El restaurador de La Encartada
No llevaba m¨¢s de dos a?os trabajando como lutier, cuando la Diputaci¨®n de Vizcaya se puso en contacto con Joaqu¨ªn Marco. Le llamaban para trabajar en la restauraci¨®n de la f¨¢brica de boinas La Encartada, en Balmaseda, cerrada en 1992 y para la que hab¨ªa un proyecto de museo, que se acaba de inaugurar. "No entend¨ªa nada: ?qu¨¦ tendr¨¢n que ver los bajos el¨¦ctricos con las boinas?", recuerda divertido. Todo ven¨ªa por una cadena de referencias.
Los responsables de la instituci¨®n foral tuvieron noticia del rigor de Marco a la hora de restaurar motos antiguas, hasta el punto de fabricar ¨¦l mismo las piezas necesarias. "Soy muy meticuloso con lo original. Si una m¨¢quina llevaba una correa de cuero y luego la sustituyeron por una de l¨¢tex, yo vuelvo al cuero", aclara. Sin compromiso, visit¨® la f¨¢brica de Balmaseda. "Cuando llegu¨¦, s¨®lo hab¨ªa murci¨¦lagos y ratas; inmediatamente dije que no me compromet¨ªa con el proyecto".
Seis meses m¨¢s tarde, le volvieron a insistir y, al final, acept¨®. Se involucr¨® en una aventura incre¨ªble en que bregaba con m¨¢quinas desconocidas que repar¨® pieza a pieza: cardadora, tricotosa, remalladora, morradora y hasta una inmensa lavadora, con las que descubri¨® todo el proceso de fabricaci¨®n de la boina. "Afortunadamente, la f¨¢brica cuenta con un buen departamento de repuestos, que nos ha hecho el trabajo m¨¢s f¨¢cil", recuerda.
El ¨¦xito de su labor le ha llevado ahora a participar en la recuperaci¨®n del tranv¨ªa a¨¦reo y otras maquinarias de la empresa Dolomitas del Norte, encargada de la explotaci¨®n de la cantera que permiti¨® el descubrimiento de la cueva de Pozalagua, en Karrantza. Con todo, Marco no olvida que su oficio sigue siendo el de lutier.
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