Entre el candor y la desverg¨¹enza
?Qu¨¦ pereza, qu¨¦ colosal pereza sentarse al ordenador para escribir de nuevo sobre un tema que llevamos 29 a?os explicando y arguyendo, sobre un pleito que, 12 meses atr¨¢s, consider¨¢bamos por fin felizmente cerrado! Pero la actualidad manda y, estos d¨ªas, los llamados papeles de Salamanca vuelven a ser noticia por partida doble.
El caso es que se acercan las elecciones municipales del mes de mayo y, siguiendo la pauta establecida en Salamanca desde los comicios locales de 1995, el inefable alcalde Juli¨¢n Lanzarote ha decidido reavivar la pol¨¦mica a cuenta de los papeles con objeto de convertirla en plataforma para su tercera reelecci¨®n. As¨ª, pues, el Ayuntamiento helm¨¢ntico anunci¨® meses atr¨¢s que organizar¨ªa una exposici¨®n titulada El Archivo General de la Guerra Civil y solicit¨® a la Generalitat catalana el pr¨¦stamo temporal de 43 documentos de ¨¦sta, un peque?o muestrario de los miles que permanecieron casi siete d¨¦cadas retenidos en la ciudad del Tormes, hasta su devoluci¨®n a Catalu?a en enero de 2006.
Aqu¨ª entr¨® en escena la ingenuidad de la Departamento de Cultura, o tal vez ese acomplejamiento tan catal¨¢n que induce a muchos a exagerar la oficiosidad y la cortes¨ªa hacia nuestros vecinos del oeste, no vaya a ser que nos tachen de hoscos, antip¨¢ticos y ego¨ªstas. Suponi¨¦ndole a la corporaci¨®n municipal salmantina una lealtad y una buena fe que Lanzarote y los suyos llevan lustros desmintiendo, la Generalitat cedi¨® los documentos.
Sin embargo, cuando la semana pasada el alcalde de Salamanca inaugur¨® la exposici¨®n de marras, ¨¦sta hab¨ªa cambiado de t¨ªtulo -ahora es El archivo de la memoria rota-, se acompa?aba de un vindicativo audiovisual rotulado Historia de un expolio y fue glosada por el primer edil de la ciudad como el recordatorio de "una humillaci¨®n gratuita a los salmantinos", "una ignominia" y "un atraco".
No, no es que un servidor est¨¦ en contra de la natural colaboraci¨®n entre administraciones de territorios y colores pol¨ªticos distintos, y menos a¨²n del pr¨¦stamo de bienes patrimoniales para exposiciones. Ahora bien, ?era exigible esa colaboraci¨®n con un Ayuntamiento cuyos portavoces vienen describiendo la postura de la Generalitat sobre los papeles como un intento de "romper Espa?a", un "atentado sin precedentes en la historia de Europa", "un crimen cultural, una fechor¨ªa", "un c¨²mulo de injusticias", un "chantaje pol¨ªtico puro y duro"? ?Cab¨ªa esperar juego limpio de quienes han tachado la devoluci¨®n aprobada por el Parlamento espa?ol de "expolio a sangre y fuego", "agravio", "provocaci¨®n" o "vejaci¨®n", de quienes han formulado incluso amenazas f¨ªsicas contra el cumplimiento de la Ley de Restituci¨®n de noviembre de 2005, y han usado de todas las argucias jur¨ªdicas para tratar de impedirla? Mientras perviven en la Audiencia Nacional y en el Tribunal Constitucional sendos recursos del Ayuntamiento de Salamanca y de la Junta de Castilla y Le¨®n contra el retorno de la documentaci¨®n a Catalu?a, ?era razonable prestar una porci¨®n del objeto del pleito a una de las partes demandantes, que encima la utiliza para deslegitimar la posici¨®n del Gobierno catal¨¢n? A m¨ª me parece que no.
Pero el patrimonio documental arrebatado a la Catalu?a vencida de 1938-39 ha regresado a la actualidad tambi¨¦n por otro motivo, y es el toque de alerta que acaba de dar la Comisi¨®n de la Dignidad sobre el empantanamiento en el proceso de retorno de los papeles. Recordemos las magnitudes b¨¢sicas del asunto: tras las ingentes destrucciones de documentos -quemados como combustible para estufas, o reducidos a pasta de papel- que tuvieron lugar en Salamanca durante la primera d¨¦cada de la posguerra civil, el caser¨®n de San Ambrosio conserv¨® 1.879 legajos llenos de papeles incautados en Barcelona, y 65 procedentes de Lleida. Es verdad que esas 1.944 carpetas conten¨ªan un cierto n¨²mero de materiales no referentes a Catalu?a, pero no lo es menos que en otros fondos de aquel mal llamado archivo -por ejemplo, los capturados en Madrid- se mezclaba importante documentaci¨®n catalana. Sumando y restando, cabe calcular el total de ¨¦sta en unos 2.000 legajos o cajas; eso sin contar otros elementos, como los carteles originales que Carles Fontser¨¨ ha muerto sin ver restituidos, o los libros de Antoni Rovira i Virgili que su hija, Teresa, todav¨ªa espera recuperar.
Pues bien, de esas aproximadamente 2.000 cajas s¨®lo 500 salieron de Salamanca el 19 de enero de 2006: las que conten¨ªan documentaci¨®n generada o recibida por la Generalitat y los organismos a ella vinculados. El 75% restante -esto es, los papeles de partidos, sindicatos, entidades y ciudadanos particulares- permanecen en la ciudad castellana y, desde el pasado septiembre est¨¢n ya identificados e inventariados, pendientes s¨®lo de digitalizaci¨®n antes de devolverlos a sus propietarios. Pero sucede que la pol¨ªtica espa?ola huele cada vez m¨¢s a urnas, y eso proyecta sobre este asunto dos graves amenazas: una, que -como ocurri¨® en 1995- un PSOE en dificultades posponga sine die la devoluci¨®n para no empeorar su imagen ante la Espa?a m¨¢s nacional; la otra, que en 2008 -o antes- gane el Partido Popular, y entonces su Gobierno bloquee, como hizo Aznar entre 1996 y 2004, la salida de Salamanca de una cuartilla siquiera. De ah¨ª la necesidad imperiosa de que, como anunci¨®, el consejero de Cultura, Joan Manuel Tresserras urja a la ministra del ramo a agilizar los ¨²ltimos tr¨¢mites para el cierre definitivo de un litigio que resulta inveros¨ªmil tras 30 a?os de democracia.
Entretanto, y en una nueva ofensa al m¨¢s elemental decoro hist¨®rico, el Ayuntamiento de Salamanca ha vuelto a colocar en su balc¨®n una pancarta con la frase unamuniana "Vencer¨¦is, pero no convencer¨¦is". Ser¨ªa mucho m¨¢s representativo de la actitud del consistorio sustituirla por otra frase memorable de aquella jornada de octubre de 1936, la que replic¨® el general Mill¨¢n Astray al fil¨®sofo vasco: "?Muera la inteligencia!".
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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