El frenes¨ª diplom¨¢tico estadounidense de esta semana en la zona, con las visitas de Condoleezza Rice y Robert Gates, sugiere que, como primer paso, Washington intenta apuntalar una barrera de contenci¨®n que implique a los reg¨ªmenes ¨¢rabes moderados, tanto sun¨ªes como chi¨ªes, progresivamente inquietos. El resultado de ambas giras son b¨¢sicamente promesas.
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