Construcci¨®n: los enormes cambios del ¨²ltimo quinquenio

Constatar el espectacular crecimiento de la construcci¨®n en los ¨²ltimos a?os es una obviedad. Quiz¨¢ no lo sea, sin embargo, empezar a interrogarse acerca de sus consecuencias sociales. Con ello, el fragor de los esc¨¢ndalos, ilegalidades o bravuconer¨ªas autoritarias que lo vienen acompa?ando podr¨ªa completarse con el conocimiento de las repercusiones de la profunda -y en muchos aspectos irreversible- transformaci¨®n social y econ¨®mica que ha provocado.

Una tarea previa debiera ser exponer su magnitud. Como un n¨²mero s¨®lo es alto o bajo en relaci¨®n con otro, la perspectiva comparada ayuda a delimitar mejor las proporciones de lo ocurrido. As¨ª, en s¨®lo un quinquenio, 2001-2005, la construcci¨®n ha elevado su peso dentro del PIB de la Comunidad Valenciana en un 34% alcanzando el 10,9% del mismo desde el 8,1%. El uso de precios corrientes no debe ser utilizado como excusa para matizar la espectacular variaci¨®n. Sin entrar en debates acad¨¦micos, a la hora de analizar las repercusiones de los cambios en la renta y la riqueza de los individuos, como se?al¨® hace muchos a?os Kindleberger, no se pueden eliminar las asimetr¨ªas en el aumento de los precios porque las decisiones (incluidas las de inversi¨®n) no las adoptamos sobre precios constantes, que s¨®lo conocemos expost.

La impresi¨®n de que el cambio de la estructura de la econom¨ªa est¨¢ siendo de una profundidad espectacular se refuerza al compararlo con el boom inmobiliario en Estados Unidos, cuya importancia no necesita subrayarse. En la primera econom¨ªa del mundo, el boom ahora finalizado con secuelas recesivas imprecisas, tambi¨¦n ha aumentado el peso de la construcci¨®n en el PIB. Pero frente al 34% de la Comunidad Valenciana, la variaci¨®n ha sido del 4%, (sin que modificar los a?os incluidos altere el resultado). La conclusi¨®n que se impone, pues, es que la transformaci¨®n econ¨®mica experimentada por la Comunidad Valenciana en los ¨²ltimos a?os ha sido mucho mayor y, por tanto, sus consecuencias, tambi¨¦n. Adem¨¢s, en 2005 la construcci¨®n representaba en EEUU el 4,8% de su PIB; esto es menos de la mitad del valor valenciano. El resultado de la comparaci¨®n anterior no es una excepci¨®n. La misma conclusi¨®n se obtiene respecto a la Uni¨®n Europea avanzada de los 15. En ella la construcci¨®n supone el 6% del PIB (igual que en la UE de los 25) esto es, un 45% menos que aqu¨ª.

Si las cifras son accesibles, no ocurre lo mismo con las consecuencias sociales de esta enorme mutaci¨®n. S¨®lo cabe, pues, avanzar algunas posibilidades. Una primera basada en la informaci¨®n suministrada por los pocos beneficiados que han optado por la transparencia, (la que brinda la Bolsa), apunta a que este boom podr¨ªa haber inducido la mayor modificaci¨®n en la distribuci¨®n de la riqueza de los ¨²ltimos dos siglos, enriqueciendo espectacularmente a un grupo de valencianos. A una minor¨ªa de ellos en una medida jam¨¢s posible desde la desamortizaci¨®n del siglo XIX cuando se privatizaron las tierras de la iglesia y los ayuntamientos. A muchos m¨¢s, todos los propietarios de activos inmobiliarios, en cuant¨ªa muy notable. Al otro lado, en peor situaci¨®n relativa que antes del boom, quedan los miles y miles que no poseen ese tipo de bienes y quienes se han endeudado de por vida para acceder a una vivienda.

A los efectos sobre la distribuci¨®n de la riqueza y el aumento de la desigualdad, se a?ade la posibilidad de que el impacto del boom sobre la mejora futura del nivel de vida sea negativo. La construcci¨®n, a diferencia de la industria o los servicios avanzados, no es una actividad de productividad elevada. De nuevo, las deficiencias estad¨ªsticas pueden avivar el debate acad¨¦mico, pero no negar la evidencia. Y para nuestra desgracia, como Paul Krugman resumi¨®, "La productividad no lo es todo, pero en el largo plazo lo es casi todo. La capacidad de un pa¨ªs para mejorar el nivel de vida depende casi totalmente de su habilidad para aumentar el producto por trabajador... el crecimiento a largo plazo de los niveles de vida... depende casi totalmente del crecimiento de la productividad".

Con todo, lo m¨¢s grave podr¨ªa ser la perniciosa repercusi¨®n del auge inmobiliario sobre la densidad democr¨¢tica de la sociedad valenciana; sobre la vigencia efectiva de los valores de la democracia. Porque el boom amenaza tanto con ahondar todav¨ªa m¨¢s la distancia entre representantes y representados como propiciar una situaci¨®n dudosamente compatible con la igualdad de todos ante la ley al instaurar por la v¨ªa de los hechos, legalmente, una patente desigualdad. Y el trato al Valencia CF no parece un caso aislado. A lo cual se a?ade que, a pesar de tantos pronunciamientos cr¨ªticos, hasta ahora ninguna instituci¨®n con capacidad para dictar normas ha modificado alguna de las vigentes (o anunciado su intenci¨®n de hacerlo) para impedir la impunidad de facto en la que hoy se mueven quienes incumplen las de car¨¢cter urban¨ªstico. O para desincentivar con sanciones superiores a los beneficios muchos casos que, seg¨²n todos los indicios, son tan ajustados a la ley como injustos al dejar inermes a miles de ciudadanos.

A este respecto, es preocupante el comportamiento del Consell, primer responsable de la situaci¨®n y dedicado ahora, tras a?os de silencio e inacci¨®n, a aventar propuestas demag¨®gicas. Pero tambi¨¦n suscita perplejidad el dec¨¢logo del PSOE contra la corrupci¨®n urban¨ªstica al limitarse a defender un cumplimiento escrupuloso de la legalidad como si en un Estado democr¨¢tico pudiera defenderse otra cosa. Y como si no fuera la legalidad actual -con todos sus perversos incentivos y lagunas- la que nos ha conducido donde estamos. Por todo ello, quiz¨¢, la atenci¨®n a los casos de corrupci¨®n y al deterioro medioambiental deber¨ªa completarse con el an¨¢lisis de estos cambios sociales y econ¨®micos, probablemente enormes. Ser¨ªa el primer paso para llegar a hacer frente a sus consecuencias negativas con algo m¨¢s que palabras.

Jordi Palafox es catedr¨¢tico de Historia e Instituciones Econ¨®micas en la Universidad de Valencia.