El tri¨¢ngulo real-literario
?sta es la historia real de El amante de lady Chatterley. El italiano Alberto Bevilacqua ha rastreado en la vida de su autor, D. H. Lawrence, quien, muy enfermo, habr¨ªa necesitado est¨ªmulos personales, como buscar un amante a su mujer, para recuperar el placer de vivir y escribir.
A TRAV?S DE TU CUERPO
Alberto Bevilacqua
Bruguera. Barcelona, 2006
236 p¨¢ginas. 13,89 euros
He aqu¨ª un libro extra?o, h¨ªbrido, parte cr¨®nica de un encuentro y las confidencias que produjo, parte investigaci¨®n literaria y parte ficci¨®n, puesto que el narrador toma prestado del escritor rasgos biogr¨¢ficos y transforma el encuentro y sus vicisitudes de manera que sea un espejo de lo que narra. El trasfondo hist¨®rico es muy sugestivo. David Herbert Lawrence, el escritor ingl¨¦s que hizo de su obra novel¨ªstica (y pict¨®rica) una obra maestra del esc¨¢ndalo, habr¨ªa escrito su libro m¨¢s conocido, El amante de lady Chatterley, tomando como base su propia experiencia consentida de marido enga?ado. Y no s¨®lo consentida, sino incitada. ?sta es la tesis de Alberto Bevilacqua, que en A trav¨¦s de tu cuerpo despliega diversos elementos para reconstruir el drama de unos personajes hist¨®ricos para convertirlo en una obra teatral.
Lawrence se instala en Spottorno, Liguria, con su mujer Frieda, arist¨®crata alemana. Estamos en 1925 y Lawrence atraviesa una mala racha. La enfermedad que lo matar¨¢ medio lustro despu¨¦s a los 45 a?os empieza a hacer mella en ¨¦l, provoc¨¢ndole impotencia. Y peor que esto, su vena novel¨ªstica parece haber entrado en el dique seco. Hombre apasionado, en perpetuo desequilibrio emocional gracias, entre otras cosas, a una infancia turbulenta -marcada por la relaci¨®n entre el padre minero y alcoh¨®lico y la madre escritora-, Lawrence necesita est¨ªmulos poderosos para vivir y para crear. Como en otras ocasiones, ser¨¢ de la pasi¨®n sexual de donde extraiga el material para su nueva obra. Pero para ello necesita "verla", "vivirla". Pues de la sublimaci¨®n de ese "cuento", con sus dosis de culpa y deleite mental, experimentado como algo f¨ªsico que se concentrar¨¢ en los dedos que escriben, brotar¨¢ una obra de arte del lenguaje.
Intuyendo que ¨¦l es personaje principal, junto con Frieda, se apresta a buscar la estrella que falta. La encuentra en un oficial bersagliere, Angelo Ravagli. ?Acaso Frieda no se excitar¨¢ f¨¢cilmente con las plumas de su sombrero, con su cuerpo plet¨®rico, con su aura de seductor? Lawrence se lo se?alar¨¢ y le exigir¨¢ que se acueste con ¨¦l y que le cuente c¨®mo fue, cu¨¢les fueron las palabras, y los gestos. M¨¢s tarde, tambi¨¦n pedir¨¢ a Angelo que se implique, no s¨®lo f¨ªsica y mentalmente con la fogosa y masoquista Frieda, sino tambi¨¦n en las confidencias, creando as¨ª un tri¨¢ngulo que va m¨¢s all¨¢ de lo sexual e incluso de lo literario, haciendo entrar a la pareja ad¨²ltera en un mundo fascinante y repulsivo. Cuando la maquinaria empieza a funcionar bien, Lawrence ya tiene su "cuento" y entonces nace con dolor y placer, como mucho de lo que se vive y escribe, El amante de lady Chatterley.
Para abordar tama?o asunto, el escritor italiano Bevilacqua procede como Lawrence. Viaja a Spottorno y busca al ahora anciano bersagliere. Ravagli se hace primero el remol¨®n y luego se abre y se conf¨ªa a ¨¦l para que tambi¨¦n el italiano, igual que su mentor, tenga el relato escabroso, incomprensible. Se aloja en la habitaci¨®n donde Frieda, la prima de Von Richthofen, el Bar¨®n Rojo, hace por primera vez el amor con el bersagliere ciclista. La casa es ahora una pensi¨®n donde trabaja Bianca, una muchacha que de alguna manera parece haber sido manipulada por Ravagli para que seduzca al narrador, cerrando as¨ª el tri¨¢ngulo trazado con premonici¨®n por Lawrence.
Bevilacqua no busca una explicaci¨®n de esa historia, parece buscar una moraleja. Con su inhumaci¨®n del cad¨¢ver literario y tortuosamente humano del escritor de Eastwood, el italiano quiere hacernos ver que sin vida no hay literatura y que la literatura puede modificar la vida. Es una hermosa y veraz conclusi¨®n. Ahora bien, ?realmente Bevilacqua emula a Lawrence, es decir, mueve con raro talento a sus personajes para poder hacerse con una historia y contarla? S¨®lo a medias. Ravagli, el verdadero protagonista, queda desdibujado, quiz¨¢ demasiado sumido en su papel de t¨ªtere del escritor, que le condena a vivir treinta a?os con Frieda y sus propias cenizas. A veces parece que a Bevilacqua se le escapa el verdadero sentido del drama, pese a que parece claro en estas palabras de Lawrence: "A trav¨¦s de tu cuerpo, amigo m¨ªo, he encontrado la ¨²ltima vida del m¨ªo; a trav¨¦s de tu cuerpo, Frieda, he encontrado el ¨²ltimo esplendor de los sentidos que t¨² has vivido a trav¨¦s del cuerpo de Angelo; y a trav¨¦s de mi cuerpo, vosotros hab¨¦is dado a los vuestros el sentido de un Dios que, si se lo pedimos, adquiere sustancia en el todo que es deseo de amor".
Un sentido que deber¨ªa haberse hecho carne en el estilo de A trav¨¦s de tu cuerpo, cuya lectura no es f¨¢cil ni apasionante, pese al mundo admirable que rescata del olvido. Sin embargo, Bevilacqua logra trazarnos un perfil bastante n¨ªtido de c¨®mo era Lawrence, un tipo intoxicado de escandaloso ¨¦xito y de literatura. Un manipulador refinado, pero tambi¨¦n fiel a s¨ª mismo, l¨²cido, capaz de escribir: "Cada hombre es dos hombres: uno despierto en las tinieblas y el otro adormecido en la luz".
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