De la aldea al Premio Nobel
Jos¨¦ Saramago recorre en sus memorias los a?os iniciales de su vida. Desde la infancia en una aldea y los estudios y primeros trabajos en Lisboa hasta su primer matrimonio y su ingreso en el partido comunista.
LAS PEQUE?AS MEMORIAS
Jos¨¦ Saramago
Traducci¨®n de Pilar del R¨ªo
Alfaguara. Madrid, 2007
208 p¨¢ginas. 18 euros
La memoria es una facultad de la inteligencia, pero al mismo tiempo algo movedizo
Es ahora, a punto de cumplir los 85 a?os, cuando el escritor portugu¨¦s Jos¨¦ Saramago, el primer laureado de su idioma con el Premio Nobel de Literatura en 1998, se acerca por vez primera al g¨¦nero de las "memorias" propiamente dichas -aunque de manera m¨¢s bien t¨ªmida, pues las ha llamado "peque?as"- en este libro publicado el a?o pasado en su pa¨ªs, vertido ahora al castellano por su segunda esposa y colaboradora, la sevillana Pilar del R¨ªo. Son las "primeras", aunque no precisamente "peque?as" y ya veremos si, una vez en el camino, Saramago sigue adelante en el futuro, pues salud y fuerzas las ha demostrado hasta hoy, cuando ya le acabamos de ver, erguido en su alta estatura, en plena manifestaci¨®n antiterrorista en Madrid, encabez¨¢ndola al lado de los organizadores sindicales y ecuatorianos en representaci¨®n del mundo cultural.
Bien, soy de quienes creen que la memoria es una facultad de la inteligencia, pero al mismo tiempo algo movedizo, fluctuante y para nada constante, que oscila sin parar hasta el punto de parecer, conforme se avanza en la edad, m¨¢s clara con los recuerdos m¨¢s lejanos que con los m¨¢s recientes. Al mismo tiempo, Saramago es un escritor de fondo realista, aunque se haya acercado al final hacia el simbolismo, pues se ha convertido en un artista contra los mitos, contra la historia primero, contra la literatura -personal o colectiva-, contra las religiones, contra la geograf¨ªa, contra la identidad, contra la democracia -o su mitificaci¨®n-, contra el consumismo o contra la muerte (?ojal¨¢!), creador de una obra po¨¦tica y l¨ªrica, de una prosa a la vez personal y colectiva verdaderamente impresionante, cuyas huellas siempre vienen o van hacia un realismo de fondo que se impone frente a todo aparente simbolismo, que no es otra cosa que un disfraz para traspasarlo al final.
Lo que se impone aqu¨ª, en estas memorias, es un realismo rural, el mismo de una de sus primeras novelas, Levantado del suelo (1980), con la que empez¨® la larga serie de catorce libros que llegan aqu¨ª a estas "primeras memorias" que no por "peque?as" dejan al autor tranquilo para no seguir por estos caminos y poder as¨ª concluirlos como se debe. El libro se cierra con un ap¨¦ndice con 17 fotograf¨ªas in¨¦ditas con sus correspondientes lemas escritos por el propio Saramago -y que empiezan por una de su hermano mayor, Francisco, nacido dos a?os antes que ¨¦l y muerto dos despu¨¦s, cuando la familia viv¨ªa ya en Lisboa- y se abre en el poblado de Azinhaga, en Ribatejo, entre los r¨ªos Almonda y Tajo, de donde procede su familia, que le hizo adoptar su apelativo de "saramago", por un error del funcionario del registro civil que sustituy¨® el de su verdadero apellido que es "de Souza" por el mote familiar. All¨ª empieza esta memoria, en 1922, con el nacimiento de Jos¨¦ Saramago, que a los dos a?os fue llevado a Lisboa -donde su padre, de familia humilde, fue polic¨ªa-, pero que no dej¨® de estar en contacto con su familia rural, con sus abuelos, t¨ªos y primos, que configuran el mundo en el que naci¨® el escritor, y que subyace en casi toda su obra, a la que hay frecuentes referencias posteriores. ?Ser¨¢ ¨¦sta tambi¨¦n la base de su pretendida tristeza, o al menos habr¨¢ que rastrearla por ah¨ª?
Es evidente que la memoria s¨®lo puede ser "realista", que no debe caer en extra?os simbolismos -como sucede en sus ¨²ltimas novelas-, por lo que hay que saludar primero la base expl¨ªcitamente realista a la que ha regresado Saramago en este su ¨²ltimo libro. As¨ª, en sucesivas y progresivas escenas recorremos sus primeras memorias, desde su llegada a Lisboa, sus primeros estudios profesionales -una especie de peritaje industrial, pues no lleg¨® a m¨¢s dada la escasez de recursos familiares- y sus iniciales intentos literarios: fue poeta primero, dramaturgo despu¨¦s, lector incansable desde ni?o y ejerci¨® diversos oficios, hasta desembocar en el periodismo al final. Y todo ello esmaltado en sus recuerdos por escenas rurales y familiares, pues no lleg¨® a separarse nunca de su mundo originario. Junto a ello, surgen escenas posteriores, impresiones de lecturas, viajes -el recuerdo de uno al convento de Mafra, que luego dar¨ªa lugar a una novela y una ¨®pera-, sus vecinos y amigos lisboetas, hasta llegar, a los 22 a?os, a su primer matrimonio y su ingreso en el partido comunista, al que sigue siendo fiel hasta hoy, y donde ha desempe?ado puestos de importancia.
De todas estas memorias -extraordinariamente escritas, pues su prosa es la de un maestro, y muy bien traducidas, como siempre, por Pilar del R¨ªo, que lo ha convertido en el mejor escritor espa?ol de expresi¨®n portuguesa- hay algunos momentos deslumbrantes: de sus primeros recuerdos del despertar sexual, o el de la conducci¨®n de un reba?o de cerdos, con uno de sus t¨ªos guarda de una gran finca, de su infancia. En fin, 5hay que saludar este regreso de Saramago, siempre excepcional escritor, a su realismo inicial, y animarle a que siga por este camino, pues a¨²n le queda mucho trecho que recorrer para llegar a nuestros d¨ªas y para engrandecer estas memorias que as¨ª dejar¨¢n de ser "peque?as".
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